7 papillas para iniciar la alimentación complementaria

Las papillas son una de las preparaciones de primera elección para iniciar la alimentación complementaria. Es importante optar por las más nutritivas y para el crecimiento del bebé.

Si tu bebé ya cumplió los 6 meses de edad con lactancia materna exclusiva, llegó el momento de comenzar a introducir otros alimentos. En la medida en que crecen, los pequeños requieren de más energía y nutrientes, por lo que necesitan un complemento. Así que, por ser seguras para el bebé y sencillas de preparar, las papillas son el alimento ideal para iniciar la alimentación complementaria.

A pesar de que hoy en día se promociona otra forma de comidas sólidas, las papillas representan un alimento seguro para el bebé. Sin embargo, es importante elegir los más nutritivos y con menos riesgos de alergia para prepararlas con éxito.

En este artículo, mencionamos 7 papillas según su valor nutricional, su forma de preparación y su bajo riesgo para ingerirlas. Además, si tienes dudas, no olvides consultar con el pediatra y el nutricionista.

¿Qué dicen los organismos de salud sobre la alimentación complementaria?

La OMS, en un informe de 2023, explica que, alrededor de los 6 meses, las necesidades de energía y nutrientes del bebé están por encima de lo que aporta la leche materna. Por eso, a partir de aquí, hay que complementar con nuevos alimentos.

Por su parte, la Asociación Española de Pediatría destaca que se necesita una maduración renal, gastrointestinal, neurológica e inmune para iniciar con nuevos alimentos. El período de alimentación complementaria abarca desde los 6 hasta los 24 meses.

¿Qué son las papillas?

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, una papilla es «una comida, generalmente destinada a niños y enfermos, que presenta la consistencia de una pasta fina y espesa». Se trata de un alimento que se obtiene al cocer en agua algunos ingredientes, como verduras o legumbres, entre otros, que luego se trituran. Otra forma, es mezclar cereales con leche o agua caliente y triturar los alimentos en crudo, como frutas, galletas o yogur.

En el argot popular se usan como sinónimos de papillas los términos «colados» y «purés». Sin embargo, hay algunas diferencias técnicas que aparecen descritas en la Norma Oficial Mexicana del 2012. Por ejemplo, un puré es más grumoso y con menos agua que la papilla o molido.

Descubre estas 7 papillas para iniciar la alimentación complementaria

Cuando iniciamos la alimentación complementaria, debemos buscar que los nuevos alimentos a introducir sean de alto valor nutricional. Además, no deben representar un riesgo para el bebé al momento de tragarlos. A continuación, te contamos cuáles son algunas de las papillas sugeridas para los pequeños.

Para preparar papilla de cambur con aguacate, una vez lavadas y peladas las frutas, hay que trocearlas y darles un poco de calor antes de licuar. Esto evitará la oxidación de la pulpa.

1. Cambur con aguacate

Esta papilla le aporta al bebé azúcares naturales que se encuentran en el cambur y le brindan energía para su crecimiento. También, tiene fructooligosacáridos (FOS) que según la Fundación Española de Nutrición son un tipo de prebiótico que actúa como nutriente para favorecer el crecimiento de bacterias intestinales beneficiosas para la salud.

Por otro lado, el aguacate es fuente de grasa monoinsaturada, como el ácido graso oleico que caracteriza al aceite de oliva. Este ácido graso está relacionado con beneficios de la salud cardiovascular.

2. Papilla de carne

Las carnes representan la principal fuente de proteínas y de hierro hem en la alimentación. Tan solo una pequeña porción será suficiente para complementar los requerimientos proteicos. Eso sí, por su alta concentración de proteínas hay que evaluar si el bebé está preparado para digerirla. En este sentido, las más recomendadas son las de res o de aves molidas mezcladas con puré de tomate sin piel.

3. Colado de zanahoria

La zanahoria es una de las verduras predilectas, según los profesionales de salud. Estas contienen azúcares naturales que aportan energía para el bebé y, sobre todo, vitamina A, también llamada retinol.

Esta vitamina desarrolla una buena salud visual, cuida la piel y fortalece el sistema inmune. La Asociación Española de Pediatría acordó que los bebés de entre 6 y 12 meses deben ingerir 500 microgramos de retinol al día. Así, unas pequeñas porciones del colado de zanahoria alcanzan para cubrir lo recomendado.

4. Brócoli y papa

Desde los primeros meses, es el momento propicio para incorporar verduras tan valiosas como el brócoli. La tabla nutricional de la USDA reconoce los óptimos valores que tienen 100 gramos de este vegetal:

  • Carbohidratos: aporta 6 gramos, divididos entre la fibra y los azúcares como la fructosa.
  • Fibra insoluble: contiene 2,5 gramos. Esta previene el estreñimiento.
  • Potasio: presenta 300 miligramos, que sirven para el funcionamiento del riñón, el corazón y la contracción muscular.
  • Ácido fólico: 65 microgramos. Es necesario para la división celular en el cuerpo, sobre todo durante el crecimiento y desarrollo.
  • Vitamina C: aporta casi 92 miligramos. Además de su efecto antioxidante, fortalece el sistema inmune y combate enfermedades.
  • Luteína y zeaxantina: tiene 750 microgramos. Son 2 poderosos carotenoides antioxidantes que forman parte de la retina.

Se aconseja cocinar las flores de brócoli al vapor para acelerar el ablandamiento y que la vitamina C no se desintegre en su totalidad. Luego, se debe licuar junto con trozos de papa cocida, lo que suavizará su fuerte sabor. Además, se puede agregar 1 cucharadita de mantequilla o 1/4 cucharadita de aceite de oliva para enriquecerlo.

El consumo frecuente de avena evita el estreñimiento, mejora la digestión y regula los niveles de azúcar en sangre, por lo que es un alimento ideal para el bebé.

5. Avena con manzana

La avena es uno de los cereales más recomendados para las papillas del bebé. La USDA, muestra sus altos valores de carbohidratos (70 %), lo que la convierte en su principal fuente de energía. Además, su contenido de fibra soluble, como el beta-glucano, le ha dado un sitio de honor entre otros cereales. En este sentido, un informe de la Fundación Española de Nutrición comenta sobre la declaración de la avena como alimento saludable.

Por su parte, la manzana, al igual que el cambur, aporta fructoligosacáridos. De esta forma, transporta prebióticos a la microflora intestinal del bebé.

6. Papilla de camote

El color amarillo o naranja de la calabaza la delata como fuente de vitamina A. La fibra que contiene mejora la digestión, mientras que los azúcares libres funcionan como fuente de energía. Una buena forma de prepararla es retirar la cáscara y, luego de envolver en papel aluminio, ablandarla en el horno. Después, se licua y, si es de su gusto, se pasa por un tamiz.

7. Papilla de quinoa

La quinoa es un pseudocereal de origen ancestral y cuyas bondades nutricionales le han dado un lugar privilegiado entre los granos y semillas. Su aporte en minerales como zinc, hierro, potasio, calcio y magnesio cubre el 30 % de los requerimientos del niño. Además, su valor de fibra le permite ser bien digerida y su valor de proteína -entre 12 y 18 %- es fuente de nitrógeno usado para el crecimiento del bebé.

¡Selecciona los mejores alimentos!

Hay otras papillas que también son nutritivas y prácticas, por lo que se pueden incluir en la alimentación complementaria del bebé. El profesional de nutrición orientará sobre cuáles incorporar, ya que la idea es diversificar las comidas y llevarlas de manera progresiva.

Puedes combinar diferentes alimentos para enriquecerlos e incluso adicionar leche materna. Como recordatorio, reiteramos que la lactancia materna es el alimento exclusivo y más saludable en los primeros 6 meses. Y, en la medida en que el bebé crece, debemos mantener el criterio de seleccionar los mejores alimentos para su buena salud.

Bibliografía

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.

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