Como padres también debemos sacar el niño interior

¿Mantienes la curiosidad y la vitalidad que tenías en tu infancia? ¿Juegas con tus hijos como si fueras igual que ellos? En este artículo hablamos de la importancia de que los padres hagan uso de su niño interior, al momento de criar.
Como padres también debemos sacar el niño interior
Sharon Capeluto

Escrito y verificado por la psicóloga Sharon Capeluto.

Última actualización: 19 mayo, 2023

Todos los padres llevan dentro de sí al niño interior que alguna vez fueron. Allí viven sus dolores y heridas infantiles, pero también el optimismo y el deseo por jugar, propio de la niñez. Se trata de una parte esencial de ellos mismos que dice mucho sobre la personalidad actual y sobre la forma de relacionarse con el resto de las personas.

En este artículo, hablamos de por qué es tan importante recuperar algunas de las cualidades que teníamos de niños una vez nos convertimos en padres.

¿Por qué los padres deberían tener presente a su niño interior?

De acuerdo a la terapia integrativa llamada Gestalt, el niño interior es la estructura psicológica más vulnerable y sensible de cada persona. Reúne experiencias de la infancia, así como las cualidades que nos caracterizaban en aquel momento: inocencia, imaginación, curiosidad, capacidad de juego y vitalidad.

Todos lo llevamos dentro, aunque hay personas que lo tienen más despierto que otras. Se puede pensar que una vez que nos convertimos en padres, debemos asumir la adultez más que nunca. Si bien es cierto que la responsabilidad debe estar presente, eso no significa que debamos esconder nuestro niño interior.

Al contrario, hay muchos motivos por los cuales es importante tenerlo presente. A continuación, hablamos de algunos de ellos.

1. Evita que proyecten sus miedos y heridas

Tener presente al niño interior da la posibilidad de sanarlo, siendo padres o no. Este aspecto interno incluye también las heridas, traumas o conflictos no resueltos en su debido momento. Por este motivo, trabajar en la sanación del mismo resulta imprescindible para evitar proyectar en los hijos las heridas de la infancia que han quedado pausadas.



2. Ayuda a generar un buen vínculo con los hijos

Sacar el niño que llevamos dentro también puede ser muy positivo para enriquecernos de sus cualidades. Uno de los grandes valores presentes en la mayoría de los pequeños, es la capacidad y el interés por el juego.

Un buen vínculo padre-hijo se construye. A decir verdad, la confianza no nace de un día para otro. Lo primero que nos permite conectar con nuestros hijos, es jugar con ellos. Para generar una relación cercana y satisfactoria, es necesario crear espacios compartidos.

Considerando que jugar es una de las principales ocupaciones de los niños, ¿qué mejor que involucrarnos en su juego?

3. Fomenta las conductas prosociales

Por otro lado, recuperar el entusiasmo infantil es positivo para optimizar el proceso de las conductas prosociales y el desarrollo general de los hijos. No se trata de ponerse a la par de ellos, sino de ser capaz de, en ocasiones, dejar a un lado la seriedad y rigidez que caracteriza a muchos adultos.

Tal como sugiere un ensayo realizado en la Universidad Iberoamericana de Puebla, los padres o cuidadores de los niños ocupan un papel significativo como mediadores en la adquisición de la habilidad de jugar, a partir de la cual se desprenden una buena dosis de comportamientos prosociales. Por ejemplo:

  • Compartir con los demás.
  • Ser empático y respetuoso.
  • Ser solidario y compañero.
  • Autorregular las emociones.
  • Adquirir habilidades de comunicación.
  • Adquirir herramientas para resolver conflictos.

4. Impulsa los momentos de disfrute

A menudo, las responsabilidades parecen distanciarnos de los momentos de disfrute e incluso hacernos creer que la diversión es cosa del pasado. Como si jugar fuera solo un placer de niños.

Hay que tener presente que los niños que tienen padres curiosos, vitales y espontáneos, pueden tener una mirada de la vida muy diferente a los pequeños con cuidadores arrasados por la monotonía adulta. En este sentido, sacar a relucir el niño interior puede ser una alternativa más que conveniente para transmitirles la importancia de explorar y pasarla bien.



Cuándo sí y cuándo no

Hay momentos en los que es mejor que los padres no se dejen llevar por el niño interior. Es evidente que la maternidad-paternidad implica mucha madurez, sensatez y responsabilidad. Aunque la crianza puede ser divertida por momentos, también debe incluir seriedad y firmeza.

Entonces, es importante diferenciar cuándo es oportuno dar riendas sueltas a la inocencia y curiosidad que todos llevamos dentro y cuándo no. Por ejemplo, a la hora de establecer límites, de marcar un comportamiento inadecuado o de tener una conversación difícil con nuestros hijos, es fundamental asumir una postura adulta y prudente.

Despertar el niño interior es positivo para los padres y para los hijos

Las actividades familiares son importantes para toda la familia, no solo para los menores. Que los padres recuperen su niño interior haría que obtengan valiosos beneficios, además de fomentar un buen vínculo con sus hijos, ya que obtendrían una vez más la mirada deslumbrante y curiosa.

También, haría que recuerden el valor del disfrute en las pequeñas cosas de la vida, ya sea compartiendo un paseo en bicicleta, jugando a la mancha o dibujando.

A su vez, los hijos podrían beneficiarse al tener padres que los estimulan con materiales lúdicos y que comparten con ellos algunos momentos de juego. En definitiva, tener presente el niño interior hará que vivamos de una forma más intensa y emocionante, mientras que le ofrecemos a nuestros hijos un sostén emocional, además de nutrirlos de habilidades sociales que les resultarán útiles en todas las etapas de su vida.


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