¿Por qué un niño se vuelve violento?

Para evitar que los niños se pongan violentos, es importante trabajar en el aspecto emocional para que sean capaces de canalizar su ira de una manera saludable.
¿Por qué un niño se vuelve violento?
Maria Fátima Seppi Vinuales

Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 12 julio, 2022

Sabemos que la ira y el enojo son emociones saludables: es necesario enfadarse y mostrar desacuerdo por aquellas situaciones que se viven como injustas. Ahora bien, ¿cuál es el límite entre la ira y la violencia a edades tempranas? ¿Cómo evitar que se desemboque en un comportamiento agresivo?

Para muchos padres, estas son preguntas que surgen cuando se encuentran ante un niño que parece comenzar a actuar de manera violenta. Hay varios factores a considerar. Veamos cuáles son en este artículo.

Algunos factores que intervienen para que un niño se vuelva violento

Si bien no son causas determinantes y cada niño reaccionará de manera diferente ante las circunstancias, existen algunos factores que colaboran en el desarrollo de sus conductas agresivas. Entre ellas, encontramos las siguientes:

  • Crianza demasiado autoritaria. Los estilos parentales tienen mucha influencia en el comportamiento de los niños. La educación que reciben funciona como ejemplo, ya que se naturalizan ciertas conductas. De esa manera, aquellos valores y formas de proceder que observan los menores pueden convertirse en el modelo a seguir.
  • Vive en un contexto hostil y de violencia. Esto se genera, por ejemplo, cuando el chico recibe humillaciones a diario, cuando es constantemente maltratado o si se subestiman sus logros o sus necesidades. También cuando es testigo de situaciones de violencia entre sus progenitores.
  • Sufre bullying en el colegio. En ocasiones, los niños que padecen acoso escolar pueden desarrollar comportamientos agresivos en otros ámbitos.


¿Qué comportamientos deberían llamarnos la atención?

Si bien no son los únicos y tampoco son decisivos, algunos signos que nos invitan a prestar más atención sobre la conducta de nuestro hijo son los siguientes:

  • El niño se muestra enojado y con ira de manera constante.
  • Suele responder con insultos o hace muecas de soberbia. A veces, reacciona con patadas, pellizcos o escupitajos.
  • Le cuesta comunicarse sin agredir. Por otra parte, cuando le hablan siente que lo están molestando.
  • Se opone a cumplir con las normas estipuladas en el hogar y en otros ámbitos.
Si el niño está enojado de manera frecuente y responde con gritos e insultos, puede ser una señal de alerta.

Recomendaciones para evitar que los niños se vuelvan violentos

Algunas claves para evitar que los niños desarrollen conductas de agresividad son las que mencionamos a continuación.

Tener en cuenta la edad del niño

A determinada edad, los estallidos emocionales son frecuentes porque aún los chicos no saben manejar la frustración, que muchas veces es la causa de la ira. Sin embargo, a partir de los 6 o 7 años, debe llamar la atención que su conducta violenta sea la respuesta común a todas las situaciones.

Comprender y buscar la causa de su comportamiento

En este sentido, no solo hace falta dialogar con él, sino también tener en cuenta toda la información que puede aportarnos el contexto.

Fomentar la expresión de emociones

Es importante ayudar a que los chicos puedan identificar cómo se sienten para expresarse al respecto. Cuando logran ponerle un nombre a ese estallido de emociones frente a una situación que viven como injusta o desagradable, pueden aprender a reaccionar de mejor manera.

El acompañamiento o guía por parte de un adulto es esencial, especialmente en los primeros años de la infancia, ya que algunas áreas del cerebro, que tienen funciones de control de impulsos, están en pleno desarrollo. Para hablar de lo que les pasa, se pueden emplear recursos como leer cuentos o hacer ejercicios de respiración para ayudarlos a regularse.

Promueve valores en la educación 

La idea es que los chicos puedan desenvolverse en cualquier entorno, de tal modo que, cuando no estén a gusto, sepan poner límites o apartarse del problema. Aplicar esos valores que se inculcan en casa, seguramente los ayudará a resolver situaciones sin recurrir a la violencia.

Cuidar el trato entre los progenitores

Evitar discutir delante de los niños es una buena manera de resguardarlos de ese ambiente hostil que se genera y que ellos absorben. Asimismo, es necesario tratar de mantener la calma con los menores y no dar respuestas violentas, aun cuando estemos enojados o hayan hecho alguna travesura.

Discutir delante de nuestros hijos crea un ambiente hostil del cual los chicos no quedan ajenos.

Otras recomendaciones

Algunas recomendaciones adicionales que pueden servir para actuar cuando notamos que el niño reacciona de modo violento son las siguientes:

  • Intervenir a tiempo con límites. Si notas que el niño se está poniendo violento con un compañero, está por romper algún objeto o maltrata a su mascota, es importante intervenir e interrumpir de inmediato esa conducta. 
  • Reforzar los comportamientos deseados y positivos. De esa manera, el niño podrá identificar las emociones que se generan cuando se comporta de manera adecuada y sentirse reconocido.
  • Ofrecer alternativas para la resolución de conflictos. Es nuestra responsabilidad como adultos enseñarles a conversar, a negociar y a pedir ayuda cuando se encuentren en una situación desagradable, en lugar de motivar el uso de la violencia.
  • Ser consistentes con los límites que ponemos. Dejar “pasar algunas” e intervenir en otras envía mensajes ambiguos que no contribuyen a consolidar aquello que queremos que el niño haga o deje de hacer.

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Las etiquetas no ayudan

Cuando nos enfrentamos a los problemas de conducta de los niños, es importante ocuparse del asunto, pero también pensar que se trata, por lo general, de algo transicional. Muchas veces, los progenitores se quedan con la idea de que el niño es violento y se casan con una etiqueta que los estigmatiza y los deja presos de una idea sobre ellos.

Sin embargo, si hay algo que caracteriza a las infancias es la plasticidad y la flexibilidad, de modo que son capaces de aprender, de corregir y de desarrollar nuevos hábitos y comportamientos. Por este motivo, debemos evitar las etiquetas que, lejos de construir, destruyen, atacan su autoestima y les hacen creer que el cambio no vale la pena.

Por último, siempre es bueno preguntarse cómo estamos llevando adelante la crianza, revisar nuestras propias conductas y ser conscientes del tipo de educación que le brindamos a nuestro hijo a partir de nuestra forma de proceder.


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