Los terribles dos años

Los dos años constituyen una pequeña adolescencia en la que el niño comienza a explorar su carácter y a demandar autonomía. Descubre en este artículo cómo afrontarlos.

Niño de dos años jugando en el suelo con un tren de juguete.

Los dos años son una etapa de grandes cambios fisiológicos y psicológicos en los niños, casi como una pequeña pubertad. Comienzan a demandar autonomía y a expresar su carácter de formas que, a veces, pueden desesperar a los adultos.

Esta etapa puede comenzar alrededor de los 18 meses y extenderse hasta los cuatro años. Es una fase normal que hay que atravesar aunque, dependiendo del niño y las circunstancias familiares, puede vivirse de un modo más o menos intenso.

¿En qué consisten los terribles dos años?

Cualquier padre con hijos que ya hayan superado esta edad puede dar fe del cambio radical que experimenta la forma de ser de los niños a los dos años. Algunas de las conductas más frecuentes son:

  • El niño se vuelve caprichoso y quiere imponer sus deseos a toda costa.
  • Se vuelve egocéntrico y posesivo, no quiere compartir.
  • El “no” se ha instalado en su vocabulario y se muestra terco y cabezota. No acepta órdenes ni ayuda de ningún adulto.
  • Se enfada con facilidad, por cosas mínimas. Llora, grita y forma rabietas con frecuencia.
  • En su afán por imponer sus decisiones, algunos niños pueden comenzar a rechazar alimentos o actividades que antes aceptaban sin problema.
  • A pesar de los intentos de los padres, cuando se produce una rabieta, el niño no escucha ni razona.Niña de dos años sentada en el suelo llorando por una rabieta.

Entendiendo a los pequeños

Llegados a este punto de confusión y agotamiento, muchos padres se preguntan quién ha cambiado a su angelito por un pequeño ser humano histérico y descontrolado. ¿Qué ha podido pasar?

A esta edad el desarrollo cognitivo y motor del niño ha evolucionado considerablemente. El pequeño ya es capaz de moverse y desplazarse por sí mismo, al igual que puede razonar y elegir. Comienza a saber lo que quiere y desea lograrlo.

Hasta este momento, su ser se encontraba tan fundido con su figura principal de apego que el niño apenas reconocía la diferencia. Ahora empieza a percibirse como un individuo separado de su madre, con su propia identidad, personalidad y capacidades.

Se desata, entonces, la necesidad de autodeterminación, de disfrutar y utilizar esa diferenciación con su madre. El niño está explorando sus gustos, sus ideas y su carácter. Desea elegir y hacer cosas solo, sin ayuda ni intervención del adulto, y le disgusta enormemente que no se respete esa independencia.

El niño ahora ve sus deseos pero no sus limitaciones. Sabe lo que quiere aunque no sepa muy bien cómo lograrlo. Empieza a ser más consciente de sí mismo y a experimentar emociones más complejas, como el orgullo o la vergüenza.

Sin embargo, aún no posee la capacidad de gestionar ni expresar claramente sus emociones y, ante una negativa de los padres, solo puede reaccionar con berrinches. En ese momento, no es totalmente capaz de comprender por qué no puede obtener lo que tanto desea y por qué se le limita.Hermanos sentados en el suelo con una fruta de la mano.

Es una etapa complicada tanto para los padres como para los niños que, en muchas ocasiones, puede que ni siquiera sepan lo que les ocurre o por qué se sienten tan molestos.

Claves para superar los terribles dos años

A pesar de ser una etapa normal y pasajera, puede resultar realmente desesperante para los padres. La frustración y la impotencia pueden hacerse parte de su día a día y, en ocasiones, se sentirán tan faltos de recursos que querrán tirar la toalla.

Es imprescindible recordar que, aunque lo hagamos todo bien, no veremos resultados inmediatos en nuestros hijos. Las rabietas van a ocurrir y, aún así, el camino de la paciencia, el amor y el respeto siempre será el adecuado.

  • No reacciones con violencia, no grites ni pegues a tu hijo. Mantén la calma y háblale con cariño. Acompaña con paciencia su rabieta y, una vez finalizada, explícale con tranquilidad tus motivos.
  • Cede con mesura. Evita en lo posible darle un “no” rotundo como respuesta; es preferible ofrecer varias opciones para que pueda elegir. Si el deseo del niño es aceptable, cede. Si no es aceptable, mantente firme y acompáñale en su frustración.
  • Trata de mantener unas rutinas y de avisar con antelación al niño de lo que va a ocurrir. Esto le proporcionará seguridad.
  • No le juzgues y critiques duramente por sus rabietas. No lo hace con maldad, está aprendiendo a vivir y, a esta edad, algunos comentarios crueles pueden dañar severamente la autoestima.
Bibliografía

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.

  • De Piaget, T. D. D. C. (2007). Desarrollo Cognitivo: Las Teorías de Piaget y de Vygotsky.
  • Etxebarria, I. (2003). Las emociones autoconscientes: culpa, vergüenza y orgullo. EG Fernández-Abascal, MP Jiménez y MD Martín (Coor.). Motivación y emoción. La adaptación humana, 369-393.
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