La toma de decisiones en los niños
El proceso de toma de decisiones es elemental en la vida cotidiana. Todo ser humano está constantemente haciendo elecciones: ¿qué comer?, ¿izquierda o derecha?, ¿me gusta o me disgusta?, ¿qué hacer ahora y después?, entre otras miles de preguntas que se plantean de forma tan instantánea que casi no nos damos cuenta de que las realizamos.
Las decisiones se comienzan a desarrollar en la infancia, poco a poco. Por esta razón, es muy importante que sepamos guiar a nuestros hijos, ya que así, lograremos que el proceso de toma de decisiones se convierta en una herramienta valiosa en sus vidas, y no un motivo de agobio.
¿Qué es la toma de decisiones?
La toma de decisiones es el proceso mediante el cual seleccionamos la mejor opción dentro del conjunto disponible, para resolver una situación en particular.
De esta forma, el proceso de toma de decisiones puede estar presente en cualquier ámbito: social, familiar, laboral, etcétera. Entonces la opción seleccionada será considerada como la más:
- Beneficiosa.
- Viable.
- Correcta.
- Adecuada.
En otras palabras, en el proceso de toma de decisiones se analizan los datos existentes y en función de las distintas alternativas que ofrece la situación, se elige una para obtener mayor provecho.
Durante la infancia, a los niños se les ayuda a elegir muchas cosas, desde la ropa hasta el alimento, de tal forma que se les permita visualizar qué opciones tienen y por qué unas son mejores que otras.
Si vamos con ellos a una tienda de golosinas, a pesar de que tenemos en cuenta lo que les llama la atención, les ayudamos a decidirse por la mejor opción.
Algunas recomendaciones para la toma de decisiones en los niños
Decidir es un acto de voluntad. Se necesita valor, confianza, discernimiento y criterio. Cuando los niños deciden y lo hacen con firmeza, están demostrando su libertad. A continuación unas recomendaciones para los padres, que tienen la difícil tarea de enseñar a volar a sus hijos.
Evitar la sobreprotección
Para los padres resulta muy difícil evitar el sentimiento de sobreprotección. Esto es porque conocen las dificultades que ofrece la realidad y quieren evitarles dolores a sus hijos. Pero los errores son los que educan; equivocarse y enmendar, templa el espíritu.
Los padres lo han hecho así y no pueden privar a sus hijos de esa experiencia. En todo caso, no podrán evitar que en algún momento les suceda, cuando no estén para evitarlo. Lo mejor entonces y más recomendable, es que tanto los padres como los hijos se enfrenten a la aventura de ensayar y errar.
Valorar el esfuerzo y el aprendizaje a partir de los yerros
Como consecuencia de lo anterior, no tendría sentido abrir las puertas para que experimenten si luego evaluamos de manera negativa el error. No es solo ver el lado positivo, sino reconocer en toda su dimensión el problema; porque eso precisamente es lo que permite el error.
El error ayuda a ver la realidad completa, desde la dificultad y el esfuerzo; permite ver lo que el brillo cegador del triunfo no deja ver.
Cumplir tareas en el hogar
Los niños en casa deben tener obligaciones, tareas acordes a su edad, compromisos que necesitan cumplir con tiempos fijados de entrega. Las nociones de tiempo social fundamentan sus acciones y los preparan para asumir tareas y cumplirlas.
Sopesar y elegir es pensar
Existe una curiosa relación entra la palabra pesar y pensar. Pensar viene del latín ‘pensāre’, que quiere decir pesar o calcular. De modo que entre las dos podemos ubicar un puente, la palabra sopesar, que es justo lo que hacemos al momento de elegir.
Así pues, dejemos que nuestros niños sopesen, es decir, razonen y piensen; tengan opciones y en defintiva, elijan. Estas simples acciones son harto complejas, y responden como vemos a las más altas funciones del pensamiento.
Aportes del proceso de toma de decisiones
Las decisiones permiten a los niños desarrollar:
- La capacidad de discernimiento.
- La capacidad crítica.
- La responsabilidad (y a largo plazo, la ética).
- La empatía, o la capacidad de colocarse en el lugar del otro,
- La gestión de problemas y/o conflictos.
La influencia emocional
Las habilidades para la vida, como define el psicólogo René Diekstra, están relacionadas a la adquisición de destrezas en el ámbito social, emocional y ético que complementan y optimizan las destrezas cognitivas e intelectuales.
La razón y la emoción no se pueden separar. Por ello, aprender a gestionar las emociones es clave para enseñar a tus hijos a tomar decisiones más asertivas. Hay que tener en cuenta que las emociones influyen de manera determinante en la toma de decisiones.
Un niño que sabe gestionar sus emociones brillará no solo en el campo laboral, sino también en otros aspectos de su vida.
Se puede aprender a educar las emociones y así encontrar fácilmente un equilibrio. Según propone Diekstra, en una entrevista con Elsa Punset, para lograr que nuestros hijos aprendan tanto a gestionar emociones como a tomar decisiones, se les puede incluir en actividades que les enseñen a practicar el dominio de sí mismos.
Actividades para gestionar emociones
Las actividades que mejor ayudan al niño a aprender a identificar y gestionar las emociones son las siguientes:
- Artes escénicas
- Teatro
- Danza
- Música
- Artes plásticas
- Pintura
- Dibujo
- Escultura
- Manualidades en general
- Deportes y actividades físicas
No se trata de inscribir a los niños en cuanta actividad existe, ni debemos saturarlos en su día a día. Lo mejor es que sean esporádicas o a modo de hobbie o pasatiempo.
Practica este Decálogo para ayudar a tu hijo a tomar decisiones
Otra alternativa es hacer teatro casero, sesiones de bailoterapia, salir al aire libre y practicar algún deporte en equipo.
Por otra parte, es importante destacar que mientras más los ayudemos a ser independientes, mejor les irá en la vida. Esto no quiere decir que vamos a dejarlos solos, simplemente debemos saber que estamos aquí para guiarlos, aconsejarlos y enseñarles, no para hacer las cosas por ellos.
Si nos vemos tentados a hacerles todo, y a decidir siempre qué es lo mejor para ellos, el día de mañana, tendremos adolescentes o adultos frustrados y/o cohibidos.
El proceso de toma de decisiones es un aporte que les podemos brindar a nuestros hijos para que puedan gestionar las situaciones que se les puedan presentar en su día a día. Bien sean buenas o malas. Además, esto contribuirá a su agilidad mental, creatividad y flexibilidad, lo cual les será de gran ayuda en cualquier ámbito social.
Tanto la agilidad mental como la flexibilidad, constituyen un gran tesoro para la individualidad, ya que de esta forma el niño puede permitirse errar, aprender y seguir adelante con mayor facilidad que si no cuenta con estas herramientas.
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