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La queja en los niños: ¿real o manipulación?

4 minutos
No siempre se trata de berrinches sin justificación. La queja en los niños puede tener un origen importante, que haya que considerar y atender.
La queja en los niños: ¿real o manipulación?
Última actualización: 04 febrero, 2022

La queja en los niños surge como una forma de canalizar la frustración ante una carencia o imposibilidad para resolver un problema. En los pequeños, este recurso es empleado como medio de expresión ante situaciones de inconformidad.

Sin embargo, la queja en los niños puede también convertirse en un método de manipulación.

Cuando la queja no tiene fundamento, es importante corregir este comportamiento en los infantes. Un niño “quejica” o “protestón” es propenso a convertirse en un adulto victimizado, es decir, una persona que se convence de que nada sale a su favor. Como consecuencia, el niño no será capaz de resolver sus propios asuntos.

La queja en los niños es una conducta común a partir de los 5 años. Desde esa edad, el niño siempre empleará este recurso para evadir su responsabilidad. La diferencia estará en la forma en la que los padres canalizarán su reclamo.

La queja justificada

Ciertamente, a los niños se les hace difícil transmitir sus emociones. Esto se debe, en principio, a que carecen de la madurez y los recursos comunicacionales para hacerlo. Entonces, es allí donde la queja surge para hacer saber cómo se sienten.

Una queja justificada es una queja con fundamentos, es decir, aquella cuyo origen es real o sólido. Por ejemplo, una molestia ante un malestar físico o un desagrado ante una situación de acoso escolar, entre otros motivos valederos.

A modo de expresión, la queja en niños les ayuda una transmitir una inconformidad. En el caso de los padres, se trata de un recurso poderoso para saber cómo se sienten sus hijos ante una situación. La queja bien canalizada puede brindar el espacio para una conversación entre padres e hijos.

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La queja en los niños como método de manipulación

En casos más comunes, la queja en los niños ha tomado otro objetivo y se ha convertido en un medio para obtener algo. Su uso constante, acompañado de pataletas y gritos, coaccionan a los padres en el capricho por conseguir lo que quieren.

Cuando la queja se da bajo estas circunstancias, carece de fundamentos que validen una necesidad. Entonces se convierte en un recurso de manipulación en el que caen muchos padres para evitar el conflicto.

Por naturaleza, la queja acompaña a los niños desde los 5 años. Es una manera de hacer frente a los cambios, pero también de medir su fuerza. La educación temprana evita hacer de la queja en niños un hábito que se extienda a la vida adulta.

“En los pequeños, la queja es empleada como medio de expresión ante situaciones de inconformidad. Sin embargo, la queja en los niños puede también convertirse en un método de manipulación”

¿Cómo manejar el exceso de queja en los niños?

Una manera efectiva de controlar la queja en los niños es observar su origen. Cuando no existen motivos reales o sólidos para la queja, lo mejor es ignorar su demanda. Si bien no existe la fórmula mágica para eliminarla, algunas recomendaciones pueden ayudar:

  • Atender una sola llamada. Cuando la queja se emplea como recurso de manipulación, el niño puede estarse quejando repetidamente. Por lo general, la primera queja es la que guarda el malestar real.
  • Buscar el origen. ¿Por qué el niño se queja? ¿Cuál es la razón? ¿Tiene motivos reales para quejarse? Estas preguntas pueden ayudar a ver la queja de una manera más objetiva.
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  • No ceder ante la queja por manipulación. Cuando se está en presencia de un intento de manipulación, hay que evitar ceder ante la demanda. A medida que el niño entienda que puede conseguir lo que quiere, la queja se intensificará en lugar de desaparecer.
  • Ignorar los berrinches o reclamaciones. Si la queja está acompañada de pataletas, lo más recomendable es ignorar la situación. Lo indicado en estos casos es esperar que el niño se calme para conversar sobre su comportamiento.

Los efectos de la queja sobre las personas

Algunos especialistas coinciden en que la queja tiene un efecto negativo sobre el cerebro de las personas. Estar expuesto constantemente a quejas puede aletargar su funcionamiento; basta con un mínimo de 30 minutos para que el cerebro disminuya sus funciones.

Además, la queja puede ser detonante de depresiones severas. Puede acarrear efectos como baja autoestima, inseguridad e incapacidad de superación. Por estas razones, las personas que se quejan constantemente son consideradas personas tóxicas.

Lo mismo ocurre en el caso de los más pequeños. La queja en los niños puede causar en ellos condiciones que eviten su desarrollo personal o profesional.


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