Durante el proceso de gestación el médico nos habla de forma reiterada sobre la placenta. Aquí te explicamos la importancia de este órgano en el embarazo.
Cuando una mujer está embarazada existe una cantidad de órganos en nuestro cuerpo que intervienen para garantizar la vida y el crecimiento adecuado del bebé. Uno de ellos es la placenta.
Este órgano es el principal responsable, junto al cordón umbilical, de mantener la conexión directa entre la madre y el feto. La placenta se encuentra en la primera capa del útero, o incluso detrás y va creciendo durante los nueves meses de gestación.
Este tejido interno nace, crece y muere. El mismo tiene su origen en la fecundación, específicamente a partir del sexto día. A continuación te explicamos 5 funciones de la placenta.
Garantiza la nutrición del bebé en gestación
Gracias a la “torta circular” como algunos le llaman, el niño puede alimentarse de forma correcta y sin interrupción.
Su principal labor se basa en transmitir los nutrientes indispensables para el crecimiento y desarrollo del pequeño durante el embarazo.
La realidad es que el contacto entre la madre y el embrión nunca es directo. La placenta trabaja como un tubo que facilita intercambio. El bebé extrae de la sangre materna todo lo que necesita para desarrollarse en el vientre: carbohidratos, oxigeno, grasas, entre otros.
Recientes estudios señalan que a través de este canal se produce el tránsito de las células madres, empleando como medio el torrente sanguíneo. Recordemos que estas son regenerativas de tejidos dañados y células muertas.
Contribuye a proteger el sistema inmunológico y biológico
Las mujeres en estado de gestación suelen preguntarse si es posible que el niño se enferme mientras está en el cuerpo de la madre. La respuesta a esta interrogante es no. Esto se debe a que la placenta trabaja de forma muy similar a un filtro.
Esta se encarga de evitar que pasen los virus, parásitos o bacterias que pudiesen generar un daño a nuestro hijo. Al mismo tiempo, impide que el sistema de defensa de la madre ataque al bebé.
Este aspecto es fundamental ya que si el organismo de la madre descubriese la presencia del chiquillo, los antivirus actuarían contra el feto. La placenta no puede proteger al pequeño de enfermedades como la sífilis, el sida y otros agentes perjudiciales como las drogas.
La placenta como escudo protector
Este tejido interno ofrece mayor defensa al feto. Esto es gracias al líquido amniótico que va cambiando durante el embarazo y a las membranas de la bolsa. Estos factores lo resguardan sobre todo de posibles impactos externos.
Debemos destacar que si esta no cumple su rol durante el embarazo tu médico podría entrar en alerta. Esta bolsa de líquido es la que garantiza la vida de tu bebé. Por eso es tan importante el chequeo mensual.
Además, este órgano es responsable de lograr la temperatura adecuada para el feto, así como para mantener cerrado el espacio donde crece el embrión. Por todo esto, cumplir con una dieta saludable y realizar las visitas al obstetra es algo vital.
Facilita la excreción de los desechos y promueve la funciones endocrinas
La placenta posee una variedad de beneficios que garantizan la vida del niño. Según algunas investigaciones se ha demostrado que tiene la tarea de purificar y transmitir a la madre todos los desechos producidos por el embrión.
Esto se debe a que los órganos del infante no están desarrollados en un 100%. Así mismo, esta bolsa promueve la producción de hormonas que contribuyen a hacer más llevadero el embarazo.
Nuestro organismo requiere de ayuda para tolerar el cuerpo del retoño. Es aquí donde este tejido interno juega un papel relevante ya que proporciona todos los elementos extras que harán falta para que la madre y el pequeño puedan subsistir de la forma más sana.
Va de la mano con el embarazo
Está demostrado que la mejor aliada del proceso de gestación es la placenta. Además, esta evoluciona de acuerdo al embarazo. Algunos señalan que al dar a luz la misma puede llegar a medir entre 2 y 3 cm de grosor y 20 centímetros de diámetro.
La placenta te acompañará durante nueves meses y envejecerá a las cuarenta semanas para morir cuanto tu retoño llegue al mundo. Su razón de ser es mantener las condiciones propicias para la vida. Ahora sabes lo protagónica que es durante tu embarazo.