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4 juegos para trabajar la alimentación saludable

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Hablar sobre la alimentación saludable es mucho más que referirnos a las proteínas o las calorías. Implica lograr que los chicos puedan reconocer texturas y sabores y que aprendan a tomar buenas decisiones respecto de su dieta.
4 juegos para trabajar la alimentación saludable
Última actualización: 12 octubre, 2022

Como son las personas adultas quienes tienen la responsabilidad de ocuparse de la alimentación de los niños, muchas veces esta tarea queda reducida únicamente a su participación. Sin embargo, permitir que los chicos se impliquen a través de juegos en la alimentación saludable, es una excelente oportunidad para empezar a hablar de hábitos de comida, de recomendaciones y de pautas de autocuidado. Veamos entonces algunas ideas para aprender a comer mejor y hacerlo ¡jugando!

4 juegos para trabajar la alimentación saludable

A continuación, te contamos algunos de los juegos para niños a tener en cuenta para trabajar la alimentación saludable.

1. Enseñar a que los niños hagan las compras

Ya sea que nos acompañen realmente o que simulemos tener un supermercado en casa, esta es una de las formas para que los pequeños aprendan a comer de manera saludable. Por ejemplo, podemos indicarles que queremos hacer una tarta de verduras. A continuación, realizamos una lista de compras con el nombre de los alimentos y la cantidad que precisamos de cada uno. Luego, les damos dinero (podemos hacer plata de colores en papel) para realizar la compra. Además, se pueden intercambiar los roles de vendedor y cliente y aprovechar para hacerles preguntas o brindarles datos.

2. Cocinar con los niños 

Otra de las formas de promover una alimentación saludable es asociándola con un plan divertido, como puede ser cocinar juntos. De esta manera, los chicos pueden convertirse en ayudantes de cocina. Ese será un momento ideal para hablar sobre los alimentos y sus propiedades, explorar sus texturas y sabores, o reconocer sus aromas y colores, entre otras cosas.

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Permitirles a los niños que nos ayuden en la cocina y presentar los platos de manera original y divertida es una buena forma de incentivarlos a llevar una alimentación saludable.

3. Preparar platos con formas divertidas

Existen diferentes moldes que nos permiten darle distintas formas a la comida. Por ejemplo, podemos presentar ciertos alimentos cortados en cuadrados, triángulos o corazones. De repente, nuestro plato se puede convertir en una obra de arte que a los chicos les resultará divertida e interesante y los animará a probar.

4. Crear el semáforo de los alimentos

Una buena idea puede ser hacer una lista de alimentos que los chicos deben clasificar en el color del semáforo correspondiente según la frecuencia con que debemos comerlos. El rojo significa que hay que evitar su consumo cotidiano o que debe hacerse con mesura; el verde indica que dichos comestibles deben incluirse en nuestra dieta de manera frecuente; por último, el amarillo señala que estos alimentos deben estar presentes con cierta regularidad.

Otras recomendaciones sobre la alimentación

Además de preocuparnos por aquello que se sirve en el plato, también debemos pensar en la comida como un ritual. Especialmente, se debe tener en cuenta que también tiene un componente social y cultural importante. Por ejemplo, en muchas sociedades, ofrecer una comida típica es una forma de agasajar a alguien de otro país. Entonces, veamos también algunas recomendaciones sobre la alimentación:

  • Facilitar que el momento de la comida no se realice en simultáneo con otras actividades. El aspecto saludable de la alimentación no solo tiene que ver con los ritmos, sino también con la forma en que comemos. Es importante que los niños puedan ser conscientes de lo que consumen y que disfruten la comida.
  • No siempre podremos preparar un juego en torno a la comida. A veces, entre la agenda cotidiana, hay prisa y hambre. Sin embargo, sí podemos reservar un día de la semana para hacerlo. En otros momentos, al servir los alimentos, podemos contarles a los menores por qué elegimos ese menú y cuáles son las características que lo hacen saludable.
  • Tener en cuenta las edades de los niños para adaptar el juego. Cuando los pequeños ya saben leer o incluso cuando son adolescentes, podemos hablar en otros términos o apostar por otros recursos. Por ejemplo, incentivar a leer las etiquetas de los productos: ¿qué quiere decir alimento saturado en grasas?, o recomendar series, videos en TikTok, libros o documentales que se refieran al tema. Incluso, también se pueden trabajar temas sociales como la violencia estética o el cuidado que tienen algunas personas respecto de ciertos alimentos (como en el caso de la celiaquía), entre otros.
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Generar hábitos y hablar sobre las propiedades de los alimentos les permitirá a los pequeños tener conciencia sobre lo que consumen y poder disfrutar de la comida.

Repensar nuestra manera de hablar de la comida

Los niños siempre son una fuente de aprendizaje, ya que al transmitirles conocimiento, también debemos revisar algunas de nuestras prácticas. En este sentido, muchas veces, aunque sin intención, transmitimos valores e ideas respecto de ciertos alimentos. Esto puede llevar a que creemos ciertas ideas en ellos y a que condicionemos su relación con la comida.

Por ejemplo, es común que los adultos hagamos referencia a que tenemos ganas de comer “algo gordo” cuando sentimos deseo de alguna comida calórica, como un pastel de chocolate o una hamburguesa con papas fritas. Sin embargo, esa expresión está cargada de una valoración negativa respecto de la gordura o el sobrepeso. En su reemplazo, podemos nombrar a la comida en cuestión o buscar una expresión más acertada. O bien, cuando decimos que un alimento es malo o bueno, lo mejor es apelar a decir que es más saludable o menos saludable.

A su vez, si somos educadores, siempre hay que tener mucha sensibilidad y tacto cuando enseñamos los hábitos saludables de la alimentación. A veces, podemos referir como una práctica inadecuada aquello que es una costumbre cultural o social en determinadas familias. Por ejemplo, cuando decimos que algún plato no se recomienda para las infancias y esa comida es, justamente, la que cocina nuestra abuela.


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