3 claves para mejorar las meriendas de tus hijos y hacerlas más saludables
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Mejorar las meriendas de tus hijos para hacerlas saludables no siempre es sencillo. Ahora bien, conviene optimizar esta comida en la pauta de los niños, ya que corre el riesgo de no ser de buena calidad. En este momento del día se suelen consumir una gran cantidad de ultraprocesados industriales, que son alimentos que concentran en su interior azúcares simples y grasas de tipo trans. En este artículo te contamos algunas claves para mejorarlas.
Antes de comenzar hemos de comentar que los carbohidratos simples pueden aparecer puntualmente en las rutinas, pero no deben consumirse de manera frecuente. De lo contrario, podría desequilibrarse el estado de inflamación en el medio interno y dar lugar a patologías complejas. Esto sucede sobre todo cuando no se realiza el ejercicio físico suficiente.
Claves para mejorar las meriendas
A continuación, vamos a mostrarte una serie de claves que has de tener muy en cuenta para mejorar las meriendas y conseguir así un aporte de nutrientes óptimo. Ten en cuenta que una dieta adecuada ha de combinarse con otros hábitos de vida, como la práctica de deporte, para lograr mantener la salud a medio plazo.
1. Elige siempre una fuente proteica
Incluir proteínas de buena calidad y de alto valor biológico en la merienda resulta determinante de cara a conseguir que los procesos de desarrollo y crecimiento se ejecuten de manera eficiente. De acuerdo con un estudio publicado en la revista Annals of Nutrition & Metabolism, es importante garantizar la presencia de al menos 1 gramo de proteínas por kilo de peso al día en la dieta de los más pequeños. Esta dosis se aumentará incluso si la cantidad de ejercicio físico es elevada.
Una de las mejores fuentes de proteínas para consumir en la merienda son los lácteos. Tanto los yogures como la leche y el queso aportarán nutrientes de alto valor biológico, que cuentan con todos los aminoácidos esenciales en su interior y con una excelente puntuación en cuanto a digestibilidad. Ahora bien, se pueden complementar con otras alternativas de origen vegetal, como es el caso de los frutos secos.
2. Evita los ultraprocesados
La mayor parte de los alimentos de tipo ultraprocesado concentran en su interior grasas trans y azúcares simples en exceso. Esta clase de lípidos se ha demostrado que pueden desencadenar una respuesta inflamatoria que podría dañar el funcionamiento de la fisiología humana. Las grasas son buenas, pero solo cuando proceden de productos frescos de alta calidad.
Con ciertos comestibles, como los embutidos, también hay que tener cuidado. A pesar de que son una fuente de proteínas, pueden contener aditivos alimentarios en su interior, como es el caso de los nitritos y de los sulfitos. Este tipo de conservantes se ha llegado a relacionar con un mayor riesgo de desarrollar tumores asociados al tubo digestivo, sobre todo cuando aparecen en la pauta de manera regular.
3. No olvides los vegetales
Los expertos en nutrición recomiendan la presencia de 5 raciones de frutas y verduras en la dieta diaria. Estas son fuente de micronutrientes esenciales y de fitoquímicos de alta calidad que se necesitan para lograr la homeostasis en el medio interno. La merienda no deja de ser una excelente oportunidad para el consumo de una de estas raciones para lograr cumplir con los requerimientos de cada jornada. Ahora bien, por cuestiones de practicidad, lo mejor será ingerir una fruta en este momento.
Mejora las meriendas de tus hijos y hazlas saludables con estas claves
Con las claves que te acabamos de dar conseguirás mejorar significativamente las meriendas de tus hijos y que ellos adquieran una serie de hábitos más saludables. Y es que lograr un aporte nutricional suficiente será determinante de cara a estimular los procesos de desarrollo y crecimiento, además de evitar la génesis de patologías crónicas que puedan afectar su bienestar con el paso de los años.
Por último, ten en cuenta que estos consejos se deben complementar con otras buenas rutinas fuera de la propia alimentación. En este sentido, marcará la diferencia el hecho de que los más pequeños realicen ejercicio físico de manera regular. Sobre todo conviene enfatizar el trabajo de fuerza para lograr que la densidad mineral ósea máxima aumente. Así, se reduce mucho la incidencia de la osteoporosis en un futuro e incluso se logrará controlar mejor la inflamación en el medio interno.
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