Al igual que a ti, las emociones envuelven a tu hijo todos los días. Siente felicidad cuando gana un torneo, tristeza cuando se le rompe un juguete, enojo cuando no lo participan de un juego y aburrimiento cuando no tiene con quién compartir su tiempo.
Sin embargo, a menudo esas emociones quedan contenidas y no logran salir a la luz por múltiples causas. Quizás algunas sean más fáciles de exteriorizar, como la alegría, pero otras no lo son tanto.
Como adultos, podemos intuir que algo le sucede a nuestro niño, pero no siempre sabemos cómo ayudarlo. O, cuando intentamos hacerlo, nos chocamos con una pared. Veamos qué podemos hacer cuando un hijo no comunica sus emociones.
Cómo ayudar a mi hijo a expresar sus emociones
Cuando tu hijo no sabe cómo comunicar lo que siente, es un buen momento para preguntarte si en tu casa el clima es propicio para hacerlo.
En ocasiones, no somos conscientes de que algunos de los mensajes que les transmitimos inhabilitan la expresión de las emociones. Por ejemplo, es común escuchar “no es para tanto” o “no llores, ya eres grande”, entre otras frases trilladas. Aunque nuestra intención última no sea aplacarlos, sino consolarlos, lo que acabamos por comunicarles es que solo le concedemos espacio a las emociones positivas.
También, debemos saber que somos la principal referencia que tienen los menores a la hora de gestionar lo que experimentan por dentro; somos a quienes imitan y de quienes aprenden cómo comportarse.
El contexto social y cultural en el que nos manejamos también dispara ciertos mensajes respecto a lo debido e indebido de sentirse de determinada manera. Nadie se siente cómodo de llorar en público, pero no tiene problemas en echarse a reír a carcajadas. Sin embargo, hay que procurar enseñarles a los chicos que no hay emociones adecuadas ni inadecuadas. Lo que sí puede calificarse de esa manera es el comportamiento, es decir, la forma en la que expresamos nuestro sentir y cómo nos dirigimos a los otros.
Por otro lado, es necesario reconocer que no todos los infantes son iguales. Cada quien tiene su estilo y debemos acompañarlos de una manera particular. Hay niños que usan un torbellino de palabras y gestos para expresar lo que les sucede, mientras que otros necesitan un “empujón” para empezar a comunicar lo que les pasa.
Conocer al niño o niña que tenemos en frente es clave para poder orientar mejor nuestras estrategias. Por supuesto, la edad también es un factor determinante, pues los niños aprenden a nombrar, a identificar y a integrar sus emociones de a poco. En ese camino, los adultos somos los mayores referentes.
Claves para ayudar a tu hijo a comunicar sus emociones
Además de empatizar con los hijos e intentar comprender cómo se sienten, existen algunas recomendaciones para ayudarlos a expresar las emociones.
1. Usa preguntas que se vivan como un rodeo a ciertas situaciones
Por ejemplo, ¿cómo fue tu día? ¿Cuál fue tu momento favorito de la jornada? De esta manera, el niño podrá contar lo que desee cuando lo desee.
También, podemos generar una conversación al compartir lo que a nosotros nos sucede e interpelarlo con ¿a ti te pasa? ¿Te ha sucedido alguna vez? Esto lo motivará a revisar en su interior sus emociones y a poner en práctica el ejercicio de exteriorizarlas.
Por ejemplo, “hay días en que no quiero conversar con mis compañeros del trabajo porque me siento enojado, ¿te ha ocurrido alguna vez?”
2. Ayuda a tu hijo a identificar las sensaciones corporales o físicas de sus emociones
Quizás así también le resulte más fácil reconocerlas. Puedes romper el hielo y decirle algo así: “cuando me enojo, siento un calor muy fuerte en la cara”. O también, “cuando estoy nervioso siento un nudo en la garganta, ¿te ocurre lo mismo? ¿Qué sientes tú?”
3. Dale tiempo, escúchalo y aprende a contenerte
Muchas veces, queremos darles a nuestros pequeños las soluciones o las recetas mágicas, que poco tienen que ver con lo que ellos realmente necesitan. Se trata más bien de evitarles el sufrimiento, en lugar de permitirles aprender a reconocer cómo se sienten y de orientarlos a que ellos mismos encuentren una solución.
Por eso, cuando notes que tu hijo no está del todo bien, escucha lo que tiene para decir y déjalo hacer.
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4. Busca implementar estas recomendaciones de forma atractiva
Los juegos, los cuentos y las películas son recursos muy útiles para alcanzar este objetivo, ya que les permiten conversar sobre las emociones a través de los personajes. Incluso, podemos ser quienes iniciemos la conversación: “¿pudiste darte cuenta de cómo reaccionó el protagonista cuando le ocurrió tal cosa?”
Validar las emociones: el camino hacia una autoestima fuerte
Cuando escuchamos acerca de la importancia de la expresión de las emociones desde la infancia, en realidad hay mucho más que habilitar los espacios para el llanto o la risa.
Se trata de permitirles a los niños ser como son, validar cómo sienten y cómo viven sus experiencias, desarrollar la habilidad de aprender de sí mismos y de resultar fortalecidos ante la adversidad.
Sin dudas, esta es la plataforma sobre la cual se asienta una buena autoestima y una mejor calidad de vida. Pues les permite a los pequeños aprender a ser auténticos y no tener que fingir un personaje que no existe.
El costo que se paga por reprimir las emociones es muy alto. Además de ansiedad y angustia, nos impide el autoconocimiento, nos deja encerrados en respuestas rígidas y disfuncionales y nos lleva a obviar el rol más importante de las emociones: el de señalarnos cómo estamos.
Bibliografía
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- Heras Sevilla, Davinia , & Cepa Serrano, Amaya , & Lara Ortega, Fernando (2016). DESARROLLO EMOCIONAL EN LA INFANCIA. UN ESTUDIO SOBRE LAS COMPETENCIAS EMOCIONALES DE NIÑOS Y NIÑAS. International Journal of Developmental and Educational Psychology, 1(1),67-73.[fecha de Consulta 25 de Abril de 2022]. ISSN: 0214-9877. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=349851776008
- Seitun, Maritchu (2013), Capacitación emocional para la familia, Grijalbo.