Los niños necesitan crecer en una familia que les transmita seguridad y confianza. La familia es una de las fuentes básicas de apoyo para los niños. Pero en ocasiones la familia no solo no es un hogar seguro para los niños, sino que se convierte en un factor de desequilibrio emocional. Este tipo se las denomina familias tóxicas.Se trata de aquellas que tienen actitudes dañinas para los niños que pueden afectar a su estabilidad emocional o psicológica. Muchas veces estas familias no son conscientes de que su comportamiento puede afectar a los niños. Estas familias no se dan cuenta de que los niños se pueden sentir afectados con esa forma de educar.
Rasgos que caracterizan a las familias tóxicas
Educar a los niños es siempre complicado para todos los padres. El problema surge cuando los padres tienen algunas actitudes negativas que pueden influir en los niños. Los padres pueden no ser conscientes de estar aplicando estas actitudes.
Una de ellas puede ser culpar a los niños de lo que no han podido hacer por cuidarles cuando son pequeños. Por ejemplo, no haber acabado los estudios que queríamos hacer o no haber progresado en nuestra carrera profesional. Los niños crecerán con un sentido de culpa que seguro les va a afectar en un futuro. Estos niños suelen tener problemas para tomar sus decisiones por miedo a las consecuencias de las mismas.
Otra actitud negativa es etiquetar a los niños desde pequeños con términos “eres un trasto” o “no conozco un niño más vago”. Una vez puestas estas etiquetas es muy complicado que los niños puedan crecer sin el lastre que les crean. Las etiquetas dañan la autoestima de los niños y a la larga pueden crearles también problemas psicológicos y emocionales importantes.
Lo mejor es nunca se pongan a los niños ni etiquetas ni motes ni apodos. Los niños tienen que ser valorados por su actitud y su trabajo diario, no por las etiquetas que se les puso un día poco afortunado.
Tampoco es una actitud adecuada que les estemos todo el día metiendo miedo con lo que les puede ocurrir. “Si te subes a ese tobogán, te vas a romper los dientes”, por ejemplo. Tenemos que ser conscientes de que los niños no tienen en su infancia ningún sentido del peligro.
Apostar por la comunicación familiar
Tenemos que hablar con ellos y explicarles lo que les puede ocurrir si se suben a un tobogán en el parque que no es adecuado para su edad. Así podremos prevenir no solo el peligro de esta situación, sino también los posibles accidentes en el futuro. Si los niños viven con miedo a lo que no conocen, serán en el futuro personas inseguras. Tienen que ser capaces de valorar por sí mismos cuando van cumpliendo años los riesgos.
Tampoco es una actitud positiva decirles la clásica advertencia de que si se portan mal no los vais a querer, sobre todo cuando son muy pequeños. Los niños tienen que saber que los padres les queremos siempre y sin condiciones. Si condicionamos nuestro cariño a las actitudes del niño, crecerá pensando que no merece el amor de su familia.
Por último podemos citar como otra actitud negativa: el estar siempre sobreprotegiendo a los niños. Por ejemplo, no dejarle ir de excursión porque el autobús podría tener un accidente en la carretera. No solo crearemos un miedo infundado en el niño, sino que la próxima vez que vaya de excursión se acordará y no querrá ir. Tenemos que cuidar a los niños pero sin sobreprotegerlos. Los niños tienen que explorar nuevos mundos y vivir nuevas sensaciones para convertirse en adultos seguros.
Un cambio de actitud
Todas estas actitudes negativas propias de una familia tóxica muchas veces no son reconocidas por los padres. Seguramente porque ellos fueron criados así por sus padres en su infancia y no piensan que les están creando a sus hijos ningún perjuicio o problema.
Las familias tienen que ser siempre una fuente de cariño y seguridad para los niños. Nunca deben ser una causa de ansiedad o inseguridad. Si condicionamos el amor a determinados comportamientos o logros, sentirán que no los queremos. Los padres podemos cambiar en cualquier momento esas actitudes negativas y lograr que la familia siempre sea una fuente de seguridad y amor.
Bibliografía
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- Rojas-Marcos, L. (2014). La familia: De relaciones tóxicas a relaciones sanas. Grijalbo.
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- Carballo Márquez, A. (2017). Cerebro, estrés y parentalidad. http://repositori.uic.es/handle/20.500.12328/948