Cuando tu hijo está en mitad de una rabieta es probable que sea muy difícil para ti controlar tus emociones. Una rabieta es un estallido de emociones que los niños no saben controlar porque no pueden expresar con palabras lo que les está sucediendo o lo que les molesta. Es necesario aprender algunas estrategias para poder lidiar con las rabietas y comprender, que no son tan malas cómo parecen.
Las rabietas y los niños pequeños
Las rabietas parecen algo de lo más desagradable, terribles… pero solo son una clara señal de que tu hijo/a necesita tu apoyo y tu compresión más que nunca. Las estrategias más simples son las que te ayudarán a conseguir el control de la situación y que tu hijo se sienta seguro y a cooperar por una mejora de la situación para todos.
Los niños pequeños en edades entre 1 y 4 años aún no han desarrollado buenas habilidades de afrontamiento, pero normalmente las rabietas suelen empezar porque no consiguen lo que quieren o saben expresar lo que siente.
Para los niños de entre 1 y 2 años, las rabietas a menudo derivan de intentar comunicar una necesidad básica pero no tener las habilidades lingüísticas necesarias para poder transmitirlo correctamente. Cuando esto ocurre aparece la frustración y lanzan un ataque para mostrar sus sentimientos.
Para los niños más mayores, las rabietas son una lucha de poder, es a partir de los 3 y 4 años cuando están creciendo en autonomía y son muy conscientes de sus necesidades y deseos. Quieren mostrarte que tienen sus propias decisiones y quieren ser respetados.
1. Ignora la rabieta
En esta estrategia hay que tener mucho ojo, ignorar la rabieta no significa (bajo ningún concepto) ignorar a tu hijo y no hacer caso de las emociones que te está mostrando. Se ignora el comportamiento, pero no a tu hijo. Cuando tu hijo está fuera de sí es porque está fuera de control (la corteza frontal del cerebro donde se toman las decisiones está bloqueada) y es por esto que tu hijo necesita tu guía cuando esté más calmado.
2. Dale espacio a tu hijo
Muchos niños cuando tienen una rabieta necesitan tener su espacio para poder tranquilizarse. Sólo tendrás que asegurarte que no hay nada a su alrededor que le pueda hacer daño (porque con la rabieta no piensan y son capaces de hasta autolesionarse). Así podrá junto con tu ayuda, a controlar sus emociones y sentimientos, entenderlos y poder recuperar el autocontrol. Nunca participes en los gritos o en las luchas de poder de tus hijos, es necesario proporcionar espacio y un buen ejemplo de equilibrio emocional.
3. Averigua qué le ocurre a tu hijo
Es necesario averiguar qué es lo que le está creando esa frustración a tu hijo, saber qué es lo que le ha llevado a ese estado emocional extremo. Esto es necesario sobre todo para niños de dos años o dos años y medio que tienen un vocabulario de unas 50 palabras pero no pueden enlazar más de dos palabras a la vez.
Su vocabulario es limitado pero tiene una gran variedad de pensamientos, deseos y necesidades que intenta comunicar y que cuando no se consigue genera una gran frustración. Es importante enseñar a tu hijo formas alternativas de comunicación para expresar lo que quiere, como señalar acompañando las palabras (por ejemplo: más -señal de más- leche -palabra “leche”-).
Pero si lo que le ocurre a tu hijo es algo más emocional, entonces deberás averiguar qué es lo que le causa malestar. Quizá tenga miedo a la oscuridad, no le guste la presencia de una persona, no quiera llevar la ropa que le has puesto y prefiera otra, etc.
4. Háblale en voz baja
A través de la voz se expresa el estado de ánimo, de tal modo que hablar a gritos traducirá enfado. Obviamente, hablar en un tono bajo expresa una sensación de tranquilidad y autocontrol.
Para lidiar con las rabietas, háblale suave y en general en un tono que le aclare que estás calmado y que allí estás para recibir sus razones e intentar comprender lo que le pasa.
Si subes el tono de voz, querrá hablar más alto que tú, buscará imponerse. No escales, sal de la espiral de la ofuscación, y háblale para que el mundo a su alrededor cobre forma, recobre el sentido.
5. Logra hacer que hable
Una pregunta desarmaría los motivos de la violencia o la iracundia: ¿cuál fue la causa de la rabieta? Lograr que narre la experiencia lo ayuda a hacer consciencia de sus emociones, lo cual es el primer paso para alejar los episodios de berrinche.
Si logra hablar, buscará razonar y explicar. Aquí lo puntual no es quedar satisfechos de la explicación, sino permitir que desarrolle aspectos que bullen en su interior y que se traducen al hacerlo, en control de las emociones.
Tras el descontrol y la agresión física, la comunicación asertiva les permite a los niños explicar lo que sienten y comprender que está bien hablar de lo que les pasa. También de lo que les gusta y disgusta, como de lo importante que es relacionarse y preocuparse por los demás.
6. Anímalo a hallar otra solución
Para lidiar con las rabietas, primero procura calmarlo con abrazos y tiempo fuera. Si logras iniciar una conversación, proponle que te explique lo que desea. Las palabras le dan forma a los deseos por lo que debes intentar negociar, encauzar sus requerimientos.
Tal vez al explicar no solo encuentre la calma sino que la importancia o antojo de lo que busca, disminuya. Muchas cosas se acrecen frente a nuestros ojos cuando son inalcanzables. Las palabras acercan las cosas, las hacen como palpables, así que la ansiedad que produce su lejanía o inaccesibilidad se reduce.
7. Establece límites y normas
Las normas y límites deben estar claramente establecidos. Aprovecha para reforzarlas y recordarlas, para que no estén revestidas de capricho, de exigencia de última hora.
Al estar presentes y como a la mano, podrás exigir su cumplimiento. El niño sabrá a qué atenerse y salirse de la norma estará lógicamente acompañado de una sanción. La rabieta es una ofuscación primaria, derivada de problemas de regulación de la conducta, esto es el niño aún no sabe cómo enfrentarse a un acumulado de tesiones.
En tal sentido, todo el esfuerzo ha de estar dirigido a evitar que el niño utilice la rabieta para obtener las cosas. Canalizar sus deseos y modelar las forma de acceder a lo que necesita, dentro de un marco cada vez más racional de necesidades propias de su edad y nivel de desarrollo.
8. Da el ejemplo
Si también estallas ante situaciones cotidianas, será ese el modelo a imitar que encontrará tu hijo. Nos toca a los padres enseñar a manifestar las emociones, a regularlas. No está mal el enojo de por sí, solo que se necesitan formas aceptables de comunicar la ira o la frustración.
Si te observa fuera de sí, es muy probable que lo considere la forma natural de responder a la rabia y poco aceptará correcciones o se sentirá más confundido.
“El estado de reactividad del cerebro inferior no sabe qué hacer con muchas de las palabras del cerebro superior. A menudo, en los momentos de reactividad, las expresiones no verbales (como los abrazos y las expresiones faciales empáticas) son mucho más poderosas”.
Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson
9. Abraza a tus hijos
Puede ser complicado abrazar a un hijo para algunos padres cuando el pequeño está en mitad de una rabieta, pero la realidad es que es algo que necesitáis los dos en estos momentos. Es necesario abrazar a los hijos para que sepan que a pesar de ese comportamiento no estás enfadado y que estás a su lado para orientarle a estar mejor y a que aprenda a controlar esas emociones que tanto daño le hacen.
Estas son algunas de las formas de lidiar con las rabietas, para que puedan estar bajo control y que tu hijo sienta que realmente estás a su lado emocionalmente siempre que te necesite.
https://eresmama.com/4-causas-mas-frecuentes-se-esconden-tras-rabietas/
Bibliografía
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