El queso es uno de los alimentos recomendados en cualquier dieta. Este cuenta con nutrientes esenciales en su interior como minerales y vitaminas. Además, es capaz de aportar una cantidad significativa de proteínas de alto valor biológico. Ahora bien, es determinante saber cuándo pueden empezar a comer queso los niños.
Hay que tener en cuenta que durante los primeros meses de la alimentación complementaria no se pueden introducir todos los comestibles. Algunos de ellos han de restringirse o limitarse con el objetivo de prevenir problemas digestivos, alergias, intolerancias o atragantamientos.
El queso se puede introducir en la dieta de los niños mayores de 6 meses
A partir de los 6 meses de lactancia materna exclusiva se puede comenzar a introducir otros alimentos en la dieta. El queso es uno de ellos, aunque no todos valen. Es importante prestar atención a los etiquetados para comprobar que aquel elegido cuenta solamente con leche, sal, cuajo y enzimas. Además, es fundamental que siempre haya superado un proceso de pasteurización.
Algunos tipos de quesos frescos no sometidos a tratamientos térmicos podrían contener en su interior bacterias como la Listeria. Si un niño ingiere este microorganismo podría desarrollar un problema de salud grave, por lo que es algo que se debe evitar a toda costa. Hay que destacar que el sistema inmune de los niños está inmaduro y no es capaz de luchar contra muchas infecciones. Los quesos duros tienen menos riesgo de contener microorganismos. De este modo, pueden ofrecerse con un rango de seguridad alto.
No escojas quesos bajos en grasa
A la hora de ofrecer queso a un niño es importante evitar aquellos que cuentan con un bajo contenido en grasa. Este nutriente es necesario para asegurar el equilibrio hormonal, para proteger el tejido magro y para permitir un aporte de vitaminas liposolubles. Se trata de un elemento que no se debe restringir.
Los quesos grasos, por lo general, cuentan con una densidad nutricional superior. También concentran en su interior proteínas de alto valor biológico, que son necesarias para el desarrollo de la masa muscular. De acuerdo con un estudio publicado en la revista Annals of Nutrition & Metabolism, es importante asegurar una ingesta diaria de 1,3 gramos de proteína por kilo de peso en los niños.
No obstante, trata de no ofrecerle a los pequeños aquellos quesos de sabor muy fuerte, ya que no suelen ser bien aceptados. Por ello, es mejor opción comenzar por las variedades más suaves. De esa manera, podrán acostumbrarse de manera paulatina a las características organolépticas de estos alimentos. Al mismo tiempo, es importante rallar el queso o cortarlo en trozos pequeños para evitar el riesgo de asfixia. Aun así, siempre deberás vigilar al niño mientras manipula este comestible para asegurarte de que todo sale bien.
Reacciones alérgicas al queso
Hay que tener en cuenta que los niños pueden desarrollar alergia a las proteínas de la leche de vaca. En este caso no podrán consumir queso, ya que dicho alimento le provocará síntomas de gravedad. Así lo evidencia una investigación publicada en la revista Clinical Pediatrics. Si detectas que el chico presenta urticaria, dificultad para respirar, hinchazón en la boca o vómitos, deberías evitar ofrecerle el alimento en ocasiones posteriores.
De todos modos, siempre existe la posibilidad de consultar con el pediatra antes de introducir el queso en la alimentación complementaria para así reducir los posibles riesgos. Puede darse el caso también de una intolerancia a la lactosa que produzca síntomas cuando se consume el producto.
El queso, un alimento adecuado para la dieta de los niños
Según hemos comentado, el queso es un buen alimento para introducir en la dieta de los niños. A partir del sexto mes de vida se puede comenzar a ofrecer, aunque es importante elegir bien la variedad para evitar riesgos microbiológicos innecesarios. Asimismo, habrá que supervisar siempre el proceso de consumo para evitar atragantamientos.
Aun así, si detectas que tras la ingesta del alimento se produce cualquier reacción adversa o sintomatología, te recomendamos rápidamente consultar con el pediatra. Si existe una intolerancia o alergia, puede llegar a ser preciso retirar el queso de la dieta, bien de forma transitoria o definitiva. De lo contrario, podría ponerse en riesgo la salud del niño a medio plazo.
Bibliografía
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