Un bebé es como el inicio de todas las cosas: admiración, esperanza, ilusión

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La llegada de un bebé es como permitir que la vida se reinicie de nuevo: acontecen nuevas esperanzas, nace una admiración profunda y eterna. El corazón se colma de ilusiones y nuestra alma se viste de colores… Pocas cosas resultan tan intensas a todos los niveles como esa bienvenida a nuestro hijo.


Decía Sófocles que los hijos nos dan anclas para aferrarnos con más fuerza a la vida. Ahora bien, a pesar de que antes de su llegada, ya éramos adultos felices, seguros de nosotros mismos y personas valientes, ese bebé nos ha puesto ahora un vestido nuevo, una armadura más fuerte y ha dotado a nuestro corazón de espacios y recovecos más amplios donde bailar con emociones fascinantes.

Un bebé es un inicio, no hay duda, pero a su vez, también debemos verlo como una continuación de nosotros mismos. Seguiremos conservando nuestras esencias, nuestros valores y nuestros principios, pero ahora, hallaremos el sentido a todas estas dimensiones porque las vamos a transmitir, vamos a dar ejemplo con ellas y ofrecer  al mundo una persona extraordinaria…

Me reinicio dejando mis heridas atrás porque me he sanado como persona…

Algo que conviene tener siempre claro es que un hijo no es ninguna salvación a un matrimonio o a una pareja en crisis. Un niño no llega para llenar nuestros vacíos ni para resolver nuestras tristezas, esas que llevamos arrastrando desde hace tiempo.

La llegada de un hijo debe responder exclusivamente a un deseo auténtico por ser padres. Porque un bebé no hará por sí mismo que se encienda de nuevo la “llama” en el seno de una pareja donde ya avanza el desamor, la distancia y la frialdad. Una criatura no es un parche, no es un medicina para resolver nuestras depresiones, miedos o angustias. Un niño merece padres fuertes, madres valientes, familias que se quieren y que gracias a su amor firme y seguro pueden dar lo mejor de sí a esa nueva vida.

Un bebé nos reinicia porque consigue sacar lo mejor de nosotros mismos, porque nos vincula con más fuerza a la vida y hace más intensas las alegrías, potenciándonos como seres humanos. Pero recordemos siempre que una necesidad clave que merece todo hijo, es que sus padres y sus madres hayan se hayan sanado como personas. En caso de no hacerlo, ese reinicio arrastrará consigo rencores del pasado y miedos que podemos trasmitir a nuestros niños.

Quiérete por tanto como persona, para poder dar lo mejor de ti a tus hijos.

Me reinicio por mi bebé para demostrarle que soy su hogar

Te reinicias para afianzar con más fuerza tus virtudes como mujer, para mostrar al mundo, papá, que también eres sensible, cercano, para demostrar que sabrás intuir y atender las necesidades emocionales de tu bebé. Ambos nacéis con ese bebé para conformar un hogar nuevo, un entorno saludable, mágico y de múltiples sensaciones donde anidar, donde iniciar la crianza, donde amaros en sabiduría y respeto.

Nos reiniciamos para crecer, para sobrevivir mejor, para ser felices

  • La vida no es una línea recta. Si lo fuera, las personas no aprenderíamos de nuestros fracasos o nuestros éxitos, no comprenderíamos que a veces, es mejor dejar ciertas cosas a un lado, tomar senderos nuevos, dar un paso atrás para coger impulso, sortear piedras en el camino, caer y levantarse de nuevo.
  • La vida son ciclos y en cada ciclo es obligatorio reiniciarnos. En ese reinicio uno añade todo lo aprendido, todo lo positivo, todas las fortalezas y tesoros interiores. A esas dimensiones se le añaden los vientos nuevos que llegan por el horizonte, como ese bebé, como esa nueva vida que como un mágico despertar nos empuja a seguir adelante siendo los mismos, pero diferentes a la vez…

A su vez, no podemos olvidar que reinicarnos nos ayuda también a sobrevivir y a ser más felices. Tal y como hemos señalado antes, ser padres supone habernos sanado como personas. A su vez, ese bebé nos va a conferir múltiples aprendizajes, vamos a sortear nuevos desafíos, vamos a asentar conocimientos vitales increíbles con los que crecer como seres humanos.

En ese viaje extraordinario no estás solo. Recuerda que criar un hijo no siempre es cosa de uno, tampoco de dos. También nuestros padres se reinician: ahora van a ser abuelos. También nuestros hermanos van a tener que asumir un nuevo y fantástico papel: van a ser tíos. Como ves, en ese proceso de crecimiento, todos salimos ganando.

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