Canalizar la energía de un niño hiperactivo puede ser difícil, pero no es imposible. No todos los niños con mucha energía padecen de TDAH, sin embargo, aquellos que sí lo sufren son complejos. Aprender a manejar este padecimiento es muy importante para el niño y su familia.
El TDAH es un trastorno que se produce en la infancia, afecta a un 4 % de la población infantil. Se presenta a nivel neurobiológico, por lo cual requiere atención en varios aspectos. Los padres suelen sufrir de estrés al no encontrar alguna actividad que pueda entretener o agotar al niño.
Entretener a un niño hiperactivo no es fácil, ya que su nerviosismo le hace saltar de una cosa a otra. Necesita actividad para no aburrirse y drenar su exceso de energía.
Características del niño hiperactivo
Un niño hiperactivo puede identificarse por su conducta en general. Aunque en gran medida los síntomas de este trastorno pueden ser confusos, es preciso atender a ellos por igual. Lo principal en estos casos es determinar que sea una conducta repetitiva e intensa.
- Su comportamiento no parece ser acorde a su edad. Por lo general, actúa como si fuera menor de lo que en realidad es.
- Tiene problemas para mantener la concentración y no atiende a lo que es necesario.
- Sus trabajos no son de buena calidad debido a su desorganización.
- No concluye la mayoría de las tareas que comienza o las interrumpe con regularidad.
- Durante las actividades que ameritan que esté sentado, no se deja de levantar; por ejemplo, al momento de comer o en clases.
- Tiende a hacer las cosas por impulso, sin pensar antes de actuar.
- Mantiene un movimiento repetitivo en manos y pies.
- Suele interrumpir a los demás, sobre todo, cuando hablan o están ocupados.
- No deja de correr y saltar.
- Se le dificulta relacionarse con otros niños debido a su desorden. Además, no sigue reglas de juego en grupo y desea cambiar de actividad de manera constante.
- Siempre olvida las cosas, pierde objetos o no sabe donde coloca las cosas.
- Su comportamiento provoca quejas de maestros y otros adultos. Suele ser desobediente.
Entre los rasgos más frecuentes de los niños con hiperactividad se encuentran los movimientos de pies y manos. También manifiestan la necesidad de levantarse o hablar continuamente, así como la conducta impulsiva.
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¿Cómo entretener a un niño con hiperactividad?
El comportamiento del niño hiperactivo complica la paciencia de la mayoría de las personas. Por lo tanto, encontrar actividades que lo motiven y mejoren su concentración es clave.
Canalizar la energía de un niño hiperactivo es complicado. Por ello, hay algunas actividades específicas que pueden ser útiles en estos casos. La idea es que lo diviertan, lo entretengan y favorezcan su conducta.
El objetivo principal es reducir su impulsividad e inquietud motriz y aumentar su atención, porque son la fuente de sus principales problemas. Algunas de las actividades que lo pueden ayudar, son.
1. La danza
Ayuda a controlar la movilidad. Armoniza los movimientos para mejorar el comportamiento a nivel social. Puede ser divertido, al tiempo que le permite drenar bastante energía por el ejercicio.
2. Practicar yoga
Puede ayudar de forma positiva al niño con hiperactividad, controlando su conducta y su inquietud. El yoga le brinda tranquilidad y armonía a su cuerpo.
De la misma manera, es una actividad para el espíritu y la mente, muy oportuna para su hiperactividad porque algunos trabajos desarrollados han sugerido que mejora su atención y promueve su bienestar.
3. Deportes en la naturaleza
A estos niños les encanta pasar tiempo fuera de casa. Los ejercicios al aire libre, como el ciclismo y el atletismo, o solo caminar, son especialmente buenos para los niños que tienen mucha energía.
De hecho, muchos deportes de equipo, como el baloncesto, el béisbol y el fútbol, pueden mantener al niño en constante movimiento. En estos se utiliza una gran cantidad de músculos, además que lo obligan a estar atento mientras observa todo aquello que le rodea.
4. La música
La música ejercita ambos lados del cerebro al mismo tiempo, haciendo que trabaje mejor. Inscribir al niño en una orquesta o un coro es bueno para él. Además, aprenden a trabajar como parte de un equipo. Es muy útil para los que se inician con un instrumento, porque necesitan asociar la técnica para ejecutarlo con otras actividades.
5. La natación
Quizá probar con este deporte no sea mala idea. Los movimientos constantes mantienen al niño con una energía igualmente permanente. La disciplina que requiere este deporte también será buena para él, ya que la puede trasladar a otros ámbitos de la vida diaria.
6. El teatro
El teatro tiene múltiples beneficios para estos niños. Ayuda a tener que memorizar los textos, practicar regularmente, repitiendo varias veces lo mismo. Los pensamientos y la vergüenza de subirse al escenario, todas estas situaciones dan una rutina a los niños. Les ayudan a tener una mayor atención en lo que están haciendo.
7. El ajedrez
Un estudio publicado por la Revista de Psiquiatría y Salud Mental sugirió que esta actividad podría incluirse en el tratamiento multimodal. Este juego, aunque es muy antiguo, es muy bueno para la mente. Ayuda a pensar en los movimientos que se deben hacer. Es importante ya que los mantiene entretenidos y además los ayuda a centralizar su atención.
Genera también confianza en sí mismo, aprende cómo concentrarse y la forma de hacerlo es simple. Hay que practicar mucho, cuanto más se juega, más se quiere repetir para probar otras estrategias.
8. Juegos de atención y de memoria
Algunos juegos de atención y de memoria son perfectos como herramientas para los niños con TDAH. Entre ellos, se puede destacar el de las siete diferencias, que consiste en encontrar dentro de los dibujos casi idénticos aquellos aspectos que no son iguales para trabajar la atención y la memoria. En esta línea, hay muchos más:
- Completar rompecabezas de letras y de figuras geométricas de dificultad creciente.
- Resolver laberintos, sopas de letras y crucigramas.
- Completar frases o puzzles.
- Jugar a las palabras encadenadas.
- Escoger un número de objetos y ver cuál es el que falta después de memorizarlos en la primera tanda.
También hay juegos de observación de objetos o láminas durante unos minutos y después enumerar al menos cinco (perfecto para practicar la memoria), también de cartas o de construcción.
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9. Ejercicios físicos como reductores de la tensión
Entre muchas otras, se pueden desarrollar estas actividades, respaldadas por la profesional de la Junta de Andalucía, Macarena Bardallo de los Ángeles:
- Practicar ejercicios de salto.
- Hacer que practique la agitación, golpee con el bolígrafo, balancee las piernas… Esto le ayudará a reducir la tensión en músculos específicos o partes del cuerpo.
- Proponer ejercicios de carreras.
- Darle oportunidad de tocar el tambor, matar moscas con un matamoscas, etc.
- Ejercicios de estrujar con la mano empleando pelotas de goma variadas, esponjas, pelotas de papel, etc.
- Ejercicios isométricos como apretar las manos una contra otra, empujar las paredes, etc.
- Asignar ejercicios variados con movimiento de desplegarse y eurítmicos, tales como moverse a cámara lenta alrededor de la habitación al ritmo de la música.
- Ofrecer música para bailar en libertad.
- Hacer muecas con la cara para ejercitar y relajar los músculos faciales.
10. Juego de descarga y expresión emocional
Se utiliza para descargar emociones. La ira, el enojo, las frustraciones y los comportamientos agresivos encuentran un cauce lúcido. Se emplean almohadas, peluches y bolsas de arena. La finalidad es afrontar su estado de ánimo y exteriorizarlo, conocerse y ser consciente de esa fuerza interior.
11. Juego: una carrera lenta
Realizar ejercicios de construcción con legos, siguiendo instrucciones. El factor tiempo o la lentitud es el elemento clave.
También se puede practicar la técnica de la tortuga. Se trata de que el niño se transforme en una tortuga y, cuando sienta alguna amenaza, se esconda en su caparazón. Así conseguirá una buena herramienta para mantener la calma.
12. Juego: danza congelada
Sigue instrucciones y espera su turno. Se mueve al ritmo de la música y se paraliza en el momento indicado. Luego arranca a moverse hasta que la música lo vuelva a indicar.
Canalizar la energía de un niño hiperactivo es modular sus movimientos. Por eso, permitirle que dé salida natural a su energía y que esta fluya de forma natural mediante movimientos y gestos repetitivos y aleatorios, conseguirá en el niño reducir la tensión física, favoreciendo la concentración y el aprendizaje.
13. Actividad del eco
Para trabajar la atención, la memoria y la interacción en grupo, lo mejor es servirse de un juego clásico por excelencia.
Para jugar, uno de los más pequeños debe decir una palabra y el resto tiene que repetir las últimas sílabas, como si hiciera eco.
14. El juego del ahorcado
Se trata de adivinar una palabra de la cual solo se conoce el número de letras que contiene. A medida que se juegue, se dirá una letra detrás de otra. Si se comete un determinado número de fallos, se perderá.
¿Quién la adivinará antes? Eso no es lo importante. La verdad es que con esta actividad se pretende desarrollar la atención sostenida y la planificación.
15. Inventar un idioma
La actividad consiste en inventarse un símbolo diferente para cada una de las letras del alfabeto. Después, en un papel se escribirá un mensaje oculto con esos símbolos, y el pequeño tendrá que descifrarlo.
16. “Simón dice”
No hay mejor opción para trabajar la concentración, además de aprender a seguir y dar instrucciones.
Uno de los jugadores es Simón, el encargado de enumerar todo lo que tienen que hacer los otros. Para dar órdenes, tiene que comenzar con la frase «Simón dice que…». Aquellos que no sigan las instrucciones serán eliminados.
Consejos finales para ayudar a canalizar la energía
Es fundamental que tanto padres como docentes se involucren en estas actividades. El entendimiento y la comprensión resultan factores indispensables. Además, te recomendamos que, en la medida de lo posible, tengas en cuenta algunas pautas antes de embarcarte en estos ejercicios:
- Estructura el día.
- Da las intrucciones de una en una, con indicaciones concretas.
- Ordena tareas pequeñas siempre en positivo.
- Pide al niño que repita la indicación que le has dado.
- Fomenta las cosas buenas del pequeño.
- Elimina las etiquetas de «bueno» y «malo».
- Planifica las situaciones complicadas para saber cómo reaccionar.
El aprendizaje está por encima de la competición. ¿Y tú? ¿Preparado para forjar una mayor relación entre padre e hijo? El límite de cada ejercicio está en la imaginación.
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