5 simpáticas verdades de tener hijas

Traer vida a este mundo es una bendición. Ni hablar de tener hijas, una experiencia tan especial como divertida. Identifícate con estas simpáticas verdades.

Tener hijas es una sensación comparable a la de conocer de nuevo a tu media naranja

Tener hijas es una gran bendición, al igual que sucede cuando una madre trae un niño varón al mundo. Tanto los niños como las niñas tienen sus rasgos personales y característicos que pueden llegar a distinguirlos, del mismo modo que pueden marcar nuestra maternidad. Sin embargo, el hecho de tener hijas entraña ciertas simpáticas verdades muy particulares que toda madre experimenta alguna vez.

Tener hijas: 5 simpáticas situaciones comunes

Si tienes una hija, probablemente te hayas visto alguna vez envuelta en las siguientes circunstancias que mencionamos a continuación. Tal vez se te escape una mueca al pensar en todas la anécdotas que suceden a diario cuando tenemos hijas.

Un transmisor pegado a tu oído todo el día

¿Acaso no tienes zumbando en tu oído mañana, tarde y noche esa dulce voz de monologuista profesional en miniatura? Tener hijas es disfrutar de interminables charlas y encontrar siempre un tema nuevo de conversación. Las madres adoran escuchar a sus hijas, ver cómo se expresan y les cuentan sus problemas y alegrías, y ello, aunque no te des cuenta, tiene un valor a nivel emocional, afectivo y comunicacional muy importante para el desarrollo de tu hija.

Tener una hija es encontrar una razón más para vivir

El desafío de convertirse a la fuerza en estilista personal

Asúmelo y acéptalo: su pelo es un conflicto que se extenderá de por vida. De pequeña, intentabas que no se quitase la coleta o se dejara la diadema puesta hasta llegar a casa. Con el paso del tiempo, aparecen las lágrimas cuando el cabello se enreda. Ni que hablar de los chicles pegados en el pelo largo. ¿Recogido o suelto?, ¿corto o largo? La pelea eterna de la infancia entre madres e hijas.

La ropa, una lucha en muchos sentidos

Como madres, no podemos evitar sucumbir ante el encanto de la ropa de las niñas. Compramos infinidad de prendas que usarán muy pocas veces e incluso ni siquiera llegarán a estrenar. ¿Quién puede resistirse a ese chaleco en miniatura o a ese vestido de flores? Sin embargo, muy pronto las niñas empiezan a buscar independencia a nivel estético. La ropa se convierte en parte de su estilo personal.

La ruptura del imaginario colectivo 

Tener hijas es destapar muchas veces el burdo mito de la niña calmada, callada y serena. ¿Quién dijo que las niñas no pueden ser intrépidas, valientes, rápidas, fuertes, atrevidas y activas? Basta con visitar una casa en la que haya una niña para que se demuestre lo contrario.

Una relación amor odio

Su vínculo contigo probablemente sea pendulante. El mágico lazo que os une suele moverse constantemente de manera ambivalente. Aunque a ti ni siquiera se te pasen estas palabras por la cabeza, puede que algún día tu hija te diga ese doloroso “te odio“.

No te preocupes, afortunadamente no será para siempre. Es solo parte del enfado, las niñas también saben demostrar de manera dura cuándo algo les molesta. Sin embargo, está claro que se trata de un momento de enfado. Al final siempre terminará ganando el afecto y el cariño que os tenéis mutuamente.
Una hija es un regalo que la vida nos brinda en un momento determinado

Tener hijas, un milagro y una bendición

Tener hijas es primero un milagro y después una bendición. Una suerte que implica una experiencia única. La oportunidad de vernos a nosotros mismos de nuevo realizando juegos, cantando canciones y recuperando la ropa de nuestra infancia. Tener una hija es volver a disfrutar de todo aquello que dejamos aparcado en el pasado.

La maternidad se tiñe de dulzura y ternura. Se madre es entender lo que es derretirse de amor ante tal cariño. Sentirse modelo y ejemplo de alguien que sigue tus pasos. Aprender lo que es la confidencialidad y la complicidad, a fuerza de compartir y guardar secretos. Es estar con alguien siempre, para las buenas y también para las malas. Tender tu mano cuando la necesite y también cuando crea que puede sola.

Entender más que nadie sus lágrimas y desilusiones y tener el plus de saber exactamente qué decir o hacer para sanar esas heridas. Es reír a carcajadas en determinadas situaciones y, especialmente, alegrarse ante cada paso importante. Tener una hija es encontrar de nuevo tu media naranja y saber que es para siempre.

Cuando un hijo está feliz, hay una madre tocando el cielo.

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