A los 2 años de edad, el bebé mostrará sin disimulos sus gustos y deseos. Es normal que en esa etapa prefiera estar a ratos quiera estar con papá o con mamá. Ustedes notarán ese favoritismo claramente y a veces esto puede resultar doloroso. Tranquilos, esto no es indicativo de que quieran más a uno que a otro. Es solo una etapa.
Cuando los padres se encuentren con un favoritismo muy acentuado y persistente por estar con papá o con mamá, lo primero que deben hacer es investigar las causas. También deben saber que se puede lidiar con esta situación de la mejor manera.
A veces prefiere a mamá porque… o a papá porque…
Lo más habitual es que sea mamá quien ocupe el primer lugar en la jerarquía de apegos del niño. Que los bebés pasen con ella la mayor parte del tiempo, que sea ella quien los cuide cuando lo necesite, los mime con alegría, quien los consuele cuando estén tristes o se golpeen y satisfagan sus necesidades en el día a día.
Es posible que mamá sea la única que se encargue de enseñar al niños ciertos hábitos, de inculcarles lo que está bien o mal, y afrontar alguna que otra rabieta del niño.
Papá, en cambio, viene cansado del trabajo y lo que quiere es disfrutar un rato con el niño. Entonces se convierte en una especie de rey mago al que solo le toca jugar, halagar y complacer. Por eso, a veces su compañía es tan deseada. El bebé siente que papá es tan animado y tan divertido que su presencia parece eclipsar a mamá.
Quizás se trate de un papá tan tranquilo que no le molesta que su hijo esté siempre pegado a su madre, sino que le viene de maravilla esa actitud. Así no tiene que ocuparse nunca de cuidarlo, tampoco de jugar con él ni darle un paseo, situación que tampoco es sana para el bebé.
También existen madres acaparadoras que buscan ser las protagonistas absolutas del mundo afectivo de sus hijos, sin admitir interferencias de terceras personas, práctica que tampoco es una buena práctica de crianza. En ese caso, aunque el padre tenga toda la buena intención y disposición del mundo, tarde o temprano puede sentirse excluido de la educación de su hijo. Si realmente quiere colaborar, debe recuperar el lugar que le corresponde con un poco de convicción, perseverancia y habilidad.
Otro caso común es cuando una mamá que dedica mucho tiempo y energía a cuidar y educar a sus hijos se encuentra con una situación que le resulta injusta. Entonces aparece papá y se convierte en la estrella indiscutible, mientras la madre se siente ignorada.
La etapa del favoritismo se supera en familia
Una parte de la educación del niño pasa por crear hábitos, horarios y rutinas, lo que exige coherencia y perseverancia actuando desde el ejemplo de los padres. Si solo uno de ellos, sea papá o mamá, se encarga de hacerlo y el otro se abstiene, se establece una nefasta división de papeles y roles en los que uno malcría y el otro le toca hacer de ogro, evita en lo posible esta situación.
Ambos deben asumir por igual la responsabilidad de mostrar su autoridad e inculcar normas y límites adecuados a la edad de sus hijos y lo mejor equilibrado posible entre ellos como padre y madre del niño. Es muy importante que la pareja dé muestras de unión, cariño y respeto mutuo. Además, es muy importante que los niños no piensen o noten que sus padres rivalizan por su cariño o su atención.
Eviten ofenderse y tomarse como algo personal que el niño muestre preferencia por alguno de los dos. Tampoco hay que reaccionar mostrando rechazo hacia el pequeño porque es doloroso para él. Lo mejor es soportar el culto hacia uno de los dos con paciencia, sin sentirse acomplejado, pero tampoco tratando de cortejar al pequeño para atraerlo. Mientras dure el rechazo, los padres debemos actuar como siempre.
Para finalizar, no olvides que un enfado persistente o un rechazo del niño hacia papá o mamá pueden encubrir también entre otras cosas, una crisis de celos por el nacimiento de un hermanito u otra circunstancia dolorosa para él que no comunica. Es necesario tomar nota, observarlo, tratar de comprenderle y procurar mejorar la situación.