Los 4 trastornos de conducta más comunes en niños

Descubrir los trastornos de conducta infantil es el primer paso para comprender, prevenir y tratar estos desafíos. Conoce algunos de ellos a continuación.

En la infancia, es común que los niños experimenten desafíos en su comportamiento, ya que las habilidades emocionales y sociales se desarrollan poco a poco. Por lo tanto, no es motivo de preocupación que un niño de tres años le resulte difícil esperar su turno en un juego o que un niño de cinco aún no sea capaz de regular su ira con total eficiencia.

Sin embargo, cuando estas dificultades persisten con el tiempo y comienzan a tener un impacto significativo en su vida cotidiana, podríamos estar ante la presencia de un problema mayor.

En este artículo, exploraremos los trastornos de conducta más frecuentes en niños, los síntomas característicos de cada uno de ellos y ofreceremos estrategias para afrontarlos de manera efectiva, brindando orientación a los padres y cuidadores en este importante proceso de crianza.

¿Cuáles son los trastornos de conducta más frecuentes en niños?

Antes de describir los trastornos de conducta más comunes en niños, es crucial hacer una importante aclaración: solo los profesionales de la salud mental con debida capacitación pueden realizar el diagnóstico.

Además de una mirada clínica, estos especialistas utilizan manuales de reconocimiento internacional, como el DSM-V de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) y el CIE-11 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como herramientas fundamentales para evaluar y diagnosticar trastornos de conducta en niños.

No obstante, como padres, es valioso tener información general al respecto para ser capaces de detectar a tiempo los posibles signos de trastornos de conducta en nuestros hijos. Profundicemos en ello.

1. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)

De acuerdo con una investigación publicada en la Revista de Neuro-Psiquiatría, alrededor del 2 al 12 % de los niños presentan TDAH. Este problema tiene múltiples causas y, en la mayoría de los casos, coexiste con otras problemáticas, como el autismo, la ansiedad o dificultades específicas del aprendizaje.

Aunque existen varios criterios diagnósticos, en general, el comportamiento debe persistir durante al menos seis meses en un grado que no concuerde con el nivel de desarrollo. Puede ser leve, moderado o grave y los síntomas suelen manifestarse en dos o más contextos, como en casa, en la escuela, en situaciones sociales, entre otros.

Síntomas

Tal como se describe en la última versión del DSM, los síntomas que se incluyen en el TDAH son los siguientes.

  • Dificultad para mantener la atención: los niños con este trastorno a menudo tienen problemas para concentrarse en tareas o actividades, parecen no prestar atención cuando se les habla y cometen errores con frecuencia debido a descuidos o distracciones.
  • Impulsividad: tienden a actuar sin pensar en las consecuencias, interrumpen a los demás o tienen dificultades para esperar su turno en juegos u otras actividades.
  • Hiperactividad: les cuesta quedarse quietos, corren o se mueven de un lado a otro en situaciones en las que no es apropiado. Es importante destacar que el TDAH puede presentarse con o sin hiperactividad.

¿Cómo afrontarlo?

El abordaje del TDAH a menudo implica una combinación de enfoques que suelen incluir terapia cognitivo-conductual, apoyo educativo especializado y, en algunos casos, tratamiento psicofarmacológico.

Además, profesionales de la Universidad de Valladolid en España señalan que también existen terapias alternativas y complementarias, como la musicoterapia, que pueden aportar valiosos beneficios.

2. Trastorno negativista desafiante (TND)

El trastorno oposicionista desafiante suele desarrollarse entre los cuatro y ocho años de edad. Según un estudio publicado en la Revista de Psiquiatría y Salud Mental, la prevalencia de este trastorno es mayor en niños que en niñas. En niños menores de cinco años, el comportamiento desafiante debe aparecer casi todos los días durante un período de seis meses para ser diagnosticado.

En niños mayores de cinco años, debe manifestarse al menos una vez por semana durante al menos seis meses. Es importante tener en cuenta que la frecuencia y la duración del comportamiento desafiante pueden variar según factores culturales y de diagnóstico.

Síntomas

El Trastorno del Desafío Negativista se caracteriza por un patrón persistente de comportamiento desafiante, vengativo y desobediente hacia figuras de autoridad. Las manifestaciones más comunes de este trastorno incluyen:

  • Negativa a seguir reglas y normas: los niños con este trastorno tienden a resistirse a cumplir con las reglas y solicitudes de adultos significativos, como padres o docentes, mostrando una clara actitud de provocación.
  • Irritabilidad: a menudo se muestran fastidiosos, molestos y enfadados sin una razón aparente, siendo susceptibles a perder la calma con facilidad.

¿Cómo afrontarlo?

Destacados expertos en el campo resaltan que la psicoterapia es el enfoque prioritario para abordar los trastornos disruptivos. Asimismo, subrayan que la terapia familiar y el asesoramiento con un psicólogo infantil pueden ser de gran utilidad en el tratamiento del TND. Durante estas sesiones, se enseñan habilidades de gestión de conducta y estrategias para establecer límites de manera clara y consistente.

3. Trastorno de la conducta (TC)

En este caso, como se menciona en un estudio publicado en StatPearls, estamos hablando de un patrón repetitivo y persistente en el cual se violan los derechos básicos de otras personas.

La versión actual del DSM incluye las especificaciones de leve, moderado y grave, así como la época de inicio. En el caso de los niños (con inicio en la infancia), manifiestan al menos un síntoma característico del trastorno de conducta antes de cumplir los 10 años.

Síntomas

Los síntomas característicos del Trastorno de Conducta en niños o adolescentes son los siguientes.

  • Agresión a personas y/o animales: los menores con trastorno de la conducta disocial ejercen violencia física contra otros, a menudo inician peleas y utilizan objetos, como piedras o botellas de vidrio, para amenazar o herir a los demás.
  • Conductas delictivas: con frecuencia participan en actividades delictivas, como el robo, el vandalismo, la destrucción de la propiedad ajena y otros actos que violan la ley.
  • Incumplimiento grave de las normas: también es característico del TC la desobediencia constante hacia las reglas y normas sociales, tanto en el entorno familiar como en el escolar.

Para el diagnóstico, estos síntomas deben prevalecer durante al menos los últimos doce meses de vida y el profesional considera esto, junto con otros criterios específicos.

¿Cómo afrontarlo?

Es crucial buscar ayuda profesional. A través de una terapia adaptada a los problemas específicos del joven y con la participación activa de la familia, existen oportunidades para mejorar el comportamiento y el bienestar del niño o adolescente con trastorno de conducta.

4. Trastorno explosivo intermitente (TEI)

Otro de los trastornos de conducta más comunes en niños es el trastorno explosivo intermitente. Es fundamental destacar que, según las pautas diagnósticas, los niños menores de seis años (o aquellos que no han alcanzado un grado de desarrollo equivalente) no pueden ser diagnosticados con TEI debido a sus limitaciones en la expresión emocional a una temprana edad.

Los arrebatos suelen durar menos de 30 minutos y se clasifican en recurrentes y más graves. Los primeros se manifiestan con una frecuencia de dos veces por semana durante un periodo de tres meses. Por su parte, los segundos se desarrollan hasta tres veces durante doce meses continuos e incluyen agresión física o destrucción de la propiedad.

Síntomas

Dicho esto, mencionamos a continuación las manifestaciones características de este trastorno:

  • Arrebatos violentos: los niños con TEI experimentan episodios cortos e intensos de ira o agresión desproporcionados con la situación desencadenante. Tales arrebatos son recurrentes y suelen incluir gritos, agresiones físicas o la destrucción de objetos.
  • Dificultades para controlar los impulsos: se sienten incapaces de controlar y gestionar sus reacciones explosivas. Tienden a estallar en situaciones en las que la mayoría manejaría de manera más tranquila.
  • Cambios de humor: pueden experimentar cambios anímicos bruscos antes o después de un episodio explosivo, como irritabilidad extrema, tensión o agitación.

¿Cómo afrontarlo?

Un trabajo de investigación de la Universidad Jaume I hace hincapié en que las técnicas de relajación, reestructuración cognitiva y la intervención familiar son enfoques efectivos para abordar el TEI durante la infancia.

En definitiva, se tratan de métodos que ayudan a los niños a identificar los eventos que provocan sus episodios de rabia y a adquirir herramientas para gestionarla de un modo más saludable.

La delgada línea entre los trastornos de conducta en los niños y los problemas propios de la infancia

Es importante recordar que es común que los niños experimenten dificultades de comportamiento a medida que crecen y desarrollan sus habilidades. Los problemas típicos de la infancia suelen ser temporales y pueden incluir rabietas, desobediencia ocasional o dificultad para compartir.

Es comprensible que esto pueda generar confusión y dudas acerca de cuándo es pertinente buscar ayuda profesional y cuándo no es necesario. En este sentido, si estos comportamientos persisten de manera intensa e interfieren de forma significativa en la vida diaria del niño o causan daño a otras personas, es momento de consultar con un profesional de la salud mental.

En tales casos, un diagnóstico adecuado y un tratamiento apropiado pueden marcar una diferencia positiva en la vida del pequeño y su entorno.

Bibliografía

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.

Scroll al inicio