El bullying además de ser un tema muy habitual es un problema que preocupa a muchas sociedades. Aunque no nos damos cuenta este comportamiento está presente en las relaciones familiares, la escuela, el trabajo, las calles y demás espacios. Y pese a que normalmente se le atribuye a la edad escolar, su acción no corresponde a edades, también hay adultos que disfrutan de cometer bullying.
Todos los días estamos expuestos a situaciones y lugares que pueden producirnos daño físico y psicológico. Lamentablemente de una forma u otra todos terminamos sufriendo por ello y muchas prácticas violentas han pasado a tolerarse socialmente al punto de ser entendidas como comportamientos normales y, aunque son claramente violentos, pasan desapercibidos.
Esto propone comenzar por abrir ventanas y trabajar herramientas que permitan identificar las diferentes caras, expresiones y manifestaciones del bullying en adultos a fin de asentar el punto de partida hacia la prevención de este comportamiento. Se debe tener claro que el trabajo educativo por hacer es enorme y representa todo un desafío para los padres, la responsabilidad de esto debe ser coproducida partiendo de la toma de conciencia individual en el hogar.
Lo ideal es que el cambio llegue a los lugares institucionales como la escuela, la empresa, gobiernos encargados de crear estrategias de políticas públicas y por supuesto los medios de comunicación con su ya comprobado alcance masivo.
El bullying no tiene edad
Una de las formas de violencia que muchas veces se presenta de un modo enmascarado y sutil que resulta incluso popular, en algunas culturas más que en otras son los mensajes ofensivos que se emiten a través de las redes sociales. Este comportamiento entre adultos se ha vuelto normal y tal vez no haya ningún problema ya que entre ellos tendrán la suficiente madurez mental para obviar el bullying, lo malo es cuando este tipo de acoso es empleado en los niños de la casa.
Ellos no saben defenderse y se pueden tomar la ofensa a pecho. En muchas ocasiones no entienden que es un juego y el peso de las palabras cuando se es un niño suele ser muy pesado. Hay que cuidar las palabras que se usarán con los niños.
La broma, la burla o la descalificación insistente hacia alguien por parte de un grupo de personas o de pares en el ámbito adolescente y adulto son muy comunes. Es una de tantas formas de violencia naturalizada, una suerte de bullying sin ser visto como tal, asumido prácticamente como deporte nacional en muchos países, respondiendo al carácter jocoso, bromista y burlón de las diferentes zonas.
Es tan común que pocos saben cómo separar este tipo de trato o suerte de broma pesada entre adultos y niños y algunas veces se torna frecuente ver como adultos atacan a niños tanto que incluso les hacen llorar.
Es bueno aclarar que una cosa es reírse con los demás y otra muy diferente es reírse de los demás. Burlarse o ridiculizar a otros es violencia, invisibilizada, enmascarada, pero violencia en resumen.
El respeto hacia los demás se aprende en casa
En algunos casos sin ser conscientes de ello, los adultos terminan por convertirse en los principales maestros del bulliyng para los niños. Dentro del ámbito estudiantil, los niños y jóvenes, entre compañeros de clase, reproducen el bullying como expresión de intolerancia y rechazo al diverso, como una forma de venganza en las que se valen de las descalificaciones, ofensas y burlas para obtener reconocimiento grupal.
Existen organizaciones gubernamentales que han realizado estudios que confirman el hecho de que muchas de las agresiones verbales y físicas entre los escolares, tienen su origen en el hogar donde fueron aprendidas de un adulto.
Muchos de los actos de violencia en la escuela, comienzan a partir del bullying y este puede progresivamente convertirse en conflicto, agresión, pelea o incluso cosas peores. Ciertamente existe un humor sano que resalta el lado cómico, risueño y divertido de la realidad, es deseable y forma parte fundamental de las personas, pero es necesario repensar sobre el modo en que lo usamos y expresamos.
¿Lo hacemos como una forma inofensiva de diversión o lo hacemos para discriminar, excluir y burlarnos de otros?, ¿nos estamos riendo con los demás o nos estamos riendo de los demás? La meta es conocer, comprender y respetar cada etapa evolutiva y necesidades legítimas de los niños y adolescentes. Reconectar con lo mejor de nosotros mismos para transitar hacia el lindo horizonte de un mundo más humanizado entre adultos y niños.
Bibliografía
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