Al igual que otras fobias, la somnifobia puede llegar a producir un malestar físico intenso cuando el niño nota que se aproxima la hora de dormir. ¿Quieres saber más al respecto? Veamos a continuación lo que nos comenta la experta Úrsula Perona.
Según la Asociación Española de Pediatría, se estima que hasta el 30 % de la población infantil tiene problemas con el sueño.
¿Qué es una fobia?
Una fobia es un miedo intenso a algo. Puede ser animales, cosas, o situaciones. Conduce a que las situaciones temidas sean evitadas o en el caso de ser soportadas, conllevan un gran malestar.
El niño puede que reconozca o no que su miedo es irracional, pero sabremos que se trata de una fobia porque va a interferir significativamente en su funcionamiento diario.
Los miedos relativos a la hora de irse a dormir suelen aparecer entre los 2 y los 4 años de edad, pues es la etapa en la que se desarrolla la imaginación infantil. La oscuridad sumada a su capacidad de imaginar con realismo monstruos o villanos, suele ser la combinación perfecta para desarrollar una somnifobia.
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¿Qué es la somnifobia?
Se trata de un trastorno psicológico que puede afectar a personas de cualquier edad, desde niños hasta adultos, y consiste en el miedo irracional y excesivo ante la situación de irse a dormir. Quienes lo sufren, entran en estado de pánico pues creen que algo terrible les va a ocurrir mientras duermen.
En los niños se suele relacionar más con los contenidos fantasiosos de sus pesadillas, mientras que en los adultos suele relacionarse con el miedo a la muerte o a dejar de respirar.
Como hemos comentado, en los niños el miedo a dormir es algo evolutivo y normal que a partir de los 8 años suele desaparecer por sí solo. Sin embargo, en algunos casos esto no ocurre así y termina siendo desadaptativo y provocando mucho sufrimiento en el niño.
También llamada hipnofobia o clinofobia, la somnifobia es el miedo irracional y excesivo a quedarse dormido.
Síntomas de la somnifobia
Generalmente los niños con este trastorno comienzan a mostrarse inquietos y ansiosos conforme se va acercando la hora de ir a dormir, es lo que en psicología se llama como “ansiedad anticipatoria”. Durante este periodo empiezan ya a poner excusas para no ir a la cama, se inventan que tienen que hacer pis o comienzan a llorar desconsoladamente.
Cuando llega el momento de acostarse, empiezan a mostrar síntomas físicos de la ansiedad, tales como: palpitaciones, temblores, sudoración e incluso náuseas.
¿Cómo ayudar a los niños con su miedo a irse a dormir?
- No magnificar ni minimizar su miedo. Aunque a nosotros nos parezca una tontería y algo irracional, nuestro hijo lo está pasando realmente mal. Llamarle “miedoso” o minimizar su miedo no va a ayudarle a superarlo, debemos ofrecerle compasión y mostrarnos accesibles cuando necesite aliviar su malestar.
- Asociar el hecho de irse a dormir con alguna actividad agradable. Crear una rutina para acostar al niño siempre es positivo, es decir, tener un horario para ir a la cama, evitar hacer actividades que le alteren y dedicar un rato previo a dormir para compartir alguna actividad tranquila que le agrade como leer un cuento juntos, masajes, practicar la relajación…
- Ayudarle a ridiculizar sus miedos. Una forma de superar miedos que tienen que ver con monstruos o fantasías es dibujarlos y, una vez dibujados en la forma en la que se les teme añadirles adornos, colores y aspectos que los ridiculicen como nariz de payaso o cualquier accesorio que al niño le parezca gracioso. Esto le ayudará a ver sus miedos más pequeños y adquirir seguridad y poder sobre ellos.
- Buscar ayuda profesional. Si el miedo es demasiado intenso y afecta al estado de ánimo del niño, a su descanso y a su comportamiento en su vida cotidiana, lo mejor es contactar con un especialista para evitar que las fobias se cronifiquen.
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En conclusión…
La fobia a dormir solos o a la oscuridad es un miedo muy frecuente en la infancia y por lo general se supera de manera natural.
Si queremos brindar ayuda, debemos encontrar un equilibrio entre animar al niño a superar sus miedos, brindarle estrategias que le permitan afrontar sus miedos y ser empáticos y comprensivos con su temor, al tiempo que nos mostramos flexibles y pacientes con su situación.
Como siempre, en caso de que el miedo vaya en aumento o se cronifique, sería recomendable consultar con un psicólogo infantil, pues trabajará la fobia con el niño para que pueda superarla.