Para los seres humanos, las relaciones sociales son fundamentales. Contar con vínculos interpersonales de calidad es necesario para mantener una buena salud psicológica y emocional. Sin embargo, las sociedades globalizadas en las que vivimos han cambiado drásticamente el modo de relacionarnos y los jóvenes son los más afectados en este aspecto. Y es que las relaciones líquidas en los adolescentes se han convertido en una realidad cotidiana.
La adolescencia es una época de grandes cambios a nivel social. Las relaciones familiares pierden protagonismo y algunas rutinas de visita a tíos, primos o abuelos desaparecen. En su lugar, el grupo de iguales toma protagonismo y comienzan a surgir los primeros vínculos románticos.
Estas primeras experiencias pueden marcar profundamente a los adolescentes y contribuir a construir su identidad y sus creencias y expectativas. Por ello, es importante dotarles de las herramientas necesarias para que estas vivencias sean lo más positivas posible.
¿Qué son las relaciones líquidas?
Fue el sociólogo Zygmunt Bauman quien acuñó el término relaciones líquidas para referirse a unos vínculos interpersonales fugaces, superficiales y frágiles. Relaciones que nacen desde el deseo egoísta de llenar una carencia emocional y terminan ante el temor a comprometerse y ser heridos por el otro. Así, este tipo de relaciones se caracterizan por ser temporales, poco empáticas y carentes de implicación.
La máxima que se busca es la libertad y la independencia, dos aspectos a los que no se está dispuesto a renunciar con el fin de establecer una conexión sólida con otro ser humano. En las relaciones líquidas, las personas permanecen un tiempo concreto en nuestra vida, pero su duración es efímera y la proyección a futuro es inexistente.
¿Por qué se dan relaciones líquidas en los adolescentes?
Las relaciones personales durante la adolescencia siempre se han caracterizado por ser breves y cambiantes, ya que esto se encuentra relacionado con la labilidad emocional y la impulsividad propios de esta etapa del crecimiento. Los adolescentes aún no son adultos y, por ello, no se les puede exigir que actúen con completa madurez. Pero, más allá de esto, existen otros factores que favorecen la aparición de relaciones líquidas.
Contexto cambiante e incierto
En generaciones anteriores era común que las personas se mantuviesen en el mismo trabajo durante la mayor parte de su trayectoria laboral, que su entorno fuese similar a lo largo de los años e incluso que permaneciesen con su pareja hasta la edad adulta o la vejez.
Los jóvenes de hoy en día se enfrentan a una realidad en constante cambio que les exige ser flexibles y versátiles. En este contexto, el compromiso emocional ha pasado a verse como una atadura, un lastre que puede dificultar el desarrollo personal y, por lo mismo, tiende a evitarse.
Redes sociales
Las redes sociales también han contribuido a modificar la forma de vincularse y la visión que se mantiene acerca de las relaciones. Acostumbrados a la inmediatez y a las posibilidades infinitas a un solo clic de distancia, se ha perdido la empatía y la responsabilidad afectiva en los vínculos. Los adolescentes se han acostumbrado a entablar conexiones virtuales en las que prácticas como el ghosting (que no se realizarían en otro contexto) están a la orden del día.
Globalización
En general, la globalización ha llevado a percibir los vínculos como un producto más de consumo, algo a lo que acceder fácilmente, disfrutar sin esfuerzo y desechar o sustituir ante el mínimo fallo o dificultad.
Las consecuencias de las conexiones superficiales
Las relaciones líquidas en los adolescentes pueden causar daños emocionales. En primer lugar, porque pueden llevarles a verse a sí mismos como sustituibles y carentes de valor. En segundo lugar, porque las secuelas psicológicas de estas primeras experiencias pueden condicionar la forma futura de relacionarse de los jóvenes, incrementando su miedo al compromiso y la intimidad emocional.
Pero, ante todo, porque les privan de disfrutar de los vínculos profundos y significativos que todos los seres humanos necesitamos; aquellos que nos aportan sentido de pertenencia y arraigo y a los que sabemos que podemos recurrir.
No es posible modificar la realidad de los tiempos que a los adolescentes les ha tocado vivir. Sin embargo, potenciar su autoestima y educar en valores desde casa puede ayudar a prevenir las consecuencias. Hablarles de la importancia de construir relaciones significativas y valorar la interdependencia por encima de la independencia puede evitar ese miedo a la intimidad emocional que sostiene a las relaciones líquidas.
Bibliografía
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- Bauman, Z. (2012). Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Fondo de cultura económica.
- Linne, J., & Basile, D. (2013). La discoteca virtual. Búsqueda de pareja en adolescentes de sectores populares a través de Facebook. Razón y palabra, 18(85). https://www.redalyc.org/pdf/1995/199531506029.pdf