Cuando hablamos de reflujo en los bebés nos referimos a una condición normal y fisiológica que ocurre a nivel del tubo digestivo de los pequeños. No obstante, en algunos casos provoca síntomas molestos que alteran el bienestar de los niños y de su familias, hasta el punto de constituir una verdadera enfermedad.
Cuando el reflujo deja de ser fisiológico para ser considerado patológico, es preciso atenderlo y realizar algunos cambios en los hábitos de alimentación y sueño a fin de evitar complicaciones mayores.
El problema principal que suscita esta condición es que, a menudo, los padres no saben cuándo deben consultar por ella o, incluso, cuándo tomar cartas sobre el asunto. Por eso, hoy vamos a contarte todo lo que debes saber acerca del reflujo y ante qué signos buscar el asesoramiento de tu pediatra o del especialista. ¡No dejes de leer!
¿Qué es el reflujo gastroesofágico de los bebés?
Antes de empezar, tenemos que dejar claro lo que entendemos por reflujo gastroesofágico y para esto, nos vamos a basar en las últimas definiciones de la Sociedad Norteamericana de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (NASPGHAN) y la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN):
- Reflujo gastroesofágico (RGE): consiste en el pasaje del contenido del estómago al esófago, con o sin regurgitaciones o vómitos.
- Enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE): es la condición de salud en la cual el RGE provoca síntomas molestos, problemas o complicaciones asociadas.
De esta forma, no todo RGE constituye en sí mismo un problema. Y de hecho, en la mayoría de los casos, es un fenómeno transitorio y benigno que resuelve espontáneamente con el crecimiento del pequeño.
Si bien la frecuencia de aparición de estas entidades puede variar según la bibliografía, podemos decir que un 10 % de los niños sanos presentan RGE (sobre todo, durante sus primeros años de vida). Pero entre un 2 y un 8 % pueden desarrollar ERGE, sobre todo antes de los 2 años o después de la pubertad.
¿Por qué ocurre el RGE en los bebés?
El tubo digestivo está compuesto por diferentes órganos huecos dispuestos en serie. Cada uno de ellos se separa del otro por espacios o compuertas definidas. En el caso del estómago y el esófago, el límite lo establece el esfínter esofágico inferior (EEI), que es una estructura muscular que se abre o se cierra según necesidad.
Cuando comemos, necesitamos que el EEI permanezca abierto para que el alimento llegue al estómago. Pero cuando se produce la digestión, es necesario que permanezca cerrado para que el contenido del estómago se mantenga un buen rato dentro de esta víscera.
En los adultos, el cierre del EEI suele ser bastante eficiente y no depende de la postura del cuerpo. Pero en los niños, el EEI está en proceso de maduración y puede favorecer al reflujo si la presión del abdomen (o del estómago) supera a la del esófago. Por ejemplo, cuando hacen esfuerzo para defecar, tosen o se los acuesta inmediatamente después de comer.
De esta forma, es fácil inferir que el RGE es una condición más frecuente de los bebés pequeños. Según un estudio de prevalencia realizado en los Estados Unidos, se determinó lo siguiente:
- 1 de cada 2 bebés de 0 a 3 meses presentan al menos un episodio de RGE al día.
- Existe un aumento de la frecuencia entre los 4 y los 6 meses: 2 de cada 3 bebés presentan RGE.
- Luego de los 6 meses de vida (y del inicio de la sedestación), 1 de cada 5 niños todavía tienen RGE.
- Para la edad de 9 meses, 9 de cada 10 bebés han resuelto la situación.
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Causas de ERGE en los bebés
Como hemos dicho, el RGE es un fenómeno esperable y madurativo. No obstante, existen algunas circunstancias en las que el reflujo puede de convertirse en una enfermedad. Algunas de las condiciones predisponentes para desarrollar ERGE son las siguientes:
- Prematuridad.
- Enfermedades neuromusculares, como la parálisis cerebral.
- Condiciones genéticas, como el síndrome de Down o la fibrosis quística.
- Defectos anatómicos, como la hernia de hiato o la atresia esofágica.
- Historia familiar de ERGE.
¿Cuáles son los síntomas asociados al reflujo gastroesofágico?
Habitualmente, se relaciona el RGE con la presencia de vómitos o regurgitaciones, pero estas no siempre están presentes. Incluso, un bebé con reflujo puede no manifestar ningún tipo de malestar a causa de esta condición.
Por el contrario, la ERGE implica la presencia de síntomas que causen molestias, problemas o complicaciones en la salud de los pequeños. A continuación, te contamos algunas de las manifestaciones más comunes asociadas a esta patología:
- Vómitos o regurgitaciones luego de la alimentación.
- Irritabilidad y llantos frecuentes.
- Arqueamiento de la espalda o del cuello, con rotación de la cabeza (signo de Sandifer).
- Hipo frecuente y gases. A veces, les cuesta eructar.
- Rumiación (el bebé hace movimientos masticatorios luego de amamantar).
- Gorgoteo y náuseas.
- Seudoahogos.
- Congestión nasal recurrente.
- Tos y sibilancias frecuentes.
- Dificultades en el sueño.
- Rechazo a la alimentación o interrupciones durante la toma.
- Aumento de la frecuencia de las lactadas.
- Mal progreso de peso.
Como verás, los síntomas son variados y no son exclusivos de la ERGE. Por ende, muchas veces arribar al diagnóstico es bastante difícil. Tu hijo puede mostrar señales diferentes a las de otro bebé con la misma condición e incluso, puedes pensar que muchas de sus reacciones tienen que ver con una cuestión de temperamento. No obstante, ante la duda, consúltale al pediatra.
¿Cómo controlar los síntomas del reflujo gastroesofágico en bebés?
Cuando el reflujo genera complicaciones en la salud de los pequeños, es necesario realizar algunas intervenciones. Sobre todo, para evitar complicaciones, no para curarlo.
En este sentido, hay que ser cautos con las recomendaciones terapéuticas, pues no todas las intervenciones cuentan con evidencia científica que las sustente. Incluso, muchas veces el desconocimiento y la desesperación de los padres puede llevarlos a tomar decisiones poco acertadas o potencialmente peligrosas.
Con base en las últimas guías de práctica clínica para el manejo del reflujo gastroesofágico en niños, elaboradas por la Sociedad Norteamericana de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (NASPGHAN) y la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN), resumimos las siguientes recomendaciones.
Diagnóstico de la ERGE
A pesar de constituir un desafío, el diagnóstico de ERGE es principalmente clínico. Se basa en la historia médica del niño y en la presencia o ausencia de señales de alarma, como algunas de las que hemos mencionado previamente.
Por lo general, esta condición se diagnostica cuando los síntomas son constantes y duran varios meses, inclusive llegando al año. Solo en casos puntuales el médico podrá solicitar estudios complementarios, que incluyen los siguientes:
- Monitorización de pH esofágico (pH-metría): según una publicación de la Clínica Universidad de Navarra, este sirve para cuantificar el nivel de ácido en el esófago (proveniente del reflujo gástrico), siendo mucho más útil en niños grandes y adultos ya que permite correlacionar las horas de mayor contenido ácido con los síntomas. Puede realizarse tanto por medio de dispositivos especiales en forma de cápsulas como por sondas más tradicionales.
- Serie gastrointestinal superior: consiste en tomar radiografías con medios de contraste que se consumen vía oral. Esto permitirá observar la anatomía de las vías digestivas de una forma más precisa sin recurrir a métodos más invasivos. Para ello se debe mezclar el agente contraste con la leche en un biberón.
- Endoscopia digestiva superior: se utiliza en pocos casos para valorar la integridad del tejido esofágico y tomar muestras para biopsias en casos necesarios. Consiste en introducir un tubo a modo de sonda semiflexible a través de la boca del bebé, previa sedación.
Medidas terapéuticas no farmacológicas
Estas intervenciones se basan en la evidencia científica disponible y buscan reducir los síntomas molestos, sin aumentar el riesgo de otras condiciones, como el síndrome de muerte súbita del lactante.
- Consejería sobre hábitos alimentarios: busca establecer un régimen de alimentación adecuado al peso y a la condición del bebé pequeño, para evitar la sobrealimentación y el sobrepeso. Se regula el número de tomas, la frecuencia y el volumen de las mismas.
- Adecuación de la leche a ofrecer: en los niños que se alimentan con fórmulas lácteas se puede recurrir a elaboraciones hidrolizadas (predigeridas) y a espesantes naturales. No se aconseja el uso de avena o de cereales en el biberón.
- Cambios posturales: se aconseja considerar la elevación del tronco y de la cabeza por unos minutos luego de la alimentación, pero no al momento de dormir. Cualquier postura distinta al decúbito dorsal (boca arriba) durante el sueño, incluso con elevación del colchón de la cuna, podría aumentar el riesgo de asfixia.
- Masajes, bolsas de semillas, tratamientos naturales (como hierbas) o probióticos: se desaconseja el uso de todas ellas.
Tratamientos farmacológicos
Existen medicamentos diseñados para reducir la acidez del estómago y así mejorar algunos síntomas del reflujo. Muchos de ellos han demostrado gran eficacia en niños, como los inhibidores de la bomba de protones. Estos son considerados como los fármacos de primera línea para el tratamiento de la ERGE y sus condiciones asociadas.
Vale destacar que la decisión de iniciar un esquema farmacológico no debe quedar únicamente en los padres, sino que es recomendable discutirla con el médico tratante.
Además de este tratamiento es necesario implementar los cambios no farmacológicos, pues el fármaco solo no logrará revertir la situación. Así, es de vital importancia establecer unos buenos hábitos de alimentación y de sueño a fin de mejorar la calidad de vida del bebé y de su familia.
Cirugía para el tratamiento de la ERGE
Es muy poco probable que el médico tratante sugiera la realización de una cirugía para tratar la ERGE. Si bien es una opción válida, esta solo se requiere cuando los síntomas son demasiado graves y no mejoran con los tratamientos convencionales.
La más utilizada es la funduplicatura, que consiste en adherir la parte superior del estómago (fundus gástrico) alrededor del esfínter esofágico inferior para aumentar la presión en el mismo. Puede realizarse por vía laparoscópica.
Complicaciones de la ERGE
Si bien son poco frecuentes, existen algunas complicaciones de la enfermedad de reflujo gastroesofágico que vale la pena conocer:
- Neumonía por aspiración. Esto ocurre cuando el bebé “inhala” parcialmente el contenido regurgitado, lo que hace se genere tanto un daño directo en el tejido broncopulmonar (por la acidez) como una infección por microorganismos presentes en esta sustancia.
- Irritación de la mucosa del esófago.
- Estrechamiento esofágico. Esto ocurre en casos crónicos y como consecuencia de la exposición constante a una sustancia ácida.
Es posible prevenir todas estas situaciones si se acude tempranamente al pediatra. Los vómitos frecuentes, los problemas para respirar luego de vomitar, el llanto inconsolable y la excesiva irritabilidad deberían constituir signos de alarma para los cuidadores.
El reflujo gastroesofágico en bebés, un problema transitorio
Normalmente, los bebés superan el reflujo cuando su sistema digestivo madura, pero algunos perpetúan las molestias durante los siguientes años.
Es importante realizar un diagnóstico y un tratamiento precoz de la ERGE para evitar algunas consecuencias negativas a largo plazo. Así que, si piensas que tu pequeño sufre de esta condición, conversa al respecto con tu pediatra.
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