El binge drinking (consumo rápido e intensivo de alcohol), la publicidad y las barras libres promueven la ingesta de licores. Hoy en día, los jóvenes son capaces de ingerir cuatro o cinco bebidas alcohólicas en solo dos horas. Incluso, algunos se emborrachan de dos a cuatro veces al mes y sus padres se preguntan a sí mismos: “¿Cómo hacer para que mi hijo adolescente no beba alcohol?”.
Frente a los riesgos de la práctica del botellón y otros hábitos, los padres se preguntan: “¿Qué hacer para que mi hijo adolescente no beba alcohol?”. La primera recomendación es mantener la serenidad.
El tema debe ser tratado entre padres e hijos y, en última instancia, con ayuda de especialistas. Por supuesto, no durante el efecto etílico; si el adolescente llega borracho, hay que velar por su seguridad y esperar a que se le pase la resaca. Después, sin reprimendas ni amenazas de castigos, hay que dialogar.
¡Mi hijo adolescente bebe alcohol!
Ante la interrogante de “¿Qué hacer para evitar que mi hijo adolescente beba alcohol?”, los expertos sugieren visualizar las acciones posibles en las diferentes etapas de la ingesta; es decir, antes, durante y después.
Como prevención, los padres deben ofrecer información relevante a los menores acerca de los efectos negativos del alcohol en su organismo. También pueden establecer normas y modelos alejados del consumo conflictivo.
En medio del problema, la comunicación y la tolerancia son fundamentales. Los padres deben saber si sus hijos adolescentes beben esporádicamente o si, por el contrario, lo han asumido como un hábito.
¿Qué consumen, en qué cantidades, dónde y con quién lo hacen? Toda esta es información valiosa que solo los jóvenes podrán ofrecer. Las conversaciones continuas favorecerán ambientes de confianza, respeto y transigencia.
Incluso después de adoptado un patrón de consumo, los padres están a tiempo y tienen la obligación de actuar. Para ayudar a sus hijos a construir su proyecto de vida, deben conocerlos bien y saber identificar sus amistades.
Es muy útil estar atentos a las actividades que realizan nuestros hijos y a los entornos que frecuentan. En este sentido, las alianzas con otros padres en las mismas condiciones son valiosas herramientas.
Atentos a las señales de alerta
Independientemente de la causa de la borrachera, sea inexperiencia o adicción al efecto del alcohol, deben atenderse las señales de alerta. Si el chico disminuye su concentración y reflejos, deja a un lado las actividades de interés, gasta más dinero de lo habitual y aumenta sus salidas, puede haber problemas. Es necesario estar pendientes y saber prevenir.
Tal vez los compañeros del adolescente hayan ganado respeto por sumarse a la bebida y él pretenda conseguir lo mismo. O quizás intente copiar la conducta de personajes o familiares que admira; el acercamiento al alcohol puede responder a diferentes motivos.
Algunos adolescentes sienten que la bebida los hace más sociables, desinhibidos y poderosos; otros encuentran en ella una vía de escape a inconvenientes emocionales o personales. Aunque no se dejen ver a menudo con la botella en mano, tendrán síntomas de mal carácter, falta de interés y mal humor.
No hay que vendarse los ojos. Los padres deben reconocer y aceptar cuándo sus hijos beben; solo así podrán ayudarlos. El alcohol y sus síntomas se localizan con facilidad.
“Los padres debe ofrecer información a los menores acerca de los efectos negativos del alcohol en su organismo”
Quiero que mi hijo adolescente no beba alcohol, ¿qué debo hacer?
Actuar bruscamente no hará que el hijo adolescente deje de beber alcohol. Al contrario, puede crear un estado de aislamiento y falta de comunicación. Simplemente, el joven se negará a comunicar detalles de sus fiestas y buscará formas de beber a escondidas.
Las amenazas y los castigos no funcionan. Se consigue más desde el respeto mutuo, el refuerzo positivo y la información pertinente, así como el buen ejemplo de los padres.
Hay que dejar claro a los adolescentes el efecto nocivo del alcohol y otras drogas en la salud, especialmente en su sistema nervioso central. El disfrute de unas pocas horas puede acabar en minutos con su vida o funcionalidad orgánica. Además, al contrario de lo que muchos piensan, beber no resuelve sus problemas: solo los prolonga en el tiempo.
Factores de riesgo que se deben revisar
Los padres con hijos adolescentes deben ser conscientes de ciertos factores de riesgo. Entre ellos, la falta de información sobre el alcohol y sus consecuencias, el consumo elevado y habitual de alcohol en casa, la ausencia de normas en el hogar y el poco respeto entre miembros de la familia.
Cuando el alcohol está de por medio, surgen rasgos impulsivos, frustraciones, baja autoestima y ausencia de pensamiento crítico. Todos son aspectos que los padres no deben dejar pasar. Preocuparse no es la solución, hay que ocuparse después de planteada la temida pregunta: “¿Qué hacer para que mi hijo adolescente no beba alcohol?”.
Bibliografía
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