En el tercer o cuarto mes de vida de nuestros chiquitines suelen aparecer unos pequeños brotes en su carita que nos asustan bastante. De inmediato, nos imaginamos que es una alergia o una reacción por algún elemento extraño, pero la buena noticia es que, generalmente, se trata de un fenómeno llamado acné del lactante.
Estas pústulas de color blanco o amarillento salen en la zona de la nariz, las mejillas, la frente, la espalda y el mentón. Cuando salen estos granitos, es normal preocuparse y que surjan preguntas: ¿Cómo se curan? ¿Qué pasa si se las trato de quitar? ¿Le quedará alguna marca? ¿Le molestará o le picará?
A continuación, comentaremos las respuestas a estas preguntas para que sepas como actuar ante esta situación. Sin embargo, destacamos la importancia de consultar con el pediatra en caso de presentar cualquier duda y antes de probar cualquier remedio casero.
Acné del lactante vs acné neonatal
Resulta muy común que confundamos ambos términos, pues las manifestaciones clínicas son muy similares, así como su causa. Sin embargo, resulta necesario distinguir estas 2 entidades entre sí, pues afectan a los bebés en distintos periodos de su vida.
El acné neonatal ocurre en 20 % de los lactantes según la Asociación Española de Pediatría. Este sucede por múltiples razones, donde las hormonas podrían tener un papel fundamental. Por lo general, las lesiones se presentan durante los primeros días de vida y desaparecen antes del tercer mes.
Por su parte, el acné del lactante es una manifestación un poco menos frecuente. Los granitos característicos en la piel aparecen entre los 3 y los 6 meses de vida, aunque pueden prolongarse hasta los 12 meses. Si bien puede afectar a ambos sexos, resulta más común en los varones.
El acné del lactante bajo la lupa
Las madres creemos que somos las causantes del problema, sobre todo en niños que son alimentados con lactancia materna exclusiva, ya sea porque estamos comiendo algo que les está haciendo daño o que no deberíamos seguir amamantándoles. Ante estos casos, lo primero que tenemos que hacer es dejar de dudar de esa savia materna porque es perfecta para el chiquitín.
En ocasiones, los bebecitos ya tienen varios granos rodeados por piel rojiza al salir de la vientre de mamá y continúan hasta los 6 meses. Estos suelen ser más visibles si el bebé se molesta, tiene calor o si se irrita con la saliva, leche regurgitada, ropa áspera o la lavada con detergentes fuertes.
Ahora bien, es importante aclarar que, si nace con estas lesiones inofensivas en el rostro y desaparecieron a los pocos días, se trataba de acné neonatal. Pero, si viene acompañado por sarpullidos o descamaciones en otras partes del cuerpo, podría tratarse de otras afecciones como la costra láctea.
La costra láctea o dermatitis seborreica es una afección de la epidermis que genera la aparición de manchas rojas y escamosas en el cuero cabelludo, la frente y la cara. Esta afección suele ser autolimitada a los primeros 3 meses de vida en los lactantes, así lo sugiere una publicación de Pediatría Integral.
¿Qué lo origina?
Hasta ahora, no existe una respuesta precisa que nos diga cuál es el verdadero origen de este fenómeno cutáneo. En el caso del acné neonatal, durante muchísimos años los expertos han dicho se debe a la transferencia de hormonas de la madre hacia su angelito que ocurre al final de la etapa de gestación.
Varios grupos de especialistas han tratado de analizar la influencia de otros factores sobre esta afección cutánea, pero no han logrado llegar a una conclusión certera. Algunos insisten en que la ingesta de ciertos medicamentos con yodo, bromo o corticoides por parte del bebé o de la madre influyen en su aparición.
Por otro lado, algunos estudios recientes relacionan la secreción de sebo aumentada por estimulación androgénica y la colonización por hongos del género Malassezia con la aparición del acné del lactante. Estos granitos durarán apenas unas semanas, aunque hay probabilidades de que vuelvan a aparecer.
Según este estudio, los antecedentes familiares de acné son un factor predisponente para esta afección. Algunas teorías afirman que el acné del lactante tiene un componente hereditario, por lo que el riesgo es mayor si se trata de un familiar directo.
El contacto con sustancias dañinas como la aplicación de cremas no recomendadas también pueden originar su aparición. Sin embargo, debemos tener en cuenta que todas estas son teorías y ninguna de ellas explica por completo la aparición de la enfermedad.
Y mientras tanto, ¿Qué hacemos con el acné del lactante?
El diagnóstico de estas alteraciones es muy sencillo y solo bastará con una exploración física por parte del especialista. Las pruebas específicas no son necesarias, a no ser que existan complicaciones u otros síntomas que orienten hacia otra patología.
Debes tener en cuenta que el acné del lactante no suele generar complicaciones, ni dejará marcas en la piel de tu bebé. Además, las marcas en la piel desaparecerán por sí solas en las 4 semanas posteriores al nacimiento.
Sin embargo, se trata de una afección poco estética, por lo que, para mejorar el estado del cutis de tu hijo, necesitarás tener en cuenta estas recomendaciones sobre lo que debes o no hacer:
- Evita los remedios especiales sin previa consulta médica.
- No coloque ningún ungüento, crema o aceite en las áreas afectadas, puesto que puede empeorar.
- No manipules los granitos bajo ninguna circunstancia.
- No trates de estimular la zona con una limpieza profunda, puesto que se irritará.
- Lavar su piel con agua tibia todos los días será suficiente. Intenta usar un jabón suave y humectante interdiario para tener mejores resultados.
- Seca su piel con mucha suavidad y cariño.
- Evita los besos y caricias en las zonas cercanas a las lesiones.
- No te angusties con este tema, pues esas erupciones no le molestan, ni le pican. Así que ten mucha paciencia que eso irá desapareciendo poco a poco.
- No aprietes ni frotes la zona afectada por las lesiones.
Después de los 6 meses
Las manifestaciones de esta afección después de los seis meses llaman más la atención de los expertos. El acné del lactante se debe tratar con fármacos recomendados por un médico después de este tiempo y, sobre todo, no intentar extirpar las lesiones pues corren el riesgo de infectarse.
El cuidado de estos seres especiales que llegaron a engrandecer la vida es nuestra responsabilidad. Por eso, debemos poner nuestro corazón entero para ayudarles y buscar asesoramiento profesional cuando sea necesario. Ellos merecen todo nuestro cariño porque nos dieron el honor de convertirnos en padres.
Bibliografía
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