¿Se debe obligar a los niños a pedir disculpas?

¿Te gustaría que tu hijo asuma sus errores y cuide sus relaciones con los demás? Te contamos por qué obligarle a pedir disculpas, a menudo, no trae los efectos esperados.

¿Se debe obligar a los niños a pedir disculpas?

Durante sus primeros años de vida, los niños aprenden, entre otras cosas, a desenvolverse en sociedad. Entienden cómo relacionarse con los demás y de qué forma sus propias acciones pueden afectar a los otros. Sin embargo, esto requiere un proceso y, como es normal, muchas veces cometerán errores. La pregunta es, ¿debemos obligar a los niños a pedir disculpas?

Lo cierto es que inculcar modales es una importante tarea que debemos abordar como padres. Sencillas expresiones como «por favor», «gracias» o «lo siento», ayudan a los niños a tener interacciones más saludables y positivas con otras personas.

Desde luego, ningún progenitor desea que su hijo se convierta en un «pequeño tirano» que pasa por encima de las emociones y necesidades ajenas. Sin embargo, forzarles a expresar arrepentimiento no siempre es la mejor alternativa. Y a continuación te mostramos por qué.

¿Se debe obligar a los niños a pedir disculpas?

Como decíamos, enseñar buenos modales a los niños es importante. Esto les ayuda a establecer mejores relaciones con otros niños y adultos, a mejorar su éxito académico y su satisfacción personal. Por esto, si tu hijo comete una ofensa o agravio hacia otra persona, no es positivo dejarlo pasar. Por el contrario, es necesario aprovechar el momento como una oportunidad educativa.

Lo que ocurre es que, nos apresuramos a forzar al niño a pedir disculpas, y entonces lo hace de mala gana y sin sentirlo de verdad. En ocasiones olvidamos que el egocentrismo infantil, un rasgo muy propio de estos años, les dificulta salir de su propia perspectiva para considerar las emociones y necesidades de los demás.

Consecuencias de obligar a los niños a pedir disculpas

Cuando nos encontramos en situaciones donde un niño ha cometido algún error o ha tenido un comportamiento inapropiado, es común que se les enseñe a pedir disculpas como una forma de corregir su conducta. Pero obligarlo a ello puede tener las siguientes consecuencias.

La disculpa no es efectiva

Pese a que obligues a tu hijo a pedir perdón a otro niño con el que haya tenido algún conflicto, lo más probable es que esa disculpa sea en vano. De hecho, un interesante estudio publicado en la revista Merrill-Palmer Quarterly plantea que los niños son capaces de distinguir entre una disculpa sincera y una que no lo es.

De hecho, los pequeños de entre 4 y 9 años de edad consideraron que una disculpa era útil para calmar el dolor de la víctima solo cuando el niño que había cometido el error se disculpaba por iniciativa propia o lo hacía de forma voluntaria, pero no cuando era forzado u obligado a hacerlo. Además, en este último caso, el niño era percibido de una forma más negativa por los demás.

Entendemos así que, obligar a un niño a pedir perdón, solo da lugar a una disculpa vacía que no satisface al ofendido y que puede ser incluso contraproducente.

No se produce un aprendizaje

Por otro lado, como padres y madres, hemos de preguntarnos: ¿quiero que mi hijo aprenda a decir «perdón» como un autómata o, en realidad, me gustaría inculcarle valores?

El objetivo último en estas situaciones no es tanto que se pronuncie la disculpa, sino que el niño entienda que ha cometido un error y que con sus actos ha afectado o dañado a otra persona. Lo que se busca es el desarrollo de la empatía y esto no se logra forzando sus palabras.

Se adquiere un hábito poco saludable

Por otro lado, tengamos en cuenta que los aprendizajes que se adquieren durante estos primeros años moldean la personalidad y el comportamiento futuro. Así, es posible que para el niño las disculpas forzadas y no sinceras se conviertan en un hábito, desarrollando una actitud cínica y egoísta en la que solo se disculpe para evitar las consecuencias negativas que pueda sufrir.

A futuro, esto repercutirá de manera negativa en sus relaciones, pues no será capaz de entender lo que va mal en el vínculo ni de repararlo. Al mismo tiempo, no será capaz de mostrarle al otro que entiende sus sentimientos ni que se preocupa por ellos.

¿Qué acciones tomar si no debemos presionar a los niños a disculparse?

Como ves, obligar a los niños a pedir disculpas no es una buena opción. Pero, como decíamos, tampoco es positivo pasar por alto sus transgresiones. ¿Qué podemos hacer entonces? Te dejamos algunas recomendaciones.

Espera al momento apropiado

Es posible que, si ha tenido un desacuerdo con otro niño, en ese mismo momento tu hijo esté alterado y no sea capaz de razonar o tomar perspectiva. Aléjalo del conflicto, espera a que se calme y, entonces, dialoga con él.

Ayúdale a ponerse en «los zapatos» de la otra persona

Para los más pequeños, esto no es fácil de hacer y pueden necesitar algo de orientación con preguntas abiertas. Por ejemplo: «¿Cómo te sentirías tú si estuvieras en el lugar del otro?», «¿te gustaría recibir una disculpa?, ¿de qué manera?».

Una vez que haya entendido qué ha hecho mal y cómo ha hecho sentir a la otra persona, y decida que desea disculparse, guíale para hacerlo de forma oportuna.

Según un estudio publicado en la revista Negotiation and Conflict Management Research, una disculpa efectiva debe incluir el reconocimiento de la responsabilidad, la expresión de arrepentimiento y un intento de reparar el daño. Así, por ejemplo, el niño podría decir: «hice mal en empujarte, sé que te hice daño, lo siento. ¿Quieres que te ponga una tirita?»

Sé un ejemplo

El profesor de lenguas Matthew Burdelski, en la publicación «I’m sorry, flower»: Socializing apology, relationships, and empathy in Japan», informa que ver a sus adultos de referencia mostrar empatía, reconocer sus errores y disculparse, es un excelente medio de aprendizaje para los niños. Y, de este modo, pueden integrar con facilidad tales comportamientos.

Si tienes dudas respecto a si tu hijo será capaz de comprender todo este proceso, debes saber que es importante trabajarlo desde los primeros años.

Según sugiere un artículo publicado en la revista British Journal of Developmental Psychology, incluso los niños en edad preescolar entienden que una disculpa expresa que el transgresor está arrepentido y que es capaz de mejorar la forma en que se siente la víctima.

Recomendaciones finales

En definitiva, cuando un niño comete un error, hemos de poner el foco en enseñarle a desarrollar la empatía, a entender cómo se siente la otra persona y cómo reparar ese vínculo que se ha dañado con el mal comportamiento.

No importa si en un inicio no es capaz de llevar a cabo este proceso y pedir disculpas de inmediato. Puede hacerlo más adelante, cuando le hayamos ayudado a reflexionar. De manera progresiva, irá integrando estas habilidades y será más capaz de hacerlo por sí mismo. Este será el verdadero aprendizaje que le permitirá tener buenos valores y desarrollar relaciones positivas con los demás.

Bibliografía

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