Muchos niños pequeños cuentan con un objeto del que son inseparables. Este puede ser un peluche, un juguete o una mantita. Los infantes lo llevan a todas partes, necesitan tenerlo siempre a la vista y desarrollan un vínculo muy especial con él. ¿Has observado esta costumbre en tus hijos? Entonces, queremos hablarte de la importancia del denominado objeto de apego para que no cometas algunos errores frecuentes al respecto.
Disponer de un objeto transicional es algo muy común durante la primera infancia y forma parte del normal desarrollo evolutivo. De hecho, se estima que cerca de un 70 % de los niños cuentan con uno. Algunos progenitores se preocupan por la aparente dependencia que su hijo tiene de este elemento. No obstante, han de saber que el mismo cumple un papel fundamental en el crecimiento emocional del niño.
¿Qué es el objeto de apego?
Un objeto de apego es cualquier elemento material sobre el que el niño deposita cierto apego y que le proporciona tranquilidad y consuelo en momentos desafiantes. Este término fue introducido por el pediatra y psicoanalista Donald Winnicott, quien señala que esta es la primera posesión que el niño reconoce como algo separado de sí mismo.
¿Qué características tiene?
Este objeto de apego tiene unas características particulares que debes conocer. Te las mostramos a continuación:
- Tiene una textura agradable: generalmente es suave, blanda y cálida. Por lo mismo, es común que muchos niños escojan peluches o mantas. Esto guarda relación con la teoría de la madre suave, según la cual las crías tienden a apegarse a figuras con estas características para hallar confort y protección.
- Es escogido arbitraria y libremente por el niño: los progenitores no pueden imponer un objeto de apego. Por lo mismo, aunque a ti te parezca que tu hijo tiene juguetes mucho más bonitos o nuevos, él será quien lo elija.
- Es irremplazable: si el infante lo pierde, sufrirá una gran tristeza y no valdrá con ofrecerle otro tipo de juguetes, ni siquiera uno igual al que poseía. Y es que este objeto de apego tiene un valor muy especial. De hecho, en un experimento realizado con infantes en el que se les ofrecía un supuesto objeto nuevo clonado del inicial, la mayoría de ellos decidieron quedarse con el original.
- La postura de los infantes hacia el objeto no es de juego, sino de posesión: lo chupan, lo muerden, lo tiran o lo abrazan. En general, no lo utilizan para jugar o divertirse como pueden hacer con otros objetos.
- Posee un olor particular: este ayuda al infante a sentirlo como familiar. Por lo mismo, no conviene lavarlo.
- El niño lleva su objeto de apego consigo a todas partes: no se separa de él y puede serle especialmente necesario en momentos de estrés, de desconsuelo o a la hora de conciliar el sueño.
La importante función del objeto de apego
Este juguete o elemento es fundamental para el niño en su maduración psicológica. En un inicio, los bebés se perciben como un todo con su madre y el proceso de identificación de sí mismos como seres individuales puede resultar complicado. Es aquí cuando este elemento ayuda en la transición. El objeto de apego calma la ansiedad de separación y permite al niño guardar y llevar consigo parte de ese afecto y protección que recibe de su madre cuando esta no está disponible.
Gracias a este objeto, el niño puede volverse progresivamente más independiente y afrontar ciertas situaciones diarias que le resultan desafiantes. En definitiva, le aporta confort y seguridad para enfrentar tensiones y dificultades sin la presencia de sus figuras de apego.
¿Cuánto dura el objeto de apego en la vida de los niños?
Quizá, como madre, en algún momento te hayas planteado quitarle a tu hijo su objeto de apego. Tal vez por miedo a que dependa en exceso de él o porque consideras que ya es demasiado mayor para tenerlo. Sin embargo, es de vital importancia respetar los tiempos del niño y comprender que el objeto cumple un papel en un proceso.
Por lo general, el objeto de apego se establece entre los cuatro y seis meses del bebé, y lo acompaña aproximadamente hasta los tres o los cuatro años. A medida que el niño madura y gana en seguridad, este accesorio pasa a tener una simple función de juego y comienza a quedar cada vez más relegado en su vida, pues ya no lo necesita. Aun así, puede que ante ciertas situaciones conflictivas, como un divorcio de los padres o la llegada de un hermano, vuelva a recurrir a él.
En cualquier caso, cada niño es un mundo y es necesario permitirle avanzar a su ritmo. Cuando tu hijo esté preparado, naturalmente se desprenderá de este objeto de apego. Hasta entonces, permítele disfrutar de sus beneficios.
Bibliografía
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- Harlow, H. F., & Zimmermann, R. R. (1959). Affectional responses in the infant monkey. Science, 130, 421–432. https://doi.org/10.1126/science.130.3373.42
- Winnicott, D. W. (1967). Objetos y fenómenos transicionales : Un estudio sobre la primera posesión no Yo.