Mi bebé se babea mucho, ¿qué hacer? Se trata de una interrogante muy común en las madres primerizas, quienes se asustan cuando ven que su pequeño genera más saliva de la que ellas creen que debería.
El exceso de saliva o babeo es normal en los bebés, y esto se debe a que ellos no saben tragar aún. A partir de los dos meses de edad, el pequeño comienza a babear en exceso; igualmente lo hace cuando entra en el proceso de dentición.
Un bebé recién nacido no produce tanta saliva, pero al pasar los meses, comienza la etapa de chupar y morder todo. Es ahí cuando aumenta la producción de saliva. El bebé la produce sin darse cuenta; así, de manera natural, babea por esta causa, cosa que no ocurre con la leche.
Todo depende del sistema de deglución. Cuando se alimentan, los bebés hacen esfuerzo con los músculos de la boca para succionar todo. En cambio, la saliva se produce sola y permanece ahí hasta que se rebosa.
Para este caso, el uso de babero es muy eficaz. Este no permite que el pecho del bebé se moje y lo mantiene caliente. Además, debemos estar atentos y mantener seca la boca del pequeño para evitar que se irrite.
Mi bebé se babea mucho, ¿cuándo debo preocuparme?
Cuando un bebé está resfriado, es normal que babee de manera excesiva. Si notamos que lo hace sin estar enfermo, es momento de visitar al pediatra.
Cuando el babeo se extiende por mucho tiempo, puede significar que el bebé tenga algún problema del sistema nervioso que no permita que la deglución se realice adecuadamente. Es posible que estemos en presencia de un cuadro de sialorrea, normal hasta lo cuatro años y relacionada con la dentición, pero que después de esa edad ya se considera anormal.
También si el pequeño come mal y babea mucho mientras lo hace, puede significar que le duele al tragar. La causa, generalmente, es alguna infección viral que le produce dolor o llagas dentro de la boca.
“Por lo general, la edad promedio en la que el niño deja de babear es hasta los 18 meses, aunque es muy variable”
Si tu hijo babea mucho, corre el riesgo de que se ahogue con frecuencia o tenga náuseas constantemente, así como también puede presentar dificultades respiratorias. En cualquiera de estos casos, lo mejor es mantener la calma y llevar al bebé al pediatra para descartar cualquier patología.
En última instancia, también es importante reconocer que el reflejo de deglución del bebé es inmaduro y tiende a alargarse por un tiempo.
¿Será solo por los dientes que mi bebé se babea mucho?
Claramente, una de las razones por las que un bebé babea de manera excesiva es por la erupción de los dientes. Aunque tardan en brotar, a partir del segundo mes de vida comienzan a moverse los núcleos dentarios bajo las encías.
La saliva contiene enzimas que ayudan a combatir posibles infecciones. En efecto, la saliva presenta ptialina y mucina, dos componentes que lavan y arrastran los gérmenes patógenos y las partículas de alimentos en la boca.
Es por ello que su producción aumentará desde que salga el primer diente. En esta etapa, seguramente el bebé pedirá un mordedor. Estos pequeños elementos dan alivio en las encías, pero producen mucha saliva.
Por otro lado, lo primero que descubre el niño son sus manos, y enseguida comienza a llevárselas a la boca. De este modo, explora nuevas sensaciones. Al jugar con sus manos en la boca, estimula la salivación y comienza a babear.
Esta actividad es de provecho cuando el bebé comienza con la alimentación complementaria. Por ejemplo, agarrar sus alimentos y llevárselos a la boca poco a poco lo inicia en la dieta complementaria con sólidos por sí solo.
Cuando comienzan a morder sus dedos y juegan con su lengua, los bebés estimulan la salivación, la cual es necesaria para ablandar y tragar los alimentos.
Así, el bebé tiende a morder por la zona donde se asoman los dientes; esta parte suele estar hinchada y enrojecida. La salivación es bastante pronunciada y necesaria en ese momento, ya que mantiene hidratada la zona y evita infecciones.
La saliva y la alimentación
Los nuevos sabores y sensaciones que produce la introducción a los alimentos sólidos estimulan las papilas gustativas y segregan más saliva de lo habitual. El papel de la saliva es actuar como un lubricante y ayudar a que los alimentos lleguen hasta el estómago.
Debes estar muy atenta si la salivación de tu pequeño va más allá de lo que se considera normal; por lo general, la edad promedio en la que el niño deja de babear es hasta los 18 meses, aunque es muy variable. Todo siempre va a depender de su proceso de maduración, la aceptación en la ingesta de comida sólida y la salida de los dientes.
No alarmarse es fundamental, así como tener a la mano un babero absorbente y un chupete serán de mucha utilidad para ayudar al bebé en este periodo. Descubre y disfruta con calma cada etapa de crecimiento de tu bebé; recuerda en todo momento que, buenas y malas, ambas son únicas e irrepetibles.
Bibliografía
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