Mamá, en tus manos tienes el poder curativo de sanar a tu bebé a través del amor. Es un lenguaje que no necesita palabras, es un poema de afecto eterno que inscribes en su piel para aliviar sus llantos, sus miedos, sus necesidades. Tus caricias son el alimento cotidiano con el que nutrir su mundo emocional.
En “Eres Mamá” ya te hemos hablado en varias ocasiones sobre los beneficios de practicar el piel con piel con el recién nacido y con el bebé a lo largo de sus primeros meses de vida. Ahora bien, hoy queremos centrarnos en tus manos. ¿Las estás observando ahora mismo? En ellas se concentran infinidad de terminaciones nerviosas: en ellas sentimos nuestro mundo, lo que más nos importa y a su vez, conferimos afecto a los demás de un modo excepcional.
Asimismo, tampoco podemos olvidar que las manos y el cerebro están íntimamente conectados. Como mamá, algo que habrás experimentado a lo largo de la crianza, es que sientes una conexión increíble con ese ser tan frágil, delicado y maravilloso con el que experimentas tanta cercanía.
Si tu cerebro está impregnado de amor, tus manos son el canal para expresarlo. Es su herramienta cotidiana, son como esas agujas que tejen cada día el mejor velo de protección, de cuidados y de descubrimientos para favorecer la maduración de tu niño.
Te proponemos ahora ahondar un poco más en este tema tan fascinante.
Vivir los primeros meses sin las manos de mamá tiene consecuencias
Un ejemplo muy clásico de lo que supone el que un bebé pase sus primeros meses de vida sin ser acariciado, es lo ocurrido en los orfanatos de Rumanía a lo largo de los años 80. Es, como decimos, un hecho muy documentado y que aparece en revistas como en “Scientific American“.
- Los niños en estos orfanatos, recibían los cuidados básicos de alimento e higiene. Sin embargo, al no disfrutar del afecto cotidiano y de un contacto físico auténtico y seguro, desarrollaron conductas como la supresión del llanto. Es decir, muchos dejaban de llorar porque sabían que no iban a ser atendidos o consolados.
- Con este contexto que podríamos definir como de “inanición emocional”, los niños que no habían sido adoptados antes de los 4 años, desarrollaron conductas de estrés y ansiedad muy elevada que condicionó su maduración psicológica y emocional.
- Los bebés que eran adoptados entre los 0 y los 4 meses por una familia afectuosa, no presentaban ninguna sintomatología fuera de lo normal.
- Sin embargo, si un bebé no era adoptado entre los 4 y los 8 meses, ya experimentaban ciertos cambios. Sus niveles de vasopresina y de la hormona del estrés como es el cortisol, estaban alteradas.
Con todo ello se constató que los primeros ocho meses de vida son clave para el desarrollo de un bebé, ahí donde la atención afectiva, el consuelo y la atención del llanto son pilares esenciales.
Tus caricias alimentan y ayudan a tu bebé a crecer
Tus manos, al igual que las de papá, tienen poder para ayudar a vuestro hijo a crecer en felicidad. Todo momento es bueno para acariciar su rostro, sus abdomen, sus manos, su espalda o sus pies.
No dudes en hacerle masajes, en estimular sus terminaciones nerviosas para favorecer sus conexiones cerebrales y su desarrollo. A pesar de que durante las primeras semanas tu bebé se guía sobre todo por el sentido del olfato, poco a poco, al sentir el contacto físico de tus manos generas nuevos y necesitados cambios en su maduración.
Veámoslo con detalle.
Le dan placer y felicidad
Las caricias son actividades de disfrute que tiene una finalidad muy concreta: asentar el vínculo afectivo. No podemos olvidar que un niño necesita mucho más que la leche de su madre o el cambio de un pañal. Necesita bienestar, afecto, sentirse unido a unas personas.
Esa sensación de seguridad llega a su cerebro para poder desarrollarse de forma óptima.
Tus manos le enseñan a socializarse
Tus manos, tus caricias, ayudarán al bebé a socializarse, a saber que el ser humano es bueno, que el mundo es un lugar amable del que merece la pena formar parte. Es ese primer contacto con el que descubrir el mundo, y cuando más grato sea, mucho mejor para nuestros hijos.
Mejoraremos su autoestima
El contacto físico da seguridad y consigue que nos sintamos queridos, validados como personas y fuertes para descubrir lo que nos rodea con aplomo y optimismo.
Un niño alimentado con amor ve su vida con esperanza.
Tus manos le ayudan a crecer
Se sabe, por ejemplo, que los niños acariciados y abrazados con frecuencia, ganan peso con más facilidad y disfrutan de un sistema inmunitario mucho más sano y fuerte. Es algo fabuloso.
Para concluir, vale la pena ser conscientes de ese gran poder que se contiene en nuestras manos: puedes dar felicidad y un tipo de nutrición que llega directamente al corazón. Para comprobarlo, para ver cómo se deleitan nuestros niños de las maravillosas caricias, no te pierdas este vídeo maravilloso.
Bibliografía
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