Para los bebés se abre un mundo nuevo cuando descubren que pueden subirse al sofá o a cualquier otro lugar elevado. Incluso aunque no puedan caminar aún, trepar amplia sus posibilidades de movimiento y, por lo tanto, su capacidad para descubrir el mundo.
Sin embargo, a pesar de que es maravilloso y con ello nos pueden regalar momentos preciosos, es necesario tomar precauciones. Los bebés agarran cualquier cosa para para levantarse e intentan subirse a cualquier lugar elevado. Tener bien anclados los muebles que se le puedan caer encima o mantener las superficies donde se puedan subir libres de elementos peligrosos es fundamental para evitar accidentes.
Para los bebés trepar es una nueva forma de poner a prueba sus habilidades y un medio para satisfacer su curiosidad, a medida que los bebés van consiguiendo mayor control de sus movimientos y más fuerza en brazos y piernas. Además de ayudarle a fortalecer su cuerpo, trepar amplia las posibilidades de juego de los niños.
Riegos evitables e inevitables
Cuando un bebé empieza a trepar es normal que se dé algún golpe o que se caiga. También es normal que los padres tengan miedo, pero eso no justifica evitar que el niño trepe o ayudarle siempre. Lo que deben hacer los padres es eliminar todos los riesgos, sujetando y anclando muebles y no dejando nada al alcance del niño.
Además, en cuanto el bebé empieza a desplazarse, gateando, reptando o deslizándose sentado, hay que tenerlo siempre vigilado. Un bebé que se puede subir al sofá es capaz de subirse a una silla. Si esta está junto a una mesa, el bebé podrá subirse a la mesa. Y si la silla está separada, el bebé podrá acercarla a la mesa.
Algunos bebés, cuando empiezan a trepar, pueden ser capaces de salir de la cuna o del parque. Esto es especialmente peligroso, porque normalmente cuando se les deja ahí es porque el adulto al cargo está confiado y presta menos atención mientras realiza otras tareas.
Al bebé no hay que privarle de la oportunidad de desarrollo que le ofrece el hecho de trepar. Protegerlo implica eliminar riesgos y añadir protecciones donde el niño pueda hacerse daño, no facilitarle el trabajo o privarle de la oportunidad de hacer las cosas.
La escalada es una manera excelente para los niños pequeños a desarrollar fuerza, flexibilidad y equilibrio. También es una manera para que los niños pequeños aprendan sobre su medio ambiente y para ganar confianza.
Cuando descubren su potencial, la escalada es una emoción. Los niños quieren mostrar su fuerza y satisfacer su curiosidad sobre lo que hay arriba, encima de una mesa o del estante superior.
La naturaleza del niño pequeño no es quedarse quieto
La naturaleza de los niños pequeños es moverse, descubrir, probar y experimentar. Cuando un niño no ve satisfechas sus necesidades busca cómo hacerlo. Algunos niños pueden ser más activos que otros, no cabe duda. Pero en todos los casos los niños sanos necesitan hacer cosas.
Si cada vez que tiene oportunidad encuentras a tu hijo intentando subirse a una estantería o a una mesa, arrimando una silla para subirse a algún sitio o apilando objetos para alcanzar algo alto no deberías preocuparte por su comportamiento. No es una trastada lo que está haciendo. Sin embargo deberías plantearte tomar medidas.
El problema no es quitar las cosas de su alcance, porque el niño va a seguir buscando la forma de explorar. Ese es el problema: a tu hijo le hace falta más acción. Si le das más oportunidades de movimiento y de descubrir cosas nuevas tendrá menos necesidad de buscar por sí mismo en qué entretenerse.
Crear espacios de juego entretenido y seguro en casa, llevar al niño al parque o a centros de ocio infantil u ofrecerle actividades manipulativas que realmente llamen la atención del niño son algunas de las opciones disponibles.
Pero no hace falta complicarse mucho la vida. El simple hecho de salir a la calle ofrece al niño muchas posibilidades de movimiento, incluso de escalada. Bancos, muros bajos, escaleras y otras opciones son suficientes para que un niño lo pase en grande en la calle. Si además cuenta con un vehículo para desplazarse mejor aún. Solo hay que buscar una calle segura, de aceras anchas o peatonal, y que no esté abarrotada de gente.