Los niños necesitan tu amor para derribar sus miedos

El amor que recibe tu hijo en su infancia le permite establecer el principal soporte emocional para emprender su desarrollo y configurar su personalidad. Es importante que el cariño que sentimos lo expresemos y demostremos que es incondicional, capaz de ayudarlos a sanar, superar metas y estar seguros en todo momento.


Hay muchas maneras de dar amor, cualquiera puede decir que los cuidados que les damos a los niños representan el afecto; pero muchas veces esto se centra más que todo en una obligación. Por lo tanto, un niño que no es claramente tratado con amor, de alguna manera se siente menos protegido y por lo tanto más inseguro.

Las primeras metas que son alcanzadas en la infancia pueden parecer sencillas. Aprender a sentarse, decir las primeras palabras o comenzar a caminar, pero los pequeños constituyen un reto. Para que estas metas se cumplan con mayor seguridad, es importante que sean estimuladas por medio del afecto y el cariñoso impulso de papá y mamá.

¿Por qué el amor ayuda a derribar los miedos?

Quien ha sentido amor reconoce el cambio, sabe las capacidades que desarrollamos cuando se trata de expresar este sentimiento a esa persona. En este particular, podemos hablar de que no solo se siente seguro quien es amado, sino también quien ama.

Saber que alguien que te ama estará siempre allí, es una garantía que nuestros hijos deben encontrar en nosotros para derribar sus miedos. Es recomendable que les expresemos amorosamente que pueden contar con nosotros y también demostrárselo en todo momento, porque el lenguaje del amor es comprensible para todos los seres humanos en cualquier etapa de su vida.

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Es por amor que las mamás forman los adultos sanos y correctos del mundo, pero es también por amor que esas personas crecen fuertes, seguras y capaces de superar los principales retos de la vida. Algunas veces somos poco compresivos con los niños, podemos exigirles más de lo que pueden dar, pero para ellos las cosas más simples pueden complicarse.

Es por ello que el estímulo que como padres les damos para avanzar, debe estar lleno de ternura, de palabras afectuosas y gestos solidarios. No está mal que los dejemos intentarlo por su cuenta o querer ayudarlos a ser más fuertes, pero ser más estricto no implica ser menos amorosos.

Sentir miedo por dormir solos, temer a la oscuridad o no animarse a realizar alguna actividad, es algo normal en los niños, se produce por el desconocimiento y la falta de experiencia. Por tal razón, aunque es conveniente ser firmes, siempre es preferible intentar estimularlos de manera cariñosa.

Seamos afectuosos para que a sus temores no se les sume el de ser reprochados por sus padres. Pensemos un momento que no sabemos cómo resolver algún problema y que la única persona que tenemos nos reprocha o amenaza; es triste la sensación de no poder contar con el ser más cercano a ti.

El amor de los padres sostiene emocionalmente al niño

Es posible que sin saberlo hayamos criado a un niño emocionalmente sano, esto sucede porque lo hemos hecho solo por amor. Si fuera el caso, es normal que no tengamos una pauta de cómo actuar o poder dar un consejo; razón por la cual no mostramos orgullo al respecto; sin embargo, es importante saber que los hijos sí lo saben.

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Un niño que creció rodeado de amor, llega a la adultez con el conocimiento de que sus padres lo ayudaron a crecer así; no tendrá aquellos miedos que otros tienen y seguirá conectado emocionalmente con su familia. Nunca está de más poder acudir a la persona que nos ha sostenido emocionalmente desde que nacimos.

Muchas veces las debilidades de nuestra edad adulta son el reflejo de las deficiencias emocionales de la infancia. No un hecho que todos nuestros problemas de la adultez son una consecuencia de una crianza errada, pero es posible que nuestras decisiones equivocadas sean un residuo emocional de cierta carencia.

Las palabras, los gestos y las acciones que contengan amor, ayudan a los niños a enfrentarse a sus retos, pequeños para nosotros, pero inmensos antes sus ojos y su corta experiencia. Si creemos que las atenciones como darles de comer, lavar su ropa o darles regalos es suficiente, quizá el niño nunca lo valore como lo haría si le damos afecto; esto es válido para cualquier niño, sea nuestro hijo o no.

Los niños confían en sus padres y las maneras de ayudarlos que estos tendrán. Por eso es conveniente que estemos comprometidos a fundar las bases emocionales de los niños desde sus primeros días. Lo principal en estos casos es estar conscientes de que el amor que les damos en sus primeros años, los fortalecerá para toda la vida.

Bibliografía

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