Los niños imitan a sus padres y al resto de los familiares con los que conviven.
Aunque no lo conciban de esa manera el repetir frases, modales y gestos de los adultos llega a ser uno de sus objetivos más priorizados.
En no pocas ocasiones la imitación alcanza el punto de caminar como nosotros, usar las mismas entonaciones al hablar, y hasta hacer suyas nuestras manías.
Porque mediante la imitación es como los niños mejor aprenden.
Según dicen algunos avezados en el tema, los niños son como esponjas que absorben toda la información posible del mundo que les rodea.
Sin embargo, ellos no son conscientes de lo que deben tomar y lo que es necesario olvidar y hasta evitar. Reproducen tanto los malos como los buenos hábitos.
Papá, si tienes la mala costumbre de bostezar y no taparte la boca o, la buena, de poner las medias dentro de los zapatos y no dejarlas tiradas debajo de la cama, que no te extrañe si de pronto tu hijo comienza a hacer lo mismo. Tanto lo uno como lo otro.
Como los niños pequeños no pueden discernir lo positivo de lo negativo, para ellos, si papá o mamá hacen esto… hay que hacerlo también.
¿Por qué los niños nos imitan?
Los niños absorben lo que ven y escuchan a su alrededor para convertirlo en conocimientos que usarán en sus propias acciones.
Como ignorantes miembros de nuestra especie necesitan entender el comportamiento que tenemos los adultos para, de esta forma, comportarse como lo hacemos nosotros.
Pero lo perjudicial de esta realidad es que los niños no escogen conscientemente el modelo o los modelos a seguir y, dado su desconocimiento del mundo, no siempre se decantan por los mejores patrones.
De ahí la importancia de que los padres nos preocupemos en proveerles el ambiente más adecuado para su correcto desarrollo.
Sin embargo, en no pocas ocasiones esto queda lejos de nuestro alcance. Porque ellos no siempre se van a mantener bajo el amparo del ala materna.
Como seres sociales al fin y al cabo los niños comenzarán a asistir a la guardería, los parques infantiles, escuela, área deportiva… en fin; poco a poco van a irse relacionando con otras personas, conociendo otros ambientes y en todas esas situaciones van a toparse con nuevos estándares que podrán recopilar.
Entonces nos quedará confiar en que nuestros hijos van a ir eligiendo lo mejor y desechando aquello que queda fuera de los valores que les hayamos inculcado.
A los padres nos toca supervisarlos y guiarlos como lo habremos hecho hasta ese momento.
Los niños imitan a sus padres. Edúcate para que formes a tu hijo
Los niños pequeños quieren parecerse a sus mayores.
Como este es un hecho que aunque lo desees nunca podrás evitar te damos el mejor de los consejos: Edúcate.
A continuación, te ampliamos al respecto.
Mamá y papá no solo son dos adultos que alimentan, asean y cuidan a un niño pequeño. Son los mejores y primeros educadores que él tendrá en la vida.
Así como en la escuela los maestros se encuentran preparados intelectual y académicamente para enseñar a los más jóvenes, en casa, los padres deben estar capacitados para educar a sus hijos desde la cuna, al menos, con las enseñanzas elementales.
Mama:
• Haz tuya las reglas más básicas de la buena educación
• Rige tu comportamiento teniendo siempre en cuenta los mejores valores
• Que los sentimientos positivos sean los que a partir de ahora guíen tu accionar.
En fin, intenta convertirte en una mejor persona.
Sabemos que las perfecciones no existen pero tu hijo vale que lo intentes una y miles de veces más ¿no te parece?
Recuerda que él va a tomar como “correcto” y como “lo que hay que hacer” aquello que se hace en el hogar.
Si eres una persona con mal carácter, si te comportas de manera violenta y das malas respuestas a los demás… así podrá ser ese pequeño que tanto tiene que aprender de la vida.
Vela porque conozca de felicidad, amor, paz, equilibrio espiritual, buenas acciones…
Si tus padres no tuvieron en cuenta esto cuando te educaron deseamos y, esperamos, que seas más inteligente que ellos.
Dale a tu hijo la vida y la enseñanza que quizás nunca tuviste pero que gracias a ti él sí tendrá la suerte de tener.
Bibliografía
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- Southgate, V., Chevallier, C., & Csibra, G. (2009). Sensitivity to communicative relevance tells young children what to imitate. Developmental science, 12(6), 1013-1019. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1467-7687.2009.00861.x