Los niños egoístas son el resultado de una mala crianza.
Esto, hay que tenerlo bien presente.
Egoístas por naturaleza
Alguna vez, todos hemos sido egoístas porque el ser humano perfecto no existe.
Cuando nos molesta prestar nuestras pertenencias, nos mortifica que otro se beneficie con algo que podría ser solo nuestro, si negamos una simple acción que ayude a mejorar la vida de otro… nos comportamos de forma egoísta.
Algunas investigaciones demuestran que el comportamiento de pensar siempre en uno por encima de los demás y aprovechar las debilidades de quienes nos rodean; es decir, ser egoístas, es consecuencia de un gen.
El descubrimiento del gen egoísta es un nuevo aporte a la teoría moderna de la evolución y nos expone por qué ese sentimiento está presente en los humanos.
Sin embargo, no porque nacemos diseñados para ser egoístas hay que tomar eso como pretexto para serlo.
Ayudar al prójimo es una de las premisas que deberíamos tener en la vida porque ser considerados y altruistas nos hace mejores personas.
Volvemos al inicio: Los seres humanos, por naturaleza, somos egoístas. Pero también amistosos y solidarios.
Estamos conformados por una mezcla de sentimientos y valores que afloran de vez en vez.
Es por eso que decimos que en las manos de los padres está la manera de encontrar un equilibrio en el comportamiento de sus hijos.
Roce social vs egoísmo
Si tienes varios hijos debes estar más que acostumbrada a mediar en sus discusiones.
Un juguete, una golosina, el puesto delante de la televisión, tu cariño y hasta la hoja amarilla que cayó del árbol encienden sus disputas.
Cuando dos niños quieren algo al mismo tiempo lo reclaman sin dudarlo.
Pero tener varios hijos también puede servir para mostrarles a los niños el valor y la importancia de compartir.
Cuando se tienen hermanos los niños crecen intercambiando todas sus pertenencias, compartiendo el amor de los padres y hasta un mismo panecillo se convierte en bocado para todos.
Algo similar sucede en el jardín de niños.
Un infante que se relacione diariamente con otros pequeños de su misma edad con los que juegue e intercambie los juguetes y el espacio de dicha área, se irá formando en la necesidad de compartir.
Ahora bien, enfatizamos en que el comportamiento de un niño está condicionado por la educación de sus progenitores.
A continuación, te exponemos una de las causas que conllevan a un niño a ser egoísta.
La sobreprotección
La sobreprotección en las primeras etapas de la vida genera grandes trastornos sentimentales y de conducta.
Pero el hecho de dejar de sobreproteger a un niño casi de golpe, digamos, por la muerte del padre sobreprotector o el nacimiento de un bebé enfermizo que necesite muchos cuidados puede despertar el sentimiento de abandono en el menor.
Los infantes desarrollan un sentimiento de pérdida que no pocas veces termina en despertar su egoísmo.
Cuando vuelven a conseguir, digamos, la atención desmedida de otro miembro de la familia, por ningún motivo, la comparten con nadie más.
Otra arista de la sobreprotección se pone de manifiesto cuando el niño en cuestión nace con algún trastorno físico.
Un niño sordo, por ejemplo, que se críe entre adultos y otros menores con plenas facultades auditivas puede sobreprotegerse.
Los demás miembros de la familia incluyendo los otros niños pueden darle un trato especial con el cual el menor va creciendo y se sentirá muy a gusto.
Va a llegar el momento en el que el niño discapacitado se sentirá con mayores privilegios dentro y fuera de casa y creerá que siempre debe recibir un trato especial por encima de los otros.
Esto, sin lugar a dudas, despertará su egoísmo.
Los niños egoístas no nacen… se hacen
Para contribuir con la crianza de tu pequeño y sobre todo, evitar que se convierta en un niño egoísta, tenemos algunos consejos que darte.
Lo primero es mostrarle la importancia de la amistad y cómo ser un buen amigo.
Luego cambia tu actitud y di ¡No! a la sobreprotección.
Si tu hijo presenta algún trastorno o padecimiento físico de nada va a ayudarle que lo críes debajo de tus faldas.
Tarde o temprano él deberá relacionarse con la sociedad y valerse por sí solo, acatar sus errores y aprender de ellos.
Quieras o no tomará decisiones sean o no las más correctas, amará, sufrirá, y experimentará todo lo que la vida tiene para darle o quitarle.
No eduques a un niño egoísta. Desde bien pequeñito enséñalo a compartir, amar a sus semejantes, ser empático y altruista.
Que aprenda a dar sin que espere recibir algo a cambio. Enséñale a hacer regalos y a disfrutar la alegría de los agasajados.
Bibliografía
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