Los besos de mamá son la mejor medicina para las lágrimas, para el miedo por la noche en la cuna, para los cólicos, para los arañazos en las rodillas o para los días de fiebre y resfriados. Ese gesto cargado de vitaminas emocionales tiene “casi” el mismo efecto que un antibiótico.
Las mamás como los papás cercanos, afectuosos, que adoran practicar el arte del beso, del achuchón y de esa crianza positiva donde los bebés crecen en los brazos de sus familias, genera múltiples y maravillosos beneficios.
Como dato curioso, cabe recordar aquí los estudios realizados por Anna Freud (hija de Sigmund Freud) al respecto de la salud psicológica y emocional de los niños. Sus trabajos, fueron pioneros en lo que se refiere a la importancia de la figura materna en la vida de los pequeños, como proveedora de ese afecto que consolida en los hijos una buena salud, madurez, felicidad y seguridad personal.
Anna Freud defendió desde muy temprano la necesidad de que los niños no estuvieran hospitalizados más tiempo del necesario, y si era imprescindible, que contaran siempre con la cercanía de sus madres. De ese modo, la recuperación de los niños enfermos era más rápida. Queda claro por tanto que la figura materna (como la paterna) no tiene una capacidad curativa formal y objetiva, pero si ese enfoque terapéutico donde las emociones positivas confieren en el niño calma, seguridad y bienestar para una recuperación más temprana.
En “Eres Mamá” te hablamos de ello.
Los besos, las caricias y los abrazos de mamá favorecen la formación de un sistema inmunitario más fuerte
Tener desde bien temprano esa figura de cercanía capaz de hacernos sentir seguros, protegidos y amados, favorece que el cerebro de un bebé genere menos estrés y por tanto, menos cortisol en sangre.
Pongamos un ejemplo. Santiago es un bebé de 5 meses que no es atendido por la noche cuando llora. Desde que nació, sus papás decidieron que debía acostumbrarse cuanto antes a dormir solo en la cuna. Los papás de Santiago no entienden que los llantos de ese bebé son causados por el miedo y por la sensación de sentirse solo, abandonado y alejado de lo que más necesita: la piel de mamá.
El cerebro de este pequeño sufrirá estrés y a mayor miedo y ansiedad, mayor nivel de cortisol en sangre. Todo ello provoca que el sistema inmunitario de Santiago sea a largo plazo “un poco” más débil y que por tanto, sea más sensible a las infecciones.
En cambio, el bebé que desde bien temprano recibe los besos regulares de sus mamás o los abrazos de papá, que siempre es consolado y atendido, verá incrementado su nivel de endorfinas y de oxitocina. Se reforzará su sistema inmunitario y el lazo del vínculo con sus padres será más intenso.
Educar con besos, educar con risas para aplacar las lágrimas
Un beso no solo es un gesto con el cual, reafirmar la unión de vínculo. Las personas ofrecemos estas sencillas muestras de afecto solo a quienes residen en nuestro corazón, a quienes queremos y nos son significativos. Algo tan básico como besar la mejilla, la tripita o las manos al bebé, le confieren al instante una sensación placentera. Esa sensación al poco adquiere en la mente del niño una atribución positiva y, casi sin saberlo, lo iniciamos dese bien temprano en el lenguaje del amor.
- A medida que el bebé crece y se desenvuelve ya poco en contextos más próximos como puede ser la casa, la familia, la guardería o la escuela infantil, va encontrarse con los primeros retos y las primeras dificultades.
- Lo creamos o no, esos besos que les ofrecemos después de cada caída, o cuando los recogemos en la guardería recibiéndolos con un largo abrazo y decenas de besos, es un modo de educar en fortaleza.
- Porque ningún niño se malcría al sentirse amado, al sentir en su mejilla los besos de mamá. Es una caricia emocional y un modo de reconfortarlos, de hacerles saber que pase lo que pase, siempre estaremos con ellos, aliviándolos, haciéndolos reír, atendiéndolos y haciéndolos sentir seguros en cada paso.
Sabemos muy bien que llegará un día en que vean con incomodidad esas muestras efusivas de afecto. Sin embargo, recuerda, es mera apariencia. Un beso furtivo y sin que lo esperen cuando tienen 11 o 12 años también es medicina para ese adolescente.
Porque no importa que sus preocupaciones e inquietudes sean entonces un poco más complejas, en el fondo, todo adolescente y todo adulto seguirá siendo un “niño” necesitado de afecto. Así que no lo hagas, no lo dudes ni te reprimas: educa con besos, son la mejor medicina para el corazón.
Bibliografía
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