Para las madres primerizas es mucho más fácil enterarse de las cosas bonitas de la maternidad, pero hay un montón de aspectos que no se dicen sobre el primer mes, que ni siquiera nos imaginamos. No todo es color de rosa en esta etapa, no obstante, es posible que pasemos por alto la parte difícil en muy poco tiempo.
Dejando de lado la indescriptible emoción de convertirnos en madre, el primer mes de maternidad puede llenarnos de dudas y temores por lo que nos pasa y está por pasarnos. Todos los cambios que experimentamos durante el embarazo no se comparan con la realidad de los días después de dar a luz; desde entonces comenzamos a atravesar una etapa totalmente desconocida y en ocasiones angustiosa.
Aunque nos aseguren que todo es normal y que pronto pasará; es muy probable que nos lleguemos a sentir más solas que nunca. Quizá seamos ahora mucho más débiles y físicamente no nos reconocemos. ¿Será normal lo que siento? ¿Me quedaré así para siempre? ¿Se ha arruinado mi vida? Nadie es capaz de convencernos con su respuesta, solo el tiempo nos consuela en esa etapa.
El primer mes es muy duro
Podemos afirmar que el primer mes de maternidad es inimaginable para nosotras, en especial cuando no tenemos nada de experiencia al respecto. Muy pocas personas se atreven a decirnos lo duro que puede ser y aunque lo hagan, no es algo fácil de explicar con palabras. En esos momentos en lo único que podemos confiar es en que todo cambiará para bien muy pronto.
Las dificultades para atender al bebé, acostumbrarnos a sus horarios o intentar no sentir miedo, no son circunstancias tan duras como lo es adaptar nuestra vida personal. Pese a que el bebé se lleva la mayor parte de nuestra atención, es difícil no pensar en lo que físicamente nos pasa, la recuperación de nuestro cuerpo puede ser brutal.
Tanto un parto natural como una cesárea tienen su grado de dificultad en el puerperio. Levantarse de la cama puede ser un calvario, ir al baño o ducharnos tiende a ser desagradable, complicado y doloroso. En los primeros días la lactancia es insoportable, porque duele y todavía no nos acostumbramos.
Emocionalmente podemos estar mucho más sensibles, por lo cual las palabras nos afectan y en ocasiones perdemos la autoestima. A todo esto se le suma el cansancio y el poco tiempo para dormir; además, en el primer mes podemos recibir muchas visitas, la mayoría de las cuales aparecen en el momento menos apropiado.
Pero lo más duro del primer mes de maternidad, es que nuestra vida cambia drásticamente y para siempre, te das cuenta de que de un momento a otro ya no eres la misma. A algunas mujeres les aterra el hecho de pasar todo el día en pijama, pero este vendría siendo para ellas el menor de los males. Si de alguna manera lo hubieran sabido, quizá lo piensan mejor y es por ello quizá que existe una especie de pacto de silencio al respecto.
¿Por qué no nos cuentan lo difícil del primer mes?
Las matronas especializadas como Núria Torras, coordinadora de pre y postparto del hospital de Sant Pau de Barcelona, explica que en los cursos sobre maternidad que ella y sus colegas acostumbran a dictar, en efecto sí se habla de lo duro que es el primer mes. Torras afirma que en sus 30 años de experiencia ha podido constatar que las madres primerizas se centran mucho en el momento del parto, algo que no les deja mucha concentración para comprender otros detalles.
Según la experta, uno de los principales retos de la mujer actual en el postparto es que por alguna razón no tienen a sus madres cerca de ellas, lo cual dificulta la teoría y la práctica. También cree que la maternidad tardía complica aún más la vida de las madres durante el primer mes. Una mujer que da a luz después de los 30 años, ya tiene rutinas muy marcadas y aspectos de su persona se han destacado más.
Del mismo modo, cuenta que lo duro de esta etapa es que hay que vivirlo para poder comprenderlo, dar una pequeña explicación de un sinfín de cambios (a veces inesperados). Esto no es suficiente para dejar clara la complejidad del asunto. Núria Torras señala, que aquella parte de la instrucción donde se habla de postparto y lactancia. Las futuras madres no podrán saberlo hasta que no la vivan; acota que tampoco es algo de lo que se quejen porque es la cuota por algo maravilloso.