Se le llama psicomotricidad fina a la secuencia de movimientos pequeños y coordinados que se realizan con diversas partes del cuerpo, e involucra al sistema óseo, nervioso y muscular. Requiere coherencia entre los movimientos de las manos y los ojos con un elevado nivel de precisión.
Por lo general, los niños la desarrollan de manera progresiva conforme crecen. Sin embargo, en las primeras etapas de la vida, se pueden promover actividades, deportes y juegos que estimulen el área sensoriomotor de manera global. Con el fin de facilitarles tener un buen control motriz y una mejor integración con su entorno que les permita ganar autonomía.
Actividades para estimular la psicomotricidad fina
Lo primero que debemos considerar es que no todos los niños son iguales ni consiguen dominar las mismas actividades a la vez. Por ende, todos tendrán ritmos distintos en el desarrollo y si alguno queda rezagado en comparación a otro de su edad, en principio no debe alarmarnos. Respetemos el proceso de aprendizaje de cada uno.
Dicho esto, veamos algunas actividades que se pueden realizar para estimular la psicomotricidad fina desde los primeros meses de vida. Varían según la edad del niño y van aumentando de manera gradual el nivel de dificultad. Es importante que, a medida que se aplican, le demos al niño un tiempo prudencial hasta que consiga dominarlas.
Antes del año
Los recién nacidos no tienen control de las habilidades de psicomotricidad fina. Aún así, desde los primeros meses se puede estimular su desarrollo con ejercicios que los preparen para los pequeños movimientos que necesitarán la coordinación de ojos y manos.
- Colocar en la cuna, durante los tres primeros meses de vida, juguetes o móviles de colores llamativos a cierta distancia, para que pueda verlos e intentar alcanzarlos por cuenta propia.
- Poner un juguete en su barriga mientras está boca arriba jugando, para que intente abrazarlo o tocarlo con las manos. Te recomendamos sujetar sus manos y ayudarlo a entender cómo debe sujetar el muñeco.
- Oír canciones y animarlo a llevar el ritmo con las palmas.
- Mover la mano en señal de despedida pronunciando la palabra «adiós».
- Buscar su peluche favorito y pegarle una pegatina para estimularlo a que la quite con sus deditos. Ese ejercicio de pellizcar le permite practicar la pinza y lo agudizará más adelante con mayor precisión con el uso de los dedos índice y pulgar.
- Tocar instrumentos musicales como maracas o campanas.
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A partir de los 12 meses
A esta edad ya los niños se sientan solos, así que podemos planificar actividades de psicomotricidad fina en una mesa de trabajo o en la de comer. Jugando es como mejor se aprende, lo importante, más que dominar una determinada habilidad, es que lo intente todas las veces que sea necesario y que sea divertido hacerlo.
- Sostener la cuchara mientras come, no importa si se arma un caos sobre la mesa, sobre el bebé o en el suelo alrededor; el comienzo siempre es así. Para que se alimente bien, el cuidador deberá estar enfrente dándole la comida con otro cubierto.
- Tomar un peine y mostrarle cómo te peinas. Luego, dárselo para que él mismo se peine el cabello. Se puede hacer lo mismo pero con el cepillo de dientes (esto también le ayudará a crear hábitos de higiene bucal).
- Hojear libros o álbumes es un ejercicio sencillo que promueve el desarrollo de la psicomotricidad fina. Dedicar un tiempo para la lectura es muy provechoso desde los primeros años. Es un momento para que el bebé se familiarice con los libros.
- Rasgar papel para mover las manos en diferentes direcciones.
- Imitar animales con las manos y gestos.
- Subir y bajar cremalleras. Sirve desde una prenda de vestir en casa hasta una actividad más elaborada que reúna sobre una tabla diferentes cremalleras de colores.
- Ofrecerle varios recipientes con diversidad de texturas para que haga trazos con los dedos: pinturas táctiles, arcilla, arena, harina, entre otras aptas para su edad.
- Abrir y cerrar botellas de plástico con tapas de roscas para que pueda abrir y cerrar mediante la secuencia de coger la tapa-girar- soltar-girar hacia el otro lado-coger la tapa-girar. Le posibilitará tener dominio de sus movimientos, desarrollar fuerza muscular y el agarre en sus manos, aprender a girar sus muñecas y lograr la precisión.
En la edad escolar
En esta etapa los pequeños disfrutan como nunca los retos y los juegos divertidos. Es un momento especial para aumentar la creatividad mientras fortalecen habilidades de psicomotricidad fina. Lo ideal es que el espacio donde se desenvuelvan esté pensado y adaptado a las demandas de los niños. Asimismo, las actividades deben estar guiadas y supervisadas durante todo el proceso para brindar el apoyo que corresponda y supervisar los avances.
- Moldear y amasar con plastilinas. También pueden intentar hacer plastilina casera con materiales fáciles de conseguir.
- Armar y construir con juegos educativos como rompecabezas o tacos.
- Dibujar y colorear de forma libre o a partir de la lectura de un cuento crear nuevas ilustraciones.
- Utilizar esponjas para pintar con texturas.
- Rasgar papel de seda y hacer bolitas para rellenar figuras.
- Recortar diferentes figuras para hacer un collage.
- Separar cuentas de colores en varios recipientes para hacer manualidades.
- Tocar instrumentos musicales como el tambor o teclado.
- Encestar objetos acorde al espacio donde se encuentren.
- Jugar a trenzar un zapato y atar el lazo.
- Describir mediante la escritura a su animal favorito.
¿Por qué es importante la psicomotricidad fina?
Porque le permite a los niños tener destrezas a nivel comunicacional, les facilita el camino para atreverse a explorar y a conocer el mundo con independencia, les da control y equilibrio sobre su cuerpo y, en definitiva, es esencial para el desarrollo de las funciones cognitivas y de lenguaje.
Además, la evolución de la psicomotricidad fina nos da una idea de la maduración del niño. Cuando existen alteraciones psicomotrices se manifiestan dificultades para realizar determinadas actividades propias de la edad. Por ejemplo, la escritura se ve afectada.
En este caso, es recomendable que los padres, la maestra o la persona cercana al niño que lo ha notado, busque ayuda profesional para una orientación adecuada. Tanto en la casa como en la escuela es bueno que se planifique en función de las necesidades motrices, psíquicas y afectivas de cada niño.
Y, por otro lado, un buen desarrollo de la psicomotricidad fina se verá reflejada en niños seguros de sí mismos, que se relacionan con espontaneidad, tienen buena autoestima y son capaces de lograr muchos propósitos de forma autónoma.
«La psicomotricidad es la expresión de la personalidad y su historia a través de la vía corporal, sus producciones y todas las relaciones con el mundo exterior».
Bernard Aucouturier
Bibliografía
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