La maternidad nos enseña muchas cosas, la mayoría de los cambios que experimentamos son internalizados de manera diferente por cada mujer, pero a nivel cerebral son interpretados como factores que llevan a desarrollar la inteligencia emocional y la madurez. En tal sentido, muchas interpretaciones que tuviéramos antes de convertirnos en madres, pueden cambiar definitivamente una vez que damos ese vuelco emocional que trae consigo la maternidad.
Antes de ser mamá, una mujer puede tener una percepción diferente de muchas cosas, quizá dé valor a algunas más que a otras; pero todo puede cambiar durante o después de la maternidad. Las cosas que verdaderamente importan en ocasiones son distintas de lo que hemos creído, por eso es posible que nuestros valores se reencuentren en un nuevo contexto.
En poco tiempo la maternidad transformará nuestra idea de familia, quizá comenzaremos a comprender mejor a mamá y nos uniremos a nivel de pareja. Lo que verdaderamente importa para una madre también difiere mucho de lo que importa para los hijos, el padre u otra persona que no haya pasado por el proceso de la maternidad.
Inteligencia emocional en la maternidad
La idea de inteligencia emocional se ha expandido por al menos un par de décadas, se trata de un concepto psicológico que plantea una serie de graduaciones para la felicidad. Según esta propuesta, las personas tenemos la capacidad de pensar emocionalmente con el propósito de mejorar nuestra situación; por ejemplo, algo que es cotidiano podría afectarnos, pero lo manejamos con sabiduría para sobrellevarlo mejor.
Medir la inteligencia en base al éxito alcanzado es un error según Daniel Goleman, precursor del concepto de inteligencia emocional; una persona capaz de tomar decisiones correctas tiene una inteligencia muy elevada. Poder interactuar con nuestros semejantes en completa armonía, es un desafío cuyas habilidades no son matemáticas, verbales o espaciales.
Sobresalir en nuestra labor como padres depende del enfoque que pongamos, esto es algo que se logra siendo capaces de distinguir la importancia de algunas acciones con respecto a otras. Modelos de paternidad han llegado a evolucionar al punto de convertir su labor en casi un trastorno, otros por su parte, la han descuidado bastante; por eso los especialistas en la mente humana se preocupan de nuestra inteligencia emocional.
Para ser mejores personas podemos elegir lo que importa desde el punto de vista social y afectivo; todo aquel compendio cognitivo que se mide a través del coeficiente intelectual, no se relaciona con la felicidad según los expertos. Es por este motivo, que por lo general las madres somos evidentemente más felices, no solo porque maduramos, sino que además comenzamos a apreciar lo que mayor valor tiene.
“Lo mejor que los padres pueden hacer por sus hijos es ser seres emocionalmente inteligentes“
-Daniel Goleman-
La maternidad permite que podamos hacer mejor uso de nuestras emociones; muchos caprichos se disipan y las necesidades se transforman. Por lo general los padres ponen los intereses de sus hijos por encima de los propios, algo que más adelante los convierte en expertos en el manejo de emociones; esto también les sirve para enseñar a sus hijos a realizar su propia gestión emocional.
De acuerdo con la afirmación del experto, padres cuya inteligencia emocional es genuina, pueden beneficiar de muchas maneras a sus hijos. Reconociendo el verdadero valor de las cosas nos convertimos en seres con habilidades sociales ilimitadas y al mismo tiempo podemos conseguir la armonía, justicia y educación requerida en la crianza.
El afecto y la estructura que podemos ofrecerle a nuestros niños, se consigue con empatía y manejo consciente de nuestros sentimientos. Quizá lo que les falta a algunas parejas no es amor o compromiso, sino un poco más de habilidad para interactuar y relacionarse; teniendo en cuenta que lo que importa puede no ser lo que queremos, contribuye a que adaptemos nuestras necesidades y por ende seamos más o menos realistas.
Cualidades emocionales de la maternidad
Las madres podemos sentirnos orgullosas de nuestra capacidad emocional, pronto aprendemos a lidiar con las emociones de los pequeños y nos convertimos en ejemplo de tolerancia. Para identificar que nuestra inteligencia emocional está marchando adecuadamente, podemos seguir la siguiente lista de tareas.
- Las madres somos tolerantes ante la frustración, sobre todo en casos de organización, limpieza y tiempo libre
- Entender como nadie a nuestros hijos es producto de nuestro desarrollo empático por las emociones ajenas
- El control de nuestro lenguaje corporal y verbal es reflejo del adecuado manejo de sentimientos, algo que es común en todas las madres
- Una sensación de estar agradecida, feliz y completa, describe en muchos sentidos a la maternidad. Esto significa que hemos aprendido a valorar lo esencial, ahora nos concentramos en lo importante y vivimos para mejorar nuestro presente
- La motivación tiene una cara y un nombre, por eso nuestras acciones se enfocan en favorecer el aprendizaje y descubrimiento del mundo, tanto para ellos como para nosotras. Somos perseverantes, entusiastas y nos llenamos de iniciativa porque solo una cosa nos importa en la vida.
Bibliografía
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