La lucha de una madre por la salud de su hijo es realmente admirable. Estas guerreras dejan cada día de lado todo el condimento que la vida cotidiana ofrece a cualquier progenitora, sin lamentarse ni dudarlo un segundo.
Ganar la contienda contra la enfermedad por temor a perder una vida, nada menos que la de su pequeño. Eso es lo que implica la lucha de una madre por la salud de su hijo, quien le estará agradecido de por vida por tamaño esfuerzo, sacrificio y dedicación.
¿Qué implica la lucha de una madre por la salud de su hijo?
La lucha de una madre por la salud de su hijo implica llevar al niño a terapia o permanecer días, semanas y hasta meses enteros dentro de un hospital. Supone sacrificar los más agradables y memoriosos momentos a cambio de otros un tanto más duros. Pero que, a pesar de la dureza, no dejan de despertar el orgullo materno al ver la fortaleza y valentía de su hijo.
Además, la lucha de una madre por la salud de su hijo conlleva camuflarse a la hora de compartir con familiares y amigos los bellos sitios por donde han estado en familia. Así como también escabullirse de una conversación en la que tus amigos presumen logros y notas de exámenes.
Por último, esta ardua pelea requiere de numerosos malabares no solo con tu trabajo, sino también con eventos y reuniones de todo tipo. Pelear por la salud y la vida de un hijo significa guardar las lágrimas de angustia y tristeza en un cofre dentro del corazón y sonreír a cada golpe de la vida. Solo por él.
La lucha de una madre por la salud de su hijo cambia la vida
¿Acaso nunca viste una madre completamente angustiada, devastada, frente a un ordenador? Pasando horas investigando lo que su hijo padece y lo que necesita para estar bien. Es vivir al pendiente de los días clave para realizar estudios y controles médicos.
La lucha de una madre por la salud de su hijo es poner mala cara cuando la gente se queja por lo que, obviamente, son nimiedades. Es buscarle el lado positivo a cada jornada y llorar de emoción ante cada pequeño avance, por más pequeño que sea. Por eso, también es creer. No importa el credo, simplemente creer.
Pelear contra el mal humor, el cansancio, la impotencia. Supone desvanecerse cada día, pero aún seguir empujando con fuerzas de flaqueza que ni intuías tener, solo para lograr ir más allá por la familia que algún buen día decidiste formar.
Por supuesto, esta batalla no se ganaría sin la ayuda, experiencia y el apoyo de todos los profesionales que atienden a tu hijo. Por lo que también se ve a esas madres mostrando un profundo y sentido respeto hacia ellos.
Esta lucha significa levantarse temprano cada mañana, aun habiendo pasado de las peores y más caóticas noches. Implica vivir al límite, estar sin más al filo del precipicio, básicamente luchando por vivir.
Una lucha que, por más invisible que parezca, vale la pena
En la cotidianidad de esta guerra sanitaria generada por el más puro e incondicional amor maternal, te sientes invisible, como si nadie notara tu sufrimiento y soledad. Aun así, se te ve empujar siempre hacia adelante, haciendo hasta lo imposible para darle a tu hijo el mejor cuidado posible.
Seguramente habrá días en los que te preguntes si podrás seguir peleando, y si vale la pena ante pronósticos que no son favorables. Por supuesto que podrás y que vale la pena, vale la lucha y la vida. No te sientas sola, aférrate al amor, que es lo más importante.
En esos días en que la lucha te resulte ingrata, levántate y pelea. Si ves una mejora, considera que esos momentos de trabajo duro dieron su recompensa. Es hora de llorar, pero que esas lágrimas sean de alegría. Saborea el éxito, siéntete orgullosa de ti y del niño.
Sea cual sea la lucha, esa contienda vale más que todo el oro del mundo. Nadie te enseñó a hacer y, sin embargo, estás aquí, haciéndolo estupendamente bien. Eso que haces importa y, por supuesto, vale la pena.
Bibliografía
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