Premiar las notas, ¿ayuda o perjudica al niño?
Prometer para aprobar parece un método simple. Pero, ¿premiar las notas escolares es realmente una buena estrategia? Esta pregunta no es fortuita, pues se trata de un tema controvertido que divide las aguas tanto al interior del hogar como dentro de la comunidad educativa.
Aun con la mejor voluntad, muchos padres cometen el grave error de prometer a sus hijos fabulosos premios como un instrumento de motivación para hacerlos estudiar. Sin embargo, no es más que un arriesgado método que no necesariamente vendrá acompañado de los frutos más dulces.
Si bien todos los padres anhelamos el buen rendimiento escolar de nuestros niños, debes evitar ofrecerle un obsequio a cambio de sus notas. Pues la inteligencia es un factor muy complejo no cuantificable a través del catalejo miope de las calificaciones académicas.
Así que presta atención, pues en este artículo encontrarás por qué estas técnicas no dan el resultado esperado. Es que definitivamente, premiar las notas no es más que una herramienta de doble filo, por cuanto, lejos de tener un resultado positivo, suponen un efecto negativo.
Premiar las notas es una herramienta de doble filo
A ninguna persona le gusta fracasar, como a ningún estudiante le agrada caer ante cada examen. Si tenemos en cuenta que la satisfacción por el éxito es una reacción natural en las personas, comprenderemos que no necesitaremos ese sistema de premios, sino aprender a explotar ese sentimiento genuino.
Así estamos infravalorando esa necesidad de demostrar –tanto a sí mismo como a los demás- lo que uno es capaz de hacer, sustituyéndolo por un bien material. No obstante, la alegría y el bienestar interno que producen el éxito y la superación personal, no se reemplazan con nada, ni con un obsequio.
Además al premiar las notas de tu hijo, generas una catarata de compromisos. Imagina que ese niño, ante el siguiente reto, pedirá un regalo mayor, y así sucesivamente. Incluso, la criatura puede llegar a apelar al chantaje como condición necesaria para aplicarse en el estudio.
Por ello, esta no es una buena manera de proceder. Asimismo, si entendemos que el trabajo del estudiante es estudiar y que el nuestro consiste en apoyarlos y ayudarlos en su formación, comprenderemos que ese artilugio está de más.
Ahora bien, si prometimos el regalo por terminar el curso sin inconvenientes y esto no se cumple, aumenta su sensación de fracaso y frustración ya que ni por el estímulo llegó a la meta. Entonces, cuanto más grande es el premio, mayor es el malestar que provoca y más disminuye la autoestima.
Entonces, ¿cómo motivo a mi hijo para que estudie?
¿Qué tal si cambias la promesa por el festejo?. Es diferente que, ante una buena nota, toda la familia se ponga contenta, felicite el logro y lo celebre de la manera que considere propicia y oportuna: cenar en su restaurante favorito o ir al parque de diversiones, ver una película que le guste, etc.
Siempre será preferible ensalzar, alabar, aplaudir y festejar las buenas notas, pero nunca comprarlas. No olvides jamás reconocer sus méritos, habilidades y ayudarle a aceptar las limitaciones que puede llegar a tener, como todo el mundo.
Es importante que no solo elogies los resultados, sino su esfuerzo. Frente a un logro escolar, demuéstrale lo orgulloso que estás por haber apreciado tanto esfuerzo. En el caso de que haya obtenido una mala nota, debes manifestar orgullo por su dedicación y expresarle seguridad y confianza en su potencial.
Como puedes ver, premiar las notas no es la única herramienta capaz de incentivar al pequeño a estudiar. Analiza si los resultados son los esperados, los regalos son adecuados y si tu hijo comprende el motor que impulsa su estudio y el motivo por el que es premiado.
Si sientes que tu niño se está convirtiendo en un ser materialista que solo responde motivado por el interés e incluso apelando al chantaje para estudiar, tal vez sea el momento indicado para abandonar esta estrategia y buscar otros “regalos” más adecuados y efectivos.
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