La irritabilidad en los niños: qué hacer en estos casos

Si tu hijo se muestra irritable y sientes que todo le molesta, presta atención a su conducta y trata de descubrir la raíz de esa reacción. Te ayudamos a identificar las posibles causas y qué puedes hacer para ayudarlo.

Poner límites a un niño de 2 años ayudará a que tenga una mejor educación.

La mayoría de los niños atraviesa por una etapa en la que se pone molesto, gruñón y todo le fastidia. Muchas veces ni siquiera ellos están seguros de la verdadera causa de su mal humor y, en otras, son incapaces de comunicarlo. La irritabilidad en los niños: esa fase que todo padre quiere saber cómo manejar.

Ya sea a través de rabietas, berrinches, episodios de llanto o mal humor crónico, un gran número de niños pasa por una etapa en su vida -que puede darse en diferentes edades- en la que todo parece caerles mal. Especialmente aquellos con quienes convive más tiempo.

Dependiendo de su edad, de su etapa de desarrollo y del contexto familiar, social y personal, este estado de ánimo puede manifestarse de distintas formas y ser resultado de motivos diferentes. Por eso es importante que los padres estén preparados para saber cómo reaccionar cuando estas situaciones se presenten.

Causas de la irritabilidad en los niños

Primero que nada, es necesario definir irritabilidad, la cual no es más que una mayor propensión a la ira y la rabia en relación con los compañeros. La misma se puede manifestar a través de procesos conductuales como ira intensa o emocionales como un simple sensación de disgusto.

La irritabilidad en los niños es difícil de diagnosticar, sobre todo en aquellos que no pueden expresar las razones de su enfado. Es el caso de los bebés, porque no pueden hablar, y de los niños que desconocen exactamente qué les causa ese malestar. Puede tener causas físicas o psicológicas y puede ser circunstancial o prolongarse por cierto periodo de tiempo.

Estos son los desencadenantes más comunes de la irritabilidad en los niños:

  • Enfermedad: el niño puede mostrarse irritable si padece dolor de cabeza, garganta, estómago, oído, encías o muelas. En estos casos, debes acudir a un pediatra para que diagnostique la enfermedad y le recete la medicación que corresponda.
  • Factores psicológicos: los conflictos familiares, el haber atravesado una situación traumática, las presiones escolares y sociales, la depresión, el duelo temporal, la frustración e incluso los desórdenes de atención son causantes de irritabilidad en los niños. Además, el estar irritable puede ser una primera señal de autismo si está acompañado de interacción social escasa y preferencia por la soledad. También es recomendable la asistencia profesional para tratar estos problemas.
  • Hábitos inadecuados: una mala alimentación (como el consumo de cafeína, por ejemplo), la falta de sueño o la sobrestimulación sensorial pueden ser difíciles de llevar para los niños. Por lo tanto, pueden irritarlos.
  • Cambios causados por el desarrollo: muchos bebés y niños pequeños se enfadan cuando les salen los dientes. Más adelante en sus vidas, los brotes de crecimiento pueden causar molestias articulares y musculares que causan malestar. De igual manera, los cambios hormonales de la pubertad también pueden producir el mismo efecto.
  • Cambios bruscos de hábitos o rutinas: si a los adultos nos estresa cualquier cambio pequeño o grande que debemos afrontar, imagina lo que puede producir esto en la conducta y el ánimo de un niño.

Por otro lado, la 5.ª edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM 5) establece que la irritabilidad crónica y severa también puede deberse al trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo. Sin embargo, de acuerdo con un estudio reciente, la irritabilidad es un síntoma común en los niños, por lo que son necesarias más investigaciones al respecto.

Cómo controlar la irritabilidad en los niños

Hay algo importante a tener en cuenta cuando un niño muestra signos de mal humor e irritabilidad está así porque algo le sucede. Nadie se pone irritable simplemente porque tiene ganas. Si pudiéramos elegir, todos nos pasaríamos el día disfrutando cada instante, y más los niños.

“La irritabilidad en los niños es difícil de diagnosticar”

Entonces, en vez de ponernos en el rol de jueces, es mejor interpretar qué le pasa al niño, hablar con él y buscar una solución en conjunto. Estos son algunos consejos a tener en cuenta:

  • Descarta que no presente síntomas de alguna enfermedad que puedan estar causando su mal humor.
  • Intenta que se divierta: llévalo al parque para que se distraiga, que practique su deporte favorito o que juegue al aire libre.
  • Hablar con él para que exprese sus sentimientos: que encuentre en ti un confidente con quien buscarle salida a los problemas.

La irritabilidad en los niños se soluciona en muchos casos por medio de la confianza con los padres.

  • Que se desconecte de lo que le molesta: bailar, tocar un instrumento, salir de paseo o jugar a algo que le gusta pueden ser la distracción necesaria para dejar de lado el dolor, angustia o el enfado que lo estresa.
  • Estar serenos: si respondemos a su enfado con más enojo, el resultado de seguro no será positivo. Debemos ser un ejemplo de calma y de racionalidad a la hora de enfrentar conflictos. El ejemplo es el mejor maestro.
  • No lo sobornes con premios: si ante cada episodio de rabietas tu hijo consigue que le compres algo, no tengas dudas de que serán cada vez más frecuentes. El camino es el opuesto: limita alguna de sus actividades favoritas ante escenas de irritabilidad injustificadas.

“Cuando un niño muestra signos de mal humor e irritabilidad, es porque algo le sucede. Debemos hablar con él e interpretar qué le está pasando”

Por otro lado, existen diferentes técnicas psicológicas que los especialistas pueden aplicar para tratar la irritabilidad en los niños. Un artículo de la Journal of Child and Adolescent Psycopharmacology expone que la terapia cognitivo conductual y la capacitación en el manejo de comportamiento para padres muestran resultados efectivo.

Finalmente, debemos destacar una vez más que los niños reaccionan de forma espontánea a su entorno. Si hay algo que los perturba, les duele o les molesta, lo exteriorizarán. Debemos agudizar nuestros sentidos y el instinto de padres para identificar qué es normal y qué no para poder solucionarlo. Si no lo logras, no dudes en consultar con un profesional.

Bibliografía

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