Papá, al igual que mamá, es una figura central en el desarrollo emocional y físico de tu hijo. La activa función del padre en la crianza ayuda a los niños a desarrollar autonomía para animarse a asumir responsabilidades y también para descubrir el mundo desde la libertad.
La paternidad encierra una serie de roles de mucha importancia en la vida de los niños, las cuales pueden ser ejercidas por el padre del niño, la mamá, algún familiar o en algunos casos por una institución educativa.
Antes de que el bebé nazca, la relación que tiene cada padre con su hijo se materializa a través de la mamá que está unida de manera natural al niño durante el período de gestación. En ese momento la función de papá es de apoyo a la madre, quien experimenta muchos cambios durante esta etapa.
También existe un vínculo entre el padre y el bebé cuando está en el vientre, sobre todo si el papá o la figura paterna del niño se involucra de manera activa en este período.
Las tareas del hogar deben ser compartidas
Ya cuando el bebé nace, el padre tiene la oportunidad de estrechar el vínculo con su hijo. Esta relación de apego entre el papá y el bebé se nutre de pequeños actos que implican que el padre participe activamente en tareas sencillas como, por ejemplo, cargar al bebé en sus brazos y dormirlo. Cada vez que lo hace, el bebé asocia el olor y la voz de su padre a momentos que lo hacen sentir seguro y a gusto.
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En esta primera etapa de crecimiento del bebé es muy importante que mamá le deje espacio a papá para que también pueda participar en la crianza del niño. Debido a esto el padre participa animosamente en estas pequeñas tareas diarias, su bebé lo reconocerá como una figura de apego, como a una persona que es confiable, que lo quiere y lo cuida. Este tipo de sentimientos lo ayudan a construir su autoestima sobre cimientos sólidos.
La función del padre en la crianza es necesaria como un tercer espacio aparte del “mundo ideal” entre mamá e hijo. Es necesario que esté presente este “tercer lugar”, para ser y para crecer.
El padre es un modelo para el niño
La figura del padre, que a veces es ocupada por hombres que no son los padres biológicos del niño, no pasa inadvertida ante la mirada de los hijos. Su presencia, su lugar y sus acciones, también nutren y marcan la personalidad del niño que está aprendiendo cosas todos los días.
Ofrecer un espacio seguro para la crianza es acaso la función más importante del padre de familia, una figura de apoyo y seguridad para el niño. Esa interacción ayuda al niño a desarrollar su personalidad con la confianza necesaria para adaptarse al mundo exterior.
Asumir el reto constante de ser un padre presente y activo en la educación emocional y social de tus hijos, hará la diferencia. Este es un desafío maravilloso que no solo ayuda al niño a crecer sino que te ayuda a crecer como ser humano y contribuye a que crezca de manera equilibrada, ya que una de las funciones del padre es ofrecer a su hijo un código que le sirva de brújula en el aspecto moral.
De hecho, la figura paterna será un pilar fundamental durante la adolescencia si lo fue durante la infancia. Adiferencia de los niños que crecen sin una figura paterna quienes por lo general muestran trastornos en la adolescencia porque no encuentran una identidad. Este tipo de jóvenes sufre de inseguridad, soledad y depresión, que pueden plasmarse en el fracaso escolar, consumo de drogas y vagancia.
La figura paterna ayuda a establecer límites y normas y ayuda al niño a fijar patrones de conducta social
Un padre presente hace la diferencia
Un padre presente y activo es una figura central en la vida de un hijo. Si el vínculo es cercano, entonces el padre es una persona que también puede transmitir valores, poner límites y ser escuchado por el niño. Este será guiado por un padre que cada vez más se involucra en los quehaceres de la casa y asume junto a la madre el rol de sostén de la familia.
Ya ha quedado atrás el papel autoritario y distante que asumían algunos padres en el pasado, para desempeñar un rol más cercano, cálido e igual de ejemplar. Los padres de ahora comparten muchas de las tareas con sus esposas, lo cual incluye tareas del hogar, proveer el sustento, pagar las cuentas y también ser un actor activo en la crianza de los hijos.
Y los hombres que asumen todos esos roles –esos que también cambian pañales, lavan la ropa y le dan de comer al bebé, además de ayudar a mantener económicamente el hogar– desempeñan un rol fundamental en el desarrollo emocional del niño.
Los niños que cuentan con un papá muy involucrado en su crianza suelen desenvolverse mejor en la vida que aquellos que no tuvieron una figura paterna durante su desarrollo infantil. Además, si los papás durante la infancia de sus hijos fueron compañeros de la mamá y del bebé, y contrafigura de un modelo femenino que tiende a la sobreprotección, también tendrán una influencia clave en la adolescencia.
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La función del padre en la crianza durante la pandemia
En este período el rol de padre cobró relevancia por el incremento de los cuidados, y la necesidad de proteger y educar en condiciones inesperadas. Salud, alimentación, educación, se convirtieron en retos ineludibles que debían ser llevados en casa, generando confianza y esperanza en la incertidumbre.
Estudios reflejan que la participación de los padres en la obligada reclusión aumentó, pero no parece consolidarse en la vuelta a la normalidad. En tal sentido, la mujer sigue llevando la carga en lo que se llama la “agenda oculta”, la organización y la distribución inequitativa de las tareas.
Un documento de la UNICEF de 2020 expresaba que “la coordinación entre padre y madre en todo lo relativo al cuidado de los hijos e hijas y sus necesidades, son fundamentales… en las familias donde había mejor coordinación en la pareja, se señalaba mayor paciencia y menor exposición al conflicto”.
La evidencia bibliográfica, dice la Guía sobre parentalidad positiva, “sustenta el impacto positivo en el cuidado de los niños y niñas cuando el padre participa más activamente en corresponsabilidad con la madre.” En efecto, si los hombres se involucran como padres, la mamá está menos sobrecargada, más saludable y feliz.
Bibliografía
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