La extinción como técnica para eliminar conductas

Muchas de las conductas negativas de los niños se mantienen porque con ellas reciben nuestra atención. La técnica de la extinción nos ayuda a sustituir esos comportamientos por otros más adecuados.

Niña con una rabieta es ignorada mediante la extinción.

Cada niño (y cada familia) es un mundo diferente. No todos los pequeños tienen la misma personalidad, ni todas las dinámicas familiares son iguales. Son los padres quienes deben elegir, de entre todas las técnicas y estrategias disponibles, aquellas con las que se sientan más identificados. Hoy hablaremos de una de ellas: la extinción.

El objetivo de la educación consiste en guiar a los niños para que aprendan a manejar la frustración y a seleccionar conductas útiles para desenvolverse en su medio.

Sin embargo, en ocasiones, nos encontramos con que los niños emiten conductas desadaptativas que acarrean problemas a nivel personal, social, familiar y escolar. Pequeños que desobedecen, insultan o que nos retan constantemente.

Nuestro papel en esta situación será el de ayudarles a sustituir esas actitudes conflictivas por otras más sanas y adecuadas. Pero habrá que hacerlo siempre desde el respeto y el cariño, huyendo de la violencia y el castigo. Tengamos en cuenta que los pequeños aún están aprendiendo a vivir.

La importancia de la atención

Una de las técnicas que más puede ayudarnos en este proceso es la extinción. Esta parte de la base de que cualquier comportamiento que se repite lo hace porque está siendo reforzado de alguna manera. El objetivo será, por tanto, eliminar esos reforzadores que premian y mantienen la conducta conflictiva.Niño con unas alas y una corona de ángel.

Puede que no resulte fácil darnos cuenta de qué manera estamos premiando esa actitud negativa. Seguramente, cuando dicha conducta aparece, reprendemos al niño o lo castigamos de algún modo. Lo que estamos pasando por alto es que la atención de papá y mamá es uno de los mayores reforzadores que existen para un niño.

Los adultos tendemos a prestar más atención a las transgresiones y los malos comportamientos de los niños, pues son los que molestan y desagradan, y pasamos por alto las buenas conductas. El niño comprende, entonces, que el medio para obtener atención es comportarse mal.

Cómo aplicar la extinción

La extinción propone, precisamente, retirar la atención de aquellas conductas que queremos eliminar. No responder ante ellas, no regañar, ignorarlas por completo. Esta técnica siempre ha de acompañarse de reforzamiento positivo de cualquier otra conducta adecuada que emita el niño pues, de lo contrario, podría sentirse ignorado.

No se trata de un castigo ni de una venganza. No vamos a retirarle la atención con mala cara porque nos hemos enfadado. Simplemente, vamos a focalizar nuestra atención en conductas positivas y deseables. Vamos a ayudarle, desde el cariño, a sustituir una actitud por otra.

Si, por ejemplo, un niño está pataleando porque le hemos apagado la televisión, no vamos a entrar en una discusión con él, no vamos a regañarle por llorar. Vamos a ignorar esa conducta indeseable y a tratar de redirigir al niño ofreciéndole jugar con nosotros a un juego de mesa.

Si su rabieta continúa, hemos de explicarle, de forma calmada y cariñosa, que no vamos a atenderle mientras siga llorando y chillando. Que estaremos encantados de hablar y jugar con él cuando se tranquilice y nos hable bien.

En cuanto el niño logre calmarse y se dirija a nosotros en un tono normal, hemos de acogerlo con una sonrisa y, ahora sí, premiarle con toda nuestra atención y nuestro cariño.Niño con un buen comportamiento gracias a la extinción.

Claves a tener en cuenta

  • El niño debe conocer las condiciones desde el principio. Es muy importante explicarle claramente que hay que hablar y pedir las cosas de forma calmada y educada. Y que no vamos a atenderle cuando lo haga llorando o gritando.
  • Es imprescindible ser constantes y consistentes en la aplicación de esta técnica. Si solo ignoramos la conducta a veces y otras la atendemos, estaremos llevando a cabo un refuerzo intermitente que empeorará la situación. Hay que ser firmes en ignorar siempre la actitud negativa y premiar siempre la positiva.
  • Este procedimiento, aunque es realmente eficaz, requiere tiempo. Por tanto, no podemos usarlo en conductas que requieran ser eliminadas de inmediato. Por ejemplo, si el niño va a meter los dedos en un enchufe, no podemos ignorarlo, hemos de actuar.
  • Cuanto más haya sido reforzada una conducta problemática en el pasado, más tiempo se necesitará para lograr su extinción.
  • Hay que tener en cuenta que, cuando se comienza a aplicar esta técnica, generalmente, se produce un incremento temporal de la conducta indeseada. También puede aparecer oposición y reacciones emocionales por parte del niño. Es normal y hemos de mantenernos firmes hasta que el niño comprenda que este es el nuevo funcionamiento familiar y cese en su mal comportamiento.

Algunos progenitores pueden considerar que dejar llorar al niño en una rabieta puede ser traumático para ellos; sin embargo, con la extinción solo les estamos ayudando a redirigirse y a gestionar sus emociones. No reforzar la conducta no implica darles de lado, podemos permanecer junto a ellos mientras se calman, pero hemos de mantener el foco en que la atención y el refuerzo han de dirigirse a las conductas que queremos que se repitan.

Bibliografía

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  • Albert, M. (2007). Técnicas de modificación de conducta.
  • Caro, I. (1991). Tratamiento conductual en un caso de rabietas. Psicothema3(1), 45-58.
 
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