Cuando eres madre de más de un niño, una de tus prioridades consiste en ser ecuánime con todos tus hijos. Tratas de ofrecerles a cada uno la misma cantidad de tiempo, atención y amor. Sin embargo, resulta complicado actuar la totalidad del tiempo de forma imparcial, pues muchas de las injusticias que cometes son inconscientes. A veces, surgen, incluso, de tus mejores intenciones.
Afortunadamente, esta situación se puede revertir prestando atención a la forma en la que actúas. Reflexionando y llevando a cabo un autoanálisis que te permita comprobar en qué momentos has favorecido a uno de tus hijos por encima de los demás. Muchas veces, son los propios niños quienes nos alertan de lo que ocurre, transmitiéndonos su malestar e inconformidad. Entonces, solo será necesario escuchar.
Todos los pequeños necesitan sentirse amados y aceptados incondicionalmente por sus padres. Por lo que, como sabrás, las consecuencias de tener un hijo favorito pueden ser importantes para el desarrollo emocional de los hermanos. A continuación, te mostramos algunas situaciones injustas en las que, quizá, no has reparado, para que puedas actuar en consecuencia.
Injusticias que cometes cuando tienes varios hijos
Te identificas más con uno de ellos
Además de padres, somos personas. Y, por eso, aunque nuestro amor por todos nuestros vástagos es infinito, es normal que sintamos más afinidad hacia alguno de ellos. Puede ser que te sientas más identificado con uno de tus hijos porque es de tu mismo género o porque su carácter es más similar al tuyo y, por ende, te resulta más sencillo comprenderlo.
Esto es algo completamente normal que no tendría más importancia, siempre que esta identificación no te lleve a posicionarte de su lado únicamente por este hecho. Si, de forma general, tiendes a favorecer al hijo con el que más te identificas, el resto de tus niños lo notarán y la relación con ellos puede resentirse.
Te pones del lado del ‘débil’
Otra situación bastante frecuente que tiene lugar en las familias con varios hijos es que los padres tiendan a defender y beneficiar al hijo que perciben como más débil. Bien sea porque es el más pequeño, porque tiene algún tipo de enfermedad o condición, o, simplemente, porque su personalidad es más sumisa. Los progenitores pueden sentir tal necesidad de proteger a este infante que pueden terminar actuando de forma injusta.
Recuerda que siempre que haces por tus hijos algo que ellos pueden hacer por sí mismos, les estás haciendo un flaco favor. Posicionarse del lado del hijo ‘más débil’ generará recelo en sus hermanos e impedirá el desarrollo de la autonomía y autosuficiencia de dicho niño.
Caes en la manipulación
En ocasiones, los hijos de una misma familia pueden tener personalidades muy distintas y marcadas que lleven a los padres a tratarlos de forma desigual. Cuando uno de los hermanos posee un temperamento más dócil y noble, mientras otro es un pequeño experto de la manipulación, es sencillo caer en la trampa.
Este último tenderá a recurrir al llanto, la queja y el victimismo para salirse con la suya ante las discusiones fraternales. Habrá comprobado cómo estas estrategias le llevan a conseguir el favor de sus padres y no dudará en ponerlas en marcha. Sin darse cuenta, los progenitores pueden terminar dando la razón al hijo que más ruido hace, que más llora o más se lamenta sin haberse dado tiempo para escuchar las dos versiones de la historia.
Entonces, el niño más calmado generará un gran sentimiento de frustración e impotencia, pues observará cómo la verdad no es atendida y se comete la injusticia de creer y premiar al hermano que manipula la situación.
Injusticias que cometes tratando de ser justo
Paradójicamente, en ocasiones, actuamos de forma injusta tratando, precisamente, de ser equitativos. Es el caso de los padres que compran regalos también para el hermano cuando es el cumpleaños de uno de sus hijos. O aquellos que permiten a todos los hermanos irse a acostar más tarde o volver más tarde a casa cuando estos no tienen las mismas edades.
La justicia no siempre significa ofrecer exactamente lo mismo a todos ellos, sino ajustar nuestros actos a su edad y a las circunstancias concretas. Ser padre no es sencillo y es normal cometer ciertos errores. Lo fundamental es tomar consciencia de ellos y saber rectificar.
Bibliografía
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