La importancia de que los niños tengan aficiones

Para que los niños se sientan seguros y motivados a descubrir sus propias aficiones, es importante que podamos dialogar y respetar sus intereses y decisiones.

Las aficiones y el ocio permiten hacer uso del tiempo de otra manera. Fuera de las tareas, las evaluaciones y el horario escolar, resulta positivo que los niños tengan otros intereses. Las aficiones no solo son una “válvula de escape”, sino que reportan muchísimos beneficios. Veamos cuáles son.

Beneficios de que los niños tengan aficiones

Más allá del entretenimiento que aportan a los niños y del hecho de mantenerlos alejados de las pantallas, también hay otros beneficios en de que los niños tengan aficiones. Algunos de ellos son los siguientes:

  • Les permite explorar otros intereses, usos del tiempo y hasta descubrir talentos que no sabían que tenían.
  • Los ayuda a aliviar el estrés. Muchas personas creen que el estrés es incompatible con la infancia. Sin embargo, esto no es así. Cada vez encontramos casos a más temprana edad debido a diferentes razones, como las obligaciones, las agendas de los adultos o el ritmo vertiginoso con que se vive en la actualidad.
  • Constituye fuentes de aprendizaje y creatividad de una forma más libre y menos reglada. Incluso, refuerza otras habilidades, como por ejemplo mantenerse concentrado o empezar y finalizar una actividad, entre otras.
  • Contribuye con su autoestima. Esto es porque se sienten útiles y valiosos al hacer algo que disfrutan. Al mismo tiempo, sienten la satisfacción del logro, lo que los vuelve más seguros. Poco a poco, tienen deseos de crecer en esa actividad, de mejorar y de potenciarse. Sin dudas, influye en el modo en que se ven y se sienten consigo mismos.
  • Les permite establecer relaciones y contactos con otras personas. Tener un hobby y desarrollarlo en compañía de otros niños les da la posibilidad de relacionarse con sus pares y con quienes comparte esta afición. Allí ponen en juego múltiples habilidades sociales y psicológicas. Más allá de que las aficiones puedan ser individuales, siempre tienen un componente social, a través del cual los menores aprenden a relacionarse, a respetar normas y, a veces, a trabajar en equipo.
  • Facilita el desarrollo de un sentido de pertenencia y aporta en la construcción de la identidad.
Las aficiones en los niños favorecen el aprendizaje y la creatividad. Además, fomentan sus gustos e intereses e incluso les pueden permitir descubrir nuevas habilidades.

Recomendaciones para apoyar las aficiones en los niños

Algunas claves que podemos tener en cuenta para acompañar a nuestros hijos en el desarrollo de sus aficiones son las siguientes:

Escucharlos y dialogar con ellos

Todas las aficiones plantean sus desafíos, sus alegrías y sus dolores. Por eso, es importante escuchar a los niños, saber qué sienten y cuáles son sus objetivos. Además, brindarles apoyo y dialogar con ellos, seguramente reforzará el vínculo entre el adulto y el menor.

Ser flexibles

Si bien es cierto que las aficiones requieren de perseverancia y compromiso para poder desarrollarlas y aprovechar su potencia, es igualmente importante que podamos desestructurarnos a veces. Por ejemplo, si un día el niño te indica que hoy no quiere ir a patín porque está muy cansado, puedes entenderlo y permitírselo. La idea es que pueda disfrutar de su hobby y que no implique un sacrificio o un castigo.

Enseñarles que se puede cambiar

Muchos niños, tras algún tiempo de practicar una actividad o deporte, no quieren abandonarla porque sienten pena o les da culpa. También porque creen que sus padres pueden llegar a enojarse. Sin embargo, es importante permitirles a los niños que realicen cualquier actividad y no una puntualmente. Lo ideal es que puedan desarrollar su pasión e interés en lo que les guste, dado que nuestros gustos e intereses pueden cambiar con el tiempo.

Animarlos a explorar

En relación con el punto anterior, es importante que sepan que no siempre encontramos una afición o un grupo de buenas a primeras. A veces cuesta soltarse o sentirse cómodo. En este sentido, no es necesario que se “casen” con un lugar o con un hobby sin permitirles el espacio para que nos lo cuenten y podamos buscar otras opciones junto a ellos.

Para que el niño pueda desarrollar su afición, será clave que los padres puedan acompañarlo y apoyarlo. Muchas veces habrá que gastar dinero en equipamiento, inscripciones o cuotas, entre otras cosas.

Ser facilitadores

Para que un niño desarrolle una afición, al principio necesita de alguien que le dé soporte. En este sentido, los adultos tendremos que dedicar tiempo y esfuerzo para llevarlos a algún sitio. Incluso habrá que hacer algunos gastos.

Afición, no obligación

Por último, es importante no imponer la lógica del mundo adulto en el de la infancia. En primer lugar, debemos escuchar qué quiere hacer el niño y permitirle expresar sus gustos e intereses. En segundo lugar, hay que estar atentos a nuestro propio comportamiento. Muchas veces, reglamos y exigimos a los niños en relación con sus aficiones, de tal modo que terminan por perder el disfrute de aquello que realizan. Un hobby es un hobby, no un trabajo.

A veces, cuando al menor le va muy bien en lo que hace, los adultos buscamos un beneficio secundario: que se destaque, que empiece a entrenar más y que participe en torneos. Sin embargo, eso que era secundario pasa a cobrar protagonismo y quedan lejos la desconexión y el disfrute, que eran la esencia central del hobby.

Por último, también tendremos que olvidarnos de aquellas aficiones que habíamos proyectado para ellos. Muchas veces imaginamos que jugarían al futbol como nosotros o que sentirán interés por el arte, pero en realidad, puede que les guste más la pesca.

En este sentido, no debemos imponer nuestros propios gustos. Se trata de que podamos dejarlos ser y hacer lo que ellos elijan. Al mismo tiempo, habrá que aceptar que no siempre querrán seguir nuestro propio camino ni cumplir con nuestras expectativas.

Bibliografía

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