Mi hijo siente asco por la comida: ¿qué hago?

¿Por qué tu hijo siente asco por la comida? Descubre distintas estrategias para afrontarlo de manera óptima.
Mi hijo siente asco por la comida: ¿qué hago?
Silvia Zaragoza

Escrito y verificado por la nutricionista Silvia Zaragoza.

Última actualización: 22 septiembre, 2022

¿Te has planteado alguna vez cómo influyen las emociones a la hora de comer? A pesar de que el rechazo por determinados alimentos en la infancia es normal, puede traerte quebraderos de cabeza. Por esta razón, queremos enseñarte cómo actuar cuando tu hijo siente asco por la comida. 

En primer lugar, el asco es una de las 7 emociones básicas definidas por Paul Ekman. Aparece por cualquier cosa que percibimos a través de los sentidos, las acciones o percepciones de las personas e ideas. Además, tiene una connotación negativa y adaptativa, ya que está influenciada por distintos factores, como veremos a continuación. 



¿Por qué tu hijo siente asco por la comida?

Niña rechazando comida porque siente asco.

La textura, el principal motivo por el que tu hijo siente asco por la comida

La sensación en boca y al tacto, así como el crujido al masticar determinan la preferencia por determinados alimentos. Hasta ahora, disponemos de evidencia que afirma que el 55 % de las niñas y el 37 % de los niños entre 10 y 13 años tienden a rechazar los alimentos por estos motivos, basado en su opinión.

Incluso ocurre al introducir por primera vez los alimentos. Por eso, siempre es recomendable ofrecer una gran variedad de comida con diferentes texturas para que se acostumbren desde temprana edad.

Además, el rechazo suele producirse al notar los trozos, o bien por texturas demasiado blandas. Esto tiene mucha importancia para los niños dado que, al llevar los alimentos a la boca, cuentan con una mayor sensibilidad al tacto en las manos y la lengua.

Por el contrario, puedes lograr una mayor aceptación con la edad y la introducción progresiva de trozos cocidos, como que el Baby Led Weaning.

No lo ha probado nunca, pero no le gusta el aspecto

Normalmente ocurre a partir de los 6-12 meses y se puede mantener hasta los 3-4 años. Se trata de un mecanismo de defensa frente a lo desconocido y al peligro. ¡Es el momento en el que la apariencia visual entra en juego! Por eso, aprovecha para esmerarte en la presentación y la combinación de colores.

Incluso hasta el propio olor que desprende la comida le puede producir asco. Es el caso del brócoli y determinados pescados azules. Otro aspecto que hay que tener en cuenta es el sabor. ¿Sabes cuál es la mejor manera de incitarlos a probarlos? Utilizando hierbas y especias aromáticas como el romero y el orégano.

Aspectos psicológicos y emocionales producidos cuando tu hijo siente asco por la comida

La comida genera placer y, por tanto, produce un impacto emocional. Además, entra en juego la memoria y la asociación generada por el entorno a la hora de comer. Un ejemplo sería la obligación a comérselo todo, haber pasado un rato desagradable por riesgo de atragantamiento, o que le algo le haya sentado mal.

Piensa que sentarse a la mesa es un acto social y el pequeño se encuentra en una etapa de aprendizaje, por lo que va a fijarse en todo lo que ocurra. Como consecuencia, cualquier situación incómoda derivará en rechazo constante. Incluso, podría prolongarse a lo largo de los años de manera inconsciente.

Por otro lado, el asco es un mecanismo originario de defensa del cuerpo y en general forma parte de los complejos sistemas que hacen que haya cosas que nos atraen o que repelemos. En estos casos, en el cerebro s e activa el lóbulo anterior de la ínsula, una pequeña región involucrada en las emociones, conectada al gusto y al olfato.

Sucede que, como los seres humanos somos omnívoros, hay alimentos que pueden resultar contaminantes. Por lo tanto, el asco e s una emoción universal y lo pueden sentir incluso personas ciegas. Para el investigador Eduardo León, se trata de una respuesta natural y cultural, y funciona como un “guardián bucal”.

Es importante destacar el carácter racional de las emociones puesto que han servido para garantizar la supervivencia de la especie.

Al igual que otras emociones, el asco tiene componentes:

  • Fenomenológicos, cuando experimentamos repugnancia, incluso náuseas o vómito.
  • Cognitivos, porque implica una amenaza de contaminación.
  • Fisiológicos, al activar el sistema nervioso parasimpático para dar respuestas involuntarias.
  • Conductuales, con esa expresión típica de rechazo similar en todas las culturas y por supuesto en los niños.

Si tu niño siente asco por alguna comida, ya sabes que desde su naturaleza más profunda, te está comunicando algo.

¿Qué puedes hacer para solucionar el problema?

Una vez que ya sabes los motivos por los que tu hijo siente asco por la comida, te toca hacer lo posible por ayudarle a superarlo o encontrar alternativas.

Proporciona un alimento equivalente al que rechaza

¿Cuántos alimentos le producen asco? Es imposible que le guste todo, pero eso no es problema si disfruta con otros alimentos del mismo grupo. Es la manera de que se le aporten los mismos nutrientes y pueda crecer sano y sin ningún déficit.

A modo de ejemplo, las acelgas puedes sustituirlas por unas espinacas o una hojas de lechuga. En cambio, si detectas que el rechazo es por la técnica de cocción, puedes variarla hasta dar con la que le guste. En ocasiones, la exposición repetida y que pueda manipular el alimento incrementa la aceptación.

Define las prioridades de su alimentación

Lo fundamental cuando aparece el asco por la comida es establecer unas pautas básicas. De esta manera, te aseguras de que coma suficiente, variado y sano. Por lo tanto, el objetivo principal es que su alimentación contenga todos los grupos de alimentos.

Niño aprendiendo a comer solo para evitar problemas de masticación.

La cuestión es que vigiles que no restrinja demasiada comida, ya que puede convertirse en un trastorno. Incluso analiza las razones por las que se comporta así y detecta si limita su vida alrededor de la mesa. En ocasiones puede deberse a un problema motor o psicomotor en la boca y resto del aparato digestivo.

Recuerda que aunque odie el pescado lo puedes sustituir por carne, huevos o legumbres. En cambio, si detesta las sardinas, puede comer salmón o cualquier otro pescado azul.



Busca una forma progresiva de introducir el alimento, pero no le obligues

Si quieres que su asco disminuya, evita forzarlo o premiarlo, ya que producirás el efecto contrario. Además, va a convertirse en un momento de tensión y frustración de ambos. Por eso, ten paciencia y tómatelo con calma.

Un buen truco es darle ese alimento en pequeñas cantidades y cocinado de manera distinta. También lo puedes combinar con otros alimentos que le gusten. Por ejemplo, si rechaza el calabacín, pero le encanta la pasta con salsa de tomate, mézclalo con pequeños trozos salteados en la sartén y aderezados con orégano. Otro día, lo puedes incluir formando parte de una lasaña o en un puré junto a otra verdura.

En resumen

Enseñar a comer a tu hijo requiere tiempo y un entorno agradable. Recuerda que el asco es normal, sobre todo si es la primera vez que prueba un alimento. Ahora bien, es muy probable que la exposición repetida favorezca su consumo, por lo que no te rindas fácilmente.

Eso sí, no le riñas ni le grites; antes bien, compréndele, escúchale y proponle alternativas.

¿Te animas a poner en práctica nuestros consejos? Seguro que al final logras que coma de todo o que le dé a las opciones que le presentas una nueva oportunidad. Ten en cuenta que, aunque rechace un alimento, va a seguir creciendo a su ritmo y de manera saludable.
 

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