Los grados de maduración de la placenta se evidencian a través de los ultrasonidos del embarazo. A lo largo de esta prueba, el médico evalúa las modificaciones fisiológicas o el aspecto que tiene este órgano transitorio y, con base a los hallazgos, determina su estadio evolutivo.
Veamos a continuación cuáles son estos grados y qué ocurre en el tejido placentario en cada uno de ellos.
¿Qué es la placenta y cuál es su función?
La placenta es un órgano intrauterino transitorio, que se forma junto con el embrión y que es expulsada del cuerpo materno tan solo unos minutos después del nacimiento del bebé. Tiene un aspecto en forma de disco y alcanza unos 22 centímetros de diámetro y un peso de 500 gramos hacia el final de la gestación.
Este órgano preciado cumple una importante función, que es la de mantener con vida al bebé. No solo le brinda todo lo que necesita para su bienestar, sino que también lo ayuda a filtrar y a expulsar los desechos que su organismo produce.
A través de las arterias uterinas, la placenta toma el oxígeno y los nutrientes desde la sangre materna y luego se los traslada al bebé a través del cordón umbilical. En sentido contrario, toma los productos de desecho del metabolismo fetal a través del cordón umbilical y los libera en la circulación materna, para que sean finalmente eliminados por el hígado adulto.
Además de la función de intercambio materno-fetal, la placenta produce algunas hormonas del embarazo, que son absolutamente necesarias para que todo marche bien hasta el nacimiento.
Grados de maduración de la placenta
Como se comentó antes, una de las características de este órgano es su transitoriedad. Por lo tanto, se forma y madura a la par del bebé. Hacia el final del embarazo, comienza a degenerarse de forma programada para finalmente ser eliminada luego del parto, durante la etapa de alumbramiento.
Uno de los signos del paso del tiempo que manifiesta la placenta son las calcificaciones, las cuales pueden condicionar la nutrición y la oxigenación fetal. De esta manera, tanto la presencia de calcio en su estructura como su aspecto general le permiten al especialista establecer el grado de madurez del órgano en cuestión.
Existen distintas clasificaciones de maduración de la placenta, pero la más utilizada por los ginecólogos es la clasificación de Grannum, elaborada por este médico y sus colaboradores en 1979. Dicha clasificación establece 4 grados y te los explicaremos a continuación.
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Grado 0
Es el estadio que caracteriza al primer trimestre e inicio del segundo, pues es el grado más joven de la placenta. Ecográficamente, se observa que la placa basal (la cara que da hacia el útero) y la placa corial o coriónica (la que da hacia el feto) mantienen un aspecto homogéneo y uniforme, sin calcificaciones.
Grado I
Hacia el final del segundo trimestre o primeras semanas del tercero ya se visualizan zonas de color blanco en la ecografía, o ecorrefringentes. Estas corresponden a las primeras calcificaciones superficiales (finas y onduladas), las cuales suelen afectar principalmente a la placa corial.
En este grado también se observa que las placas ya no son uniformes, pues la corial comienza a mostrar signos del avance del tiempo, pero la basal se mantiene intacta.
Grado II
En este grado de maduración placentaria la placa corial y la basal son claramente distintas:
- La placa basal se identifica completamente, ya que da la impresión de estar separada del miometrio (pared muscular del útero).
- Por su parte, la placa coriónica tiene un perfil discontinuo, ondulado y con calcificaciones.
Grado III
Este es el grado máximo de maduración de la placenta, a raíz del cual se habla de ella como envejecida o hipermadura. Lo normal es que se alcance este grado entre las 39 y las 40 semanas, pero a veces puede ocurrir un tiempo antes.
A continuación, mencionaremos sus características más destacables:
- Abundantes depósitos de calcio en la placa basal y en la corial.
- Varias zonas ecorrefringentes en la placa basal.
- Fusión de los tabiques de la placenta.
- Calcificación y degeneración en el interior de los cotiledones placentarios.
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¿Qué implica que la placenta esté madura o envejecida?
El proceso de madurez de la placenta ayuda al especialista inferir cómo es el bienestar fetal. Si la placenta madura de forma precoz, puede indicar alguna complicación gestacional, como una preeclampsia.
En este sentido, si una placenta alcanza el grado II o III antes de las 34 semanas de embarazo, se asume que ha madurado antes de lo esperado y que es insuficiente para cubrir las necesidades del bebé. Esto aumenta el riesgo de complicaciones en la salud del bebé, como las siguientes:
- Déficit nutricional o bajo peso al nacer.
- Hipoxia fetal.
- Retraso en el crecimiento uterino.
- Nacimientos prematuros.
Recientemente, se ha realizado un estudio para determinar el riesgo de sufrir complicaciones perinatales en gestantes con placenta grado 3 antes de las 35 semanas. Los investigadores concluyeron que el envejecimiento placentario precoz se asociaba a una elevada frecuencia de complicaciones perinatales. De hecho, casi el 30 % de los neonatos de estas madres presentaron bajo peso al nacer y síndrome de distrés respiratorio.
En algunos casos, y dependiendo de la valoración de los especialistas, la insuficiencia placentaria secundaria a las calcificaciones o al endurecimiento del órgano antes de lo esperado podrían ser causa de interrupción temprana del embarazo. Pues así se evitaría poner en riesgo la vida del bebé.
Por ello, es habitual que el médico complemente la ecografía del tercer trimestre con un Doppler de las arterias umbilicales y de la placenta, para comprobar cómo es la oxigenación del bebé en esta etapa. De llegarse a detectar algún problema, se recomendará guardar reposo materno y monitorizar el embarazo con mayor frecuencia.
Aun así, el envejecimiento prematuro de la placenta impacta en el crecimiento fetal y de allí la importancia de llevar un control prenatal estricto, especialmente, en un embarazo de alto riesgo.
Bibliografía
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