Fiebre y somnolencia en niños: ¿qué hacer?
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La fiebre y somnolencia en niños son algunos de los síntomas que se desarrollan en el organismo del pequeño cuando trata de combatir agentes infecciosos. En ocasiones, la fiebre es el resultado de causas llamadas asépticas (cuando no es por una infección), pero de cualquier modo es un síntoma que debe alertar a los cuidadores.
Queda claro para todos los padres que la fiebre es una señal de que algo no anda bien en el organismo del pequeño. Sin embargo, la duda general que embarga a los padres es saber cuándo puede ser atendida desde el hogar y cuándo se debe asistir a emergencias.
En el caso de la somnolencia en los niños, sola o sumada a la fiebre, generalmente los pediatras aconsejan acudir a la sala de urgencias para realizar evaluaciones más exhaustivas. El motivo es que estos dos síntomas simultáneos pueden esconder un malestar mayor en el pequeño.
Precisamente para tratar de esclarecer las dudas relacionadas con la fiebre y la somnolencia, te ofrecemos a continuación una guía para identificar la gravedad de los síntomas y saber qué hacer.
La fiebre en los niños
La fiebre en los seres humanos es un síntoma que sirve para alertar de que algo no está funcionando del todo bien en el organismo. Los estados febriles pueden estar asociados a varios factores víricos o bacterianos; en la mayoría de los casos, puede incluso llegar a desaparecer por sí misma si el niño está sano y el aumento de la temperatura no está vinculado a una patología mayor.
Una gran cantidad de infecciones son capaces de causar fiebre en los niños, la mayoría de ellas afectan al tracto respiratorio o digestivo (como la infección por enterovirus). No obstante, las infecciones urinarias, la septicemia o la meningitis también pueden generar la aparición de este síntoma.
El diagnóstico de esta condición es fácil, ya que solo se necesita de un termómetro. Sin embargo, para determinar la causa de la elevación de la temperatura suele ser necesario realizar varios estudios complementarios (análisis de sangre, radiografías o pruebas de heces y orina).
Aunque esté estigmatizada, la fiebre en realidad ayuda a fortalecer la inmunidad del niño. De cualquier forma, tampoco podremos deshacernos de ella, pues estará presente con mucha frecuencia durante los primeros tres años de vida del niño. A menudo, se presenta acompañada de otros síntomas y niveles como los que aquí comentamos.
Niveles de fiebre
Para que los padres puedan identificar el estado de salud que presenta el niño, es importante que identifiquen en qué renglón se encuentra el estado febril.
- Febrícula: en este nivel, la temperatura corporal se encuentra en un rango de 37,5 a 38 °C si se toma en la axila; o 38 a 38,5 °C si se toma por vía rectal.
- Fiebre: este segundo grado es el que permite identificar el estado febril más común. La temperatura se encontrará entre los 38,1 y 41 °C por vía axilar, y por vía rectal entre 38,5 a 42 °C.
- Hiperpirexia: la hiperpirexia es un estado bastante grave. En este caso, la temperatura supera los 42 °C por vía axilar o rectal; si un niño o adulto presenta este grado de temperatura, puede tratarse de una complicación letal.
Descubre más: Aprende a medir la temperatura basal
Síntomas que acompañan a la fiebre
La fiebre puede verse acompañada de múltiples manifestaciones clínicas diferentes. Los síntomas concomitantes de la fiebre van a depender de la causa precisa de la afección. No obstante, entre los síntomas más comunes destacan los siguientes:
- Fatiga o cansancio inexplicable.
- Respiración acelerada
- Disminución del apetito.
- Irritabilidad.
- Palidez.
- Malestar general.
- Sudoraciones y escalofríos.
- Dolores de cabeza o musculares en los niños más grandes.
Por su parte, también existen ciertas señales de alarma, las cuales indican la presencia de una patología severa. En este sentido, las madres deben buscar atención médica inmediata si la fiebre se presenta con alguno de los siguientes síntomas:
- Somnolencia.
- Vómitos y diarrea.
- Heces con sangre.
- Debilidad extrema.
- Rigidez en el cuello.
- Extremidades frías.
- Llanto débil.
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Cuando se unen fiebre y somnolencia en niños
Ya repasamos las causas por las que se producen los niveles febriles según los grados centígrados. Pero, ¿qué pasa cuando la fiebre viene acompañada de somnolencia?
Como ya se dijo con anterioridad, los niños con fiebre presentan síntomas adicionales. Por ejemplo, pueden respirar de forma acelerada, llorar constantemente, perder el apetito o tener escalofríos.
La somnolencia es un estado alterado de la consciencia en el que las personas presentan sueño excesivo y tienden a dormirse en situaciones inadecuadas. El sueño por lo general es ligero, por lo que es posible despertar con un estímulo externo.
La misma generalmente se produce cuando la temperatura del pequeño empieza a elevarse demasiado. Pueden aparecer también alucinaciones, delirios, incapacidad para descansar y hasta convulsiones, a raíz de la irritación de las células nerviosas.
“En el caso de la somnolencia en los niños, sola o sumada a la fiebre, generalmente los pediatras aconsejan acudir a la sala de urgencias para realizar evaluaciones más exhaustivas”
No es lo común, pero en casos muy particulares los niños que presentan somnolencia y fiebre han sufrido traumatismos craneales o contusiones. Eso lleva a que se desarrollen estos dos síntomas.
Sin embargo, como mencionamos previamente, lo más habitual es que se produzca la somnolencia en el pequeño a raíz de un nivel de temperatura cercano a los 40 °C. Por supuesto, es una señal a la que los padres deben estar muy atentos.
Medidas para bajar la fiebre
Desde luego, para evitar llegar a estos síntomas tan extremos es bueno ir tomando varias previsiones. Lo primero es tener a la mano un termómetro y controlar la temperatura del niño.
Siempre que el infante se mantenga en un nivel de febrícula, se le podrán ofrecer remedios caseros como quitarle la ropa, aplicar compresas de agua fría, bajar la temperatura de su habitación, ofrecer baños con agua templada por lapsos de 20 minutos. Un cuidado esencial es darle al pequeño suficientes bebidas para que esté hidratado.
Como recomendación final, es bueno alertar que, si el pequeño presenta una temperatura cercana a los 39 °C y muestra también somnolencia u otros síntomas que se consideren anormales, deben acudir sin dudar a emergencias.
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