Cómo explicar a un niño la muerte de una mascota
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En muchos hogares, las mascotas son parte de la familia. Los niños se crían junto con los perros, los gatos u otros animales. De este modo, aprenden a socializar con ellos e incluso a ¡compartir la comida! ¿Quién no ha visto a un chico ceder un trozo de su galleta a su perrito hambriento y deseoso? Ellas son como los primeros amigos de los niños. Es por eso que, ante su pérdida, resulta muy duro explicar la muerte de una mascota. Veamos cómo hacerlo de la mejor manera posible.
Los niños y las mascotas
Para las familias o para los niños que tienen mascotas, ellas son como uno más en la vida hogareña y no simplemente un agregado. Las mascotas nos entretienen con sus ocurrencias y actuaciones, nos enseñan cosas sobre nosotros mismos y nos acompañan en nuestras actividades diarias. Las infancias también aprenden a ser responsables al comprometerse con su cuidado, ya sea mediante la alimentación, la higiene o el paseo de la mascota.
También son conocidos los beneficios respecto a la reducción del estrés y la ansiedad cuando se pasa tiempo con mascotas. Entretenidos, alegres y conectados con el aquí y ahora, los niños disfrutan su compañía. Por eso, es lógico y esperable que sufran su pérdida. No obstante, es importante conversar sobre el tema y no negarlo. De esa manera, los pequeños podrán conectar con sus emociones y darle a esa tristeza el lugar y el tiempo que se merece para luego sentirse mejor.
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Cómo explicar a un niño la muerte de una mascota
Algunas claves a tener en cuenta para explicar a un niño la muerte de una mascota son las siguientes:
Explicar la muerte de acuerdo a la edad del niño
No se aconseja ocultar la información, pero sí hacer un filtro respecto de lo que decimos. En algunos casos, los chicos no están preparados para entender qué sucede, por lo cual es conveniente evitar ciertos detalles innecesarios. Cuando son pequeños, a veces es suficiente con decirles que se fue al cielo o a un lugar a donde descansan las animalitos.
Por ejemplo, los más chicos aún son muy literales, por lo tanto a veces incurrimos en un error al decirle que “la mascota va a dormir por mucho tiempo”. Esto puede generar temor al momento de irse a la cama o puede crear una falsa expectativa de que en algún momento volverá. Luego, para los más grandes y en la medida en que crecen, hay que precisar otro tipo de información, quizás más realista.
Los rituales son importantes
Los rituales sirven para hacer una transición, para prepararse y despedirse. En el caso de los niños, esta práctica puede ser escribir una cartita, hacer un dibujo, contar cuentos o recuerdos, o lo que sea mejor para el pequeño.
Dar espacio para gestionar la pérdida
En algunos casos, al tratar de evitar el dolor de los más chicos, los adultos sugieren o comienzan a buscar otra mascota para la familia. Sin embargo, es preciso entender que ese perro o animal era único y especial. Por eso, también es necesario dar lugar al duelo. En cambio, como una forma de levantar el ánimo a los niños es posible pensar en algún plan extra. Por ejemplo, se puede hacer una noche de pijamada o una tarde de películas. Este espacio no solo permite compartir y atravesar juntos este amargo momento, sino que también facilita la expresión de las emociones y el diálogo.
En aquellos casos en los que la mascota tiene una enfermedad o es ya mayor, podemos anticiparnos y preparar a los chicos para cuando llegue ese momento. No podremos evitar la tristeza, pero la noticia ante la pérdida de la mascota será menos impactante.
Compartir tus emociones y experiencias
Compartir tus emociones y experiencias con los niños también es una forma de abrir la posibilidad para que ellos cuenten cómo viven ese momento. De esa forma sabrán cómo te has sentido tú en una situación similar y que puedes entenderlos. Desahogarse siempre es una buena manera de atravesar el duelo.
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Que la muerte no se convierta en un tabú
Tal como lo señalamos anteriormente, nuestra explicación sobre la pérdida de la mascota incluirá más o menos información. Lo que debemos evitar es mentirles a los pequeños sobre la muerte y hacer de este evento natural y universal, algo temido o sobre lo que no se puede hablar.
Para eso, los adultos también tienen que prepararse, ya que deberán dar la noticia con calma, con empatía y poder hacer frente al dolor que sienten los chicos. En ocasiones, su sufrimiento nos desborda y terminamos por ser contenidos en lugar de contenedores. Por eso, también resulta positivo identificar quién es la mejor persona de la familia para compartir la noticia.
Por otro lado, una forma de evitar caer en el secretismo sobre la muerte es hablar de la mascota luego de algunos días y cuando deseen hacerlo. Compartir algún recuerdo, como reírse de una aventura, es también aceptar que esa mascota tan querida ya no está presente físicamente, pero sí es parte de nuestra vida y de nuestras memorias.
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