La autoestima es un concepto complejo que incluye varias categorías, entonces, la podemos pensar como una escalera. Uno de los desafíos más significativos a los que los padres se enfrentan es a fomentar una autoestima saludable en sus hijos. Se trata de un elemento imprescindible para alcanzar el bienestar y resolver situaciones problemáticas cotidianas.
Los niños con buena autoestima se sienten valorados, aceptados y confían en sí mismos. Al contrario, los pequeños que presentan una autoestima pobre tienden a sentirse más inseguros e incapaces de atravesar adversidades. A continuación, recibirás información valiosa acerca de diferentes estrategias que puedes llevar a cabo para promover el adecuado desarrollo de tus hijos o alumnos.
Así es la escalera de la autoestima
Al hablar de autoestima nos referimos al conjunto de percepciones, pensamientos y sensaciones que una persona tiene de sí misma. En términos generales, se trata de lo que uno piensa y siente de sí mismo. Además, refleja el nivel de satisfacción con lo que uno es.
Afortunadamente, no es un concepto aislado e inamovible, sino que su desarrollo es ininterrumpido y fluctúa a lo largo del tiempo. Esto significa que es posible mejorar la propia percepción e incluso ayudar a los niños a fortalecer su autoestima. Veamos, paso por paso, cómo ayudar a los más pequeños a gustarse a sí mismos.
Primer escalón, el autoconocimiento
No se puede amar a quien no se conoce, ¿cierto? A menudo, las personas creemos conocernos mucho más de lo que verdaderamente lo hacemos. El autoconocimiento implica estar al tanto de las propias fortalezas, debilidades, capacidades e intereses.
Existen diferentes estrategias y actividades para ayudar a los niños a conocerse. Como adultos, es importante que destaquemos sus habilidades y no hagamos caso omiso a las dificultades que vemos en ellos. Nadie es perfecto y ser capaz de reconocer las propias debilidades es un gran valor. Por otro lado, es fundamental respetar las percepciones que los menores tienen acerca de sí mismos y del mundo, aunque no coincidan con nuestra interpretación.
Segundo escalón, el autoconcepto
Al avanzar un peldaño más en la escalera de la autoestima nos encontramos con el autoconcepto. Se trata de las creencias que se tiene de sí mismo y que se manifiestan verbalmente o en la conducta. Esta noción se crea a partir de la experiencia vivida y de la imagen proyectada o percibida de los demás. Desde esta perspectiva, se entiende que el autoconcepto se encuentra determinado por la información tanto interna como externa.
“El autoconcepto es un sistema complejo y dinámico de creencias que un individuo considera verdaderas respecto a sí mismo, teniendo cada creencia un valor correspondiente”.
– Purkey, W –
A diferencia de la autoestima, el autoconcepto se exterioriza mediante las palabras. Por ejemplo, cuando un niño dice: “soy bueno para los deportes” o “soy un niño vergonzoso”, verbaliza las creencias que tiene acerca de su persona.
Tercer escalón, la autoevaluación
La autoevaluación es la capacidad interna de evaluarse a sí mismo y valorar cada una de las cualidades o rasgos de la personalidad. Para potenciar el desarrollo de una autoestima saludable, resulta imprescindible poner énfasis en este eslabón. Las personas examinan su propia conducta todo el tiempo. Así, se calibran las acciones, los logros y los fracasos, para luego otorgarle un valor determinado.
Podemos acompañar a los más pequeños en este proceso y reforzar los pensamientos positivos acerca de sí mismos, haciéndolos sentir valiosos. En este sentido, adoptar una crianza rígida no representa la mejor alternativa. Al contrario, fomentar un diálogo empático y respetuoso ayudará mucho a que los niños estén orgullosos de su propia valía. Además, es importante obviar las comparaciones con sus hermanos u otros niños.
Cuarto escalón, la autoaceptación
Sin aceptación, no hay oportunidad de construir una autoestima fuerte. Aceptarse no es sinónimo de amarse. Más bien se refiere a admitir que uno es como es y dejar de luchar contra eso. La autoaceptación es una habilidad que incluye la aceptación de los atributos negativos, positivos o neutros. Se trata de asumir el cuerpo, los pensamientos, las fortalezas y las debilidades.
Un niño que acepta como es, presenta mayores recursos para responder a las críticas, las burlas o los comentarios hirientes de modo más asertivo. Entonces, acepta a tu hijo tal como es y evita juzgar su personalidad, sus gustos, sus intereses, su forma de vestir o sus decisiones. Al aceptarlo, lo ayudarás a que se acepte a sí mismo.
Quinto escalón, el autorespeto
El autorespeto supone la capacidad de defender los propios valores e ideales. Implica atender y satisfacer las propias necesidades y expresar los sentimientos sin hacerse daño ni culparse. En otras palabras, se trata de registrar lo que uno necesita e ir en busca hacia la complacencia.
Un pequeño que se respeta asume una actitud idónea cuando otra persona intenta vulnerar sus derechos, romper su privacidad o herir su autoestima. Es decir, quien tiene autorespeto no se dejará despreciar fácilmente, pues será capaz de mantenerse firme con sus convicciones y de ser respetuoso con el resto de las personas. En este sentido, puedes enseñarle a tu hijo a defenderse sin tener que recurrir a la violencia, sino desde la puesta de límites de manera saludable. Se trata de transmitirles confianza para fortalecer su identidad.
Sexto escalón, la autoestima
El último escalón de la escalera de la autoestima supone la integración de todos los anteriores. Cada uno de los peldaños están conectados con los otros y suponen un movimiento permanente. Como padres, podemos acompañar en cada uno de estos procesos para que los niños consigan construir su identidad basada en el amor propio. Es importante señalar y celebrar sus logros, aunque sin ignorar sus debilidades.
El niño es el protagonista
Es esencial fomentar la autonomía e independencia del niño con el objetivo de que conozca de qué es capaz y así fortalezca la autoconfianza. Además, esto contribuirá a superar más fácilmente las situaciones problemáticas a las que se enfrente a lo largo de su vida. Recuerda que si bien tú puedes acompañarlo en el desarrollo de su autoestima, es un proceso del que deberá sentirse protagonista.
Bibliografía
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- Branden, N. (1995). Los seis pilares de la autoestima. Paidós
- González-Pienda, J. A., Núñez Pérez, J. C., Glez.-Pumariega, S., & García García, M. S. (1997). AUTOCONCEPTO, AUTOESTIMA Y APRENDIZAJE ESCOLAR. Psicothema, 9(Número 2), 271–289. Recuperado a partir de https://reunido.uniovi.es/index.php/PST/article/view/7405
- Purkey, W. (1970): Self-concept and school achievement. Englewood Cliffs, NJ: PrenticeHall.