Te encuentras manteniendo una conversación con un viejo conocido y de repente, tu pequeño empieza a tirarte de la mano para llamar tu atención. Lo que sigue es el enfado de tu parte, ya que no logras entender por qué siempre te interrumpe. Pero debes saber que tanto el enojo como el castigo no son buenas maneras de enseñar a tu hijo a no interrumpir.
Lo principal es entender qué les está pasando y acompañarlos desde la empatía y la asertividad. Con el tiempo, podrá desarrollar la capacidad de esperar y el timing justo para preguntar cosas o dejarlas para más tarde. Esto es la punta de un gran iceberg de aprendizaje de habilidades sociales, las cuales se adquieren y modelan gradualmente.
Por qué tu hijo te interrumpe con frecuencia
Existen diferentes razones por las cuales tu hijo interrumpe y su grado de madurez tiene mucha influencia. Según la etapa del desarrollo en la que se encuentre, su cerebro es más o menos capaz de esperar y controlar los impulsos.
Por ejemplo, un niño preescolar todavía tiene un pensamiento egocéntrico y es posible que aún no haya desarrollado la capacidad de reflexionar sobre sus acciones. Por ende, actúa de manera impulsiva la mayoría de las veces.
Por este motivo, resulta fundamental entender que ciertos logros requieren tiempo y que mientras tanto, es posible acompañarlos desde la educación.
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Enseña a tu hijo a regular las interrupciones
Es poco probable que logres hacer que tu hijo deje de interrumpir, ya que de una forma u otra necesitará hacerlo ante algunas circunstancias. No obstante, debes ofrecerle las herramientas necesarias para que aprenda a esperar, a pedir y a distinguir entre las cuestiones urgentes y las que no lo son.
Sé un buen ejemplo y muéstrale paciencia
Muchas de las cosas que el niño hace son aquellas que ve a diario en su propia casa. Por este motivo, tienes que ser consciente del rol que ocupas, porque representas un modelo para tus hijos.
Ahora bien, es necesario que te preguntes si tú sueles interrumpir a tu hijo mientras él está concentrado en alguna tarea. Porque para educar a un niño, hace falta que los mayores seamos consecuentes con aquello que profesamos.
Es importante que como adultos aprendamos a ejercitar la espera y la paciencia, para evitar interrumpirlos cuando ellos sean los que están ocupados hablando con alguien más.
Por otro lado, cuando tu hijo te interrumpe es importante analizar desde qué lugar lo hace: solo es un niño que tiene necesidades y no tiene intenciones de fastidiar. Al hacer esto, puedes poner los límites con calma y de forma empática, aunque no te guste su acción.
Dale alternativas para que no interrumpa
Enseñarle a un hijo a no interrumpir sin ofrecerle alguna alternativa no es una estrategia muy exitosa. El no tiene que ir seguido de alguno que sí se pueda hacer, para que logre contentarse.
Por ejemplo, si quieres que el niño te deje terminar la reunión o cocinar la cena, puedes pedirle que dibuje su problema o su pedido. Incluso, que arme una historia con aquello que quiera decirte o se lo cuente a su oso de peluche preferido.
De este modo, le proporcionas una vía de escape mientras espera, lo cual hace todo un poco más sencillo y llevadero.
Invítale a practicar la espera
Otra estrategia muy útil es enseñarle a esperar, lo cual se logra con mucha práctica. Las formas de transmitir este concepto varían según la edad del niño.
Por ejemplo, puedes darle ejemplos sobre cómo te sientes cuando alguien te interrumpe o explicarle que si te deja terminar el trabajo, más tarde puedes acompañarlo al parque.
También es necesario referirnos a los tiempos oportunos para hacer determinadas actividades. Ya que por muchas ganas que tenga de ir a jugar a la plaza de noche, esa no es una alternativa posible. Una forma simple de ayudarlo a entender esto sin enojarse es por medio de una alternativa: “no podemos hacer esto ahora, pero sí podemos hacer aquello”.
Finalmente, es importante asegurar que la espera no sea eterna. Tienes que darle un espacio para resolver lo que necesita dentro de un tiempo prudencial y adecuado a su edad.
No le prestes atención al momento
Un error muy frecuente es permitirle al niño interrumpir, para que la situación no empeore. Esta conducta puede servir bajo algunas circunstancias, pero no debe abusarse de ella. Sino, el mensaje que terminas dando es que sin importar lo que pida o desee, esto será concedido de inmediato.
Enseña el autocontrol
La tolerancia a la frustración es una habilidad que se aprende y lo mejor es cuando se adquiere de forma temprana.
Es necesario enseñarle al niño que no tiene el control sobre todas las cosas y que a veces, es importante esperar el momento adecuado para pedir lo que desea. Esto es un aprendizaje clave para desempeñarse con éxito en la vida.
Si tiene que interrumpir, muéstrale cómo hacerlo de forma apropiada
Hay que entender que, en determinados momentos, resulta mandatorio prestarle atención al niño. Por ejemplo, si necesita ir al baño con urgencia y no puede hacerlo solo.
Por este motivo es importante enseñarle a identificar las circunstancias que no pueden esperar y que ameritan la interrupción. Cuando le enseñas a tu hijo a no interrumpir, la negociación es clave.
Para enseñar a un niño a no interrumpir
Es importante entender que para los niños, los tiempos y la espera funcionan de un modo diferente.
Si bien estas interrupciones van a seguir existiendo, el objetivo es enseñarles a regularlas y aprender nosotros a responder a ellas de forma apropiada. La regulación emocional es parte de las herramientas que les vamos a inculcar para que puedan aprender a pedir y a esperar.
En relación a la crianza de los hijos es necesario que los adultos calibremos nuestras expectativas según la edad de los niños. Aspirar a algo muy ambicioso puede ser doblemente frustrante, para ellos y para nosotros.
Por último, si logramos el objetivo de enseñarles a no interrumpir, debes reconocérselos. El refuerzo positivo los motivará a seguir haciendo las cosas bien.
Bibliografía
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- Bilbao, Alvaro (2015). El cerebro del niño explicado a los padres. Plataforma Editorial.
- Schneider, M., & Robin, A. (1990). “La técnica de la tortuga": un método para el autocontrol de la conducta impulsiva". T. Bonet. Problemas psicológicos en la infancia. Valencia: Promolibro-Cinteco.