Tú, como cada madre del mundo, tienes una idea sobre cuánto amor puede dar un corazón. Sí, una idea, porque es posible que a estas alturas ya te hayas dado cuenta de que no existe alguna medida con la que se pueda cuantificar; de seguro ya te habrás convencido de que el amor no es una medida.
Nadie puede medir el amor en kilos, litros, kilómetros… Y sin embargo, una madre está absolutamente segura que en su corazón hay amor suficiente para todos sus hijos.
Cuando estás embarazada de tu segundo hijo, es posible que tengas dudas sobre tu capacidad de amar y te preguntes si será posible amar a otro ser como amas a tu primer hijo. Quizás te preguntas esto porque cuando tuviste tu primer hijo descubriste lo que realmente significa amar de otra manera: De una forma desmedida.
Esas dudas se disipan pronto. Antes de lo que crees, terminas descubriendo que tu corazón no solo ha aprendido albergar ese sentimiento tan delicioso que llamamos amor, sino que además su entrenamiento lo ha hecho capaz de hacer milagros: multiplicar el amor y poder entregarlo sin recelos ni reservas.
El corazón de una madre sabe qué darle a cada hijo
La preocupación, el interés, las ganas de salir adelante, de compartir, de satisfacer las necesidades de todos tus hijos, seguramente te llenan de ganas para afrontar la vida para intentar darle a tu hijo todo el amor que se merece. No importa cuántos hijos tengas, ni cuántas ocupaciones asumas en tu día a día siempre velarás porque estén bien y porque no les falte nada.
Y aunque ciertamente cada hijo es diferente, pues cada uno tiene su personalidad, sus gustos, sus preferencias y sus maneras de hacer las cosas; tú como madre los atiendes a todos con la misma dedicación y amor.
¿Cuánto amor dar? ¿Qué tipo de amor darle a cada hijo? Son preguntas que como madre puedes hacerte y la respuesta más adecuada, al menos la que más profesan los entendidos sobre la corriente de la crianza con apego, es: El amor que ellos mismos demanden.
Hay que atender a las demandas de amor de tu hijo y amar así implica responder a las solicitudes de cada uno de tus hijos; y justamente ahí es donde está uno de los mayores secretos de la crianza, saber responder a las demandas de cada uno con amor. ¡Tranquila! el tiempo te ayudará a entender que la experiencia de satisfacerlas será diferente cada vez, pues cada uno de ellos pedirá o necesitará distintos tipos de atenciones y aprendizajes.
Durante la vivencia de compartir tan íntimamente con tus hijos es posible que descubras que cada uno refleja rasgos tuyos, de tu pareja, e incluyo de sus abuelos en diferentes formas, y que también se diferencia de quienes los rodean de distintos modos. Y durante esa misma vivencia es posible que desarrolles afinidades por ciertos rasgos de tus hijos.
Afinidad no es lo mismo que amor
No te ofusques si te descubres riendo con las ocurrencias de tu hijo y no sabes cómo guiarlo, pues en realidad te dejó sin arma. Ríe de su ocurrencia tranquila y busca la manera de guiarlo si es que lo necesita y tampoco te preocupes si descubres que en efecto sientes algo más de afinidad con uno de tus hijos que con otros.
Tranquila, no solo te pasa a ti. De hecho, hay teorías psicológicas que explican que algunos padres pueden sentir algo más de afinidad hacia un hijo en particular por encima de los otros; esta afinidad, no tiene nada que ver con el amor que siente hacia sus hijos; no se trata de amor, es una cuestión que tiene que ver más con la personalidad de cada niño como individuo, y es posible y perfectamente comprensible que sientas cierta compatibilidad con alguno.
“El problema no es la cantidad de amor sino que el sentimiento por cada uno de los hijos es diferente”, sostienen los expertos, quienes exponen que hay juegos de afinidades y semejanzas con los hijos que hacen que cada uno de los progenitores establezca un tipo de amor distinto con cada hijo. Y eso es normal.
Eso de ninguna manera te convierte en una mala madre, pues eso no marca la manera en que tus niños son corregidos cuando hacen algo que no es debido, o la manera en que se celebran los logros o las habilidades de cada quien.
Esta sin duda es una tarea compleja pero no imposible. Requieres de mucho tacto para no herir las sensibilidades de ninguno de los hijos a la hora de corregirlos o felicitarlos y sobre todo es vital evitar que no los comparares entre ellos cuando les estás señalando la manera de hacer las cosas.
Para afinar las habilidades que como madre debes poner en práctica y evitar herir los sentimientos de tus hijos cuando le haces alguna corrección necesaria, resulta valioso seguir algunos de estos consejos los cuales nos ayudan a ser más equilibrados a la hora de criarlos:
- Valora lo positivo de cada hijo y no te fijes solo en los errores y dificultades
- Da a cada hijo lo que necesita
- No dañes la autoestima de tus hijos. No hagas comparaciones entre hermanos, ya que cada uno de ellos posee cualidades y defectos que pueden ser pulidos gracias a tu ayuda
- Acepta las distintas relaciones. Cada hijo es único y hay que entender que las relaciones con unos serán mejores que con otros y esto puede variar
- Cada hijo debe tener su espacio y su tiempo de atención, con ello le refuerzas el real sentimiento de que cada uno ocupa un lugar especial en tu corazón y que es amado de manera especial
Bibliografía
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